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La investigación, a cargo de la ONG  Movimiento por la Paz ‑MPDL‑, evidencia la urgente necesidad de recoger datos desagregados por sexo y etnia, que visibilicen las diversas formas de racismo que sufren las personas afrodescendientes.

 

Ais­sa­tou Yaya Ndia­ye (Sene­gal). Foto­gra­fía: Alber­to Pla.

Con moti­vo del Día Inter­na­cio­nal de la Mujer Afro­des­cen­dien­te, el pró­xi­mo 25 de julio, la ONG Movi­mien­to por la Paz aca­ba de publi­car el estu­dio: Muje­res afri­ca­nas y afro­des­cen­dien­tes en Espa­ña: aná­li­sis de los fac­to­res de dis­cri­mi­na­ción en el acce­so a la salud, la edu­ca­ción, el empleo, la vivien­da y los ser­vi­cios socia­les. Esta inves­ti­ga­ción es la pri­me­ra que se rea­li­za en rela­ción a las múl­ti­ples for­mas de dis­cri­mi­na­ción que sufren las muje­res de ascen­den­cia afri­ca­na en Espa­ña y reve­la resul­ta­dos preo­cu­pan­tes sobre la situa­ción de dere­chos huma­nos de este gru­po de muje­res.

Finan­cia­da por el Minis­te­rio de Inclu­sión, Segu­ri­dad Social y Migra­cio­nes, el estu­dio reco­ge las expe­rien­cias de dis­cri­mi­na­ción de 320 muje­res de 38 nacio­na­li­da­des que resi­den en 19 ciu­da­des espa­ño­las y los tes­ti­mo­nios de 74 per­so­nas fun­cio­na­rias de la Admi­nis­tra­ción Públi­ca rela­cio­na­das con el sec­tor de la inter­ven­ción social.

 

25 de julio, Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente

 

El car­tel del even­to es obra del dise­ña­dor valen­ciano José Muri­llo.

Según la orga­ni­za­ción de las Nacio­nes Uni­das, las muje­res y las niñas afro­des­cen­dien­tes en todo el mun­do se enfren­tan a múl­ti­ples for­mas de dis­cri­mi­na­ción por moti­vos de raza o etnia, sexo, géne­ro, nacio­na­li­dad, esta­tus migra­to­rio o con­di­ción social de otro tipo.

Des­de 1992 cada 25 de julio se con­me­mo­ra el tra­ba­jo que rea­li­zan muje­res de ascen­den­cia afri­ca­na en la lucha con­tra la dis­cri­mi­na­ción racial, el sexis­mo, la pobre­za y la mar­gi­na­ción. En este sen­ti­do, el infor­me será pre­sen­ta­do públi­ca­men­te el pró­xi­mo 23 de julio en el Cen­tre del Car­me Cul­tu­ra Con­tem­po­rà­nia de Valen­cia en el mar­co del Día Inter­na­cio­nal de la Mujer Afro­des­cen­dien­te. En esta oca­sión se lle­va­rá a cabo un even­to don­de par­ti­ci­pa­rán des­ta­ca­das muje­res afri­ca­nas y afro­des­cen­dien­tes y habrá dife­ren­tes actua­cio­nes artís­ti­cas.

 

La discriminación racial se manifiesta mayoritariamente en el ámbito laboral

 

Elle­te Djo­ma­tou (Came­rún). Foto­gra­fía: Alber­to Pla.

Según indi­ca el estu­dio, la dis­cri­mi­na­ción racial al que hace fren­te este gru­po de muje­res se mani­fies­ta mayo­ri­ta­ria­men­te en el ámbi­to labo­ral. Así, el 82% de las encues­ta­das con­si­de­ra que el racis­mo estruc­tu­ral cons­ti­tu­ye una barre­ra en el acce­so al mer­ca­do de tra­ba­jo en con­di­cio­nes de igual­dad. Asi­mis­mo, un 74% esti­ma que su color de piel no sólo limi­ta su capa­ci­dad de encon­trar un empleo sino tam­bién de acce­der a pues­tos de res­pon­sa­bi­li­dad pro­fe­sio­nal.

A ello se suman el racis­mo y los este­reo­ti­pos que se hacen pre­sen­tes en los ámbi­tos de la edu­ca­ción, los ser­vi­cios socia­les, la salud y la vivien­da. Las encues­tas refle­jan, por ejem­plo, que cuan­do pre­ten­den alqui­lar una vivien­da, en el 60% de los casos afron­tan abu­sos con­trac­tua­les como la subi­da repen­ti­na del pre­cio o la soli­ci­tud de has­ta un año de fian­za.

 

Ausencia de perspectiva étnico-racial en las Administraciones Públicas

 

Sali­ma­ta Ndao Ndia­ye (Sene­gal). Foto­gra­fía: Alber­to Pla.

A pesar de que la situa­ción de dis­cri­mi­na­ción de este colec­ti­vo ha empeo­ra­do con la cri­sis de la COVID-19, la mitad de las per­so­nas fun­cio­na­rias del ámbi­to social que par­ti­ci­pa­ron en el estu­dio no tie­ne for­ma­ción espe­cí­fi­ca en mate­ria de racis­mo y xeno­fo­bia que les per­mi­ta ofre­cer un ser­vi­cio acor­de a una socie­dad mul­ti­cul­tu­ral.

Un 31% de las tra­ba­ja­do­ras de ser­vi­cios socia­les tam­po­co apli­ca una meto­do­lo­gía trans­ver­sal de géne­ro y raza a la hora de inter­ve­nir con muje­res afri­ca­nas y afro­des­cen­dien­tes. “Esta reali­dad no sólo obs­ta­cu­li­za la efi­ca­cia de las aten­cio­nes socia­les con muje­res racial­men­te diver­sas, sino que ade­más legi­ti­ma la repro­duc­ción de diná­mi­cas dis­cri­mi­na­to­rias den­tro de las pro­pias ins­ti­tu­cio­nes públi­cas”, sen­ten­cia el infor­me.

 

Necesidad de recoger datos desglosados por etnia

 

Ais­sa­tou Yaya Ndia­ye (Sene­gal) con su hija. Foto­gra­fía: Alber­to Pla.

Los resul­ta­dos de la inves­ti­ga­ción evi­den­cian la nece­si­dad, des­de las Admi­nis­tra­cio­nes Públi­cas, de reco­ger datos des­glo­sa­dos por etnia o raza que per­mi­tan dise­ñar polí­ti­cas des­de una pers­pec­ti­va étni­­co-racial ade­más de la pers­pec­ti­va de géne­ro. Asi­mis­mo, con­clu­ye que “las polí­ti­cas sobre las cua­les las muje­res de ascen­den­cia afri­ca­na no son con­sul­ta­das no tie­nen un impac­to sig­ni­fi­ca­ti­vo en sus vidas, e inclu­so pue­den empeo­rar su situa­ción de vul­ne­ra­bi­li­dad”.

 

La por­ta­da del infor­me.
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