Kim Sherwood revoluciona el mundo de James Bond con una trama canónica y una nueva generación de agentes del MI6

La escri­to­ra Kim Sher­wood (ROCA EDITORIAL).

Más allá del dis­pa­ra­te que supo­ne el anun­cio de revi­sar los tex­tos de los libros del 007 para ade­cuar­los a los nue­vos tiem­pos por par­te de Ian Fle­ming Publi­ca­tions Ltd —la empre­sa que ges­tio­na los dere­chos del per­so­na­je— ‚lo cier­to es que la serie nece­si­ta una actua­li­za­ción de la que, por cier­to, se lle­va hablan­do duran­te años. A bene­fi­cio de inven­ta­rio, cabe recor­dar que en 1964 —poco antes de morir— el escri­tor auto­ri­zó que se revi­sa­rán las esce­nas de sexo y el ‘len­gua­je racial’ para su edi­ción en EEUU.

Esa acti­tud de actua­li­zar la serie es la mis­ma lle­vó a 007 a dejar vivo (en lugar de coser­lo a tiros) al archi­vi­llano Blo­feld (inter­pre­ta­do por Chris­toph Waltz) en Spec­tra (Sam Men­des, 2015); o que en Sin tiem­po para morir (Cary Joji Fuku­na­ga, 2021) el nom­bre en cla­ve de 007 lo here­da­se Nomi (Lasha­na Lynch), mujer y negra. Por cier­to, como Money­penny, inter­pre­ta­da por Nao­mie Harris des­de Sky­fall (Sam Men­des, 2012).

¿Más ante­ce­den­tes? Judi Dench en el papel de M des­de Gol­de­ne­ye (Mar­tin Camp­bell, 1995) has­ta Sky­fall o el agen­te de la CIA Felix Lei­ter, que fue inter­pre­ta­do por Jef­frey Wright (negro) en sus últi­mas tres apa­ri­cio­nes. Y eso por no hablar de la via­gra que le des­cu­bren en una car­te­ra o cuan­do reco­no­ce ante Sil­va (Javier Bar­dem) que ha cono­ci­do varón, dos ejem­plos de cómo rede­fi­nir la mas­cu­li­ni­dad del per­so­na­je. Y si nos pone­mos puris­tas, Ursu­la Andress, Bar­ba­ra Bou­chet, Daliah Lavi y Joan­na Pet­tet ya hicie­ron de 007 en Casino Roya­le(1967).

Pero una cosa es una deci­sión edi­to­rial, para sacar libras, que no pare­ce que vaya a tener mucho reco­rri­do, y otra inten­tar un aggior­na­men­to del uni­ver­so Bond, que sí tie­ne sen­ti­do. Den­tro de esta línea está la publi­ca­ción de Doble o nada (Roca Edi­to­rial), la últi­ma nove­la de la bri­tá­ni­ca Kim Sher­wood (Cam­den, RU, 1988) y el ini­cio de una tri­lo­gía que sin duda gus­ta­rá a los aman­tes de la saga. En ella encon­tra­rán todo lo que bus­can de una nove­la de James Bond… menos a James Bond.

Sher­wood, curio­sa­men­te, es la nie­ta del actor Geo­gre Baker, que inter­pre­tó dos pape­les secun­da­rios en (la injus­ta­men­te denos­ta­da) Al ser­vi­cio secre­to de su majes­tad (Peter R. Hunt, 1969) y La espía que me amó (Lewis Gil­bert, 1977). Por lo vis­to, su fas­ci­na­ción con el per­so­na­je vie­ne de ahí. Cono­ce los códi­gos de la serie y se nota a lo lar­go de las 400 pági­nas de esta nove­la lle­nas de acción, humor, intri­ga y gus­tos exqui­si­tos.

Barry Nel­son (con Lin­da Chris­tian), el pri­mer actor que inter­pre­tó a 007.

Bond, uno y trino

A dife­ren­cia de Anthony Horo­witz, a quien Ian Fle­ming Publi­ca­tions Ltd encar­gó las tres últi­mas (y exce­len­tes) nove­las de Bond (Trig­ger mor­tis, Fore­ver and a day y With a mind to kill, no publi­ca­das en Espa­ña), Sher­wood no con­ti­núa la saga, sino que abre una nue­va vía, crean­do una nue­va gene­ra­ción de agen­tes con licen­cia para matar. Por supues­to, nue­vos tiem­pos; nue­vos códi­gos. Así, sus per­so­na­jes son una mujer fra­n­­co-arge­­li­­na (Johan­na Har­wood, 003), un jamai­cano homo­se­xual (Jos­peh Dry­den, 004) y un indio (Sid Bashir, 009).

La tra­ma, todo hay que decir­lo, no se carac­te­ri­za por su ori­gi­na­li­dad, pero si hay algo que no quie­ren los segui­do­res de las nove­las de Bond es sali­das de tono: si fun­cio­na, no lo cam­bies. La nove­dad es que 007 ha des­apa­re­ci­do (¿muer­to? ¿secues­tra­do?) y que sus com­pa­ñe­ros ten­drán que bus­car­lo. De telón de fon­do, el típi­co mul­ti­mi­llo­na­rio tec­no­ló­gi­co que dice que es capaz de evi­tar el cam­bio cli­má­ti­co, pero que ocul­ta otros pla­nes. Es decir, la plan­ti­lla de prác­ti­ca­men­te todas las pelí­cu­las y los libros publi­ca­dos has­ta la fecha.

Lo que cam­bia es la for­ma de con­tar­lo. Tres pro­ta­go­nis­tas dan para tres tra­mas para­le­las, con­flic­tos o afi­ni­da­des entre per­so­na­jes, y para que cada lec­tor se iden­ti­fi­que más o menos con cada uno de ellos. Ade­más, la homo­se­xua­li­dad de 004 apor­ta un plus a las esce­nas pican­to­nas. Y todo bien con­ta­do, con pul­so, y mucha intri­ga.

Peter Sellers y Uru­la Andress, ambos en el papel de 007, en «Casino Roya­le».

¿Mejor o peor?

¿Mejor o peor que las nove­las de Fle­ming? En reali­dad, para escri­bir algo peor que El hom­bre de la pis­to­la de oro hay que venir­se muy arri­ba; en cam­bio, supe­rar nove­las como Moon­ra­ker, Casino Roya­le o Des­de Rusia con amor no es fácil. El padre de Bond supo crear un per­so­na­je genial, apro­ve­char el cli­ma de la Gue­rra Fría des­de las antí­po­das de John le Carré, y lle­nar­lo de lujo, arte­fac­tos y sexo. Pero como escri­tor pro­ba­ble­men­te no pasa­rá a la his­to­ria de la lite­ra­tu­ra.

Sher­wood da a los fans lo que piden y lo que quie­ren, y sale airo­sa de la juga­da. Apos­tar por una reno­va­ción total de la serie toman­do la atmós­fe­ra y sin tocar al 007 es un acier­to que, ade­más, per­mi­ti­rá a los puris­tas res­pi­rar tran­qui­los (siem­pre que les qui­ten el tui­ter). Y a todo esto se le aña­de la visión feme­ni­na del fenó­meno, que no mere­ce­ría más comen­ta­rio si no apor­ta­ra nada. Y sí lo hace. ¿Para mejor? Al menos, para ofre­cer algo dis­tin­to.

Por útli­mo, en con­tra de lo que dice la pro­mo­ción del libro, la auto­ra no es la pri­me­ra en fir­mar un spin off de la serie —el méri­to le corres­pon­de a Samantha Wein­berg que fir­mó Los dia­rios de Mon­ney­penny como Kate West­brook—, pero es es un dato intras­cen­den­te. Lo impor­tan­te es el resul­ta­do, y a eso no se le pue­de poner nin­gún ‘pero’.

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