El IVAM pre­sen­ta la expo­si­ción Oto­bong Nkan­ga. Anhe­lo de luz del sur La direc­to­ra del IVAM y comi­sa­ria, Nuria Engui­ta, jun­to a la artis­ta, Oto­bong Nkan­ga, pre­sen­tan la mues­tra Oto­bong Nkan­ga. Anhe­lo de luz del sur. La expo­si­ción reúne una impor­tan­te selec­ción del tra­ba­jo rea­li­za­do por Oto­bong Nkan­ga en las últi­mas dos déca­das, que inclu­ye dibu­jos, tex­ti­les, poe­mas, escul­tu­ras, obje­tos, per­for­man­ces y una ins­ta­la­ción espe­cí­fi­ca para el IVAM, a tra­vés de los que la artis­ta exa­mi­na la rela­ción social y topo­grá­fi­ca con nues­tro entorno coti­diano. Foto­gra­fías Miguel Loren­zo

La exposición «Anhelo de luz del sur», dedicada a la artista nigeriana, podrá visitarse hasta enero de 2024 en el IVAM

La nige­ria­na Oto­bong Nkan­ga ante una de sus obras (ROBER SOLSONA/EFE)

Dibu­jos, tex­ti­les, poe­mas, escul­tu­ras, obje­tos y per­for­man­ces reco­rren una impor­tan­te selec­ción de las dos últi­mas déca­das de tra­ba­jo de la artis­ta nige­ria­na Oto­bong Nkan­ga en la expo­si­ción Cra­ving for Southern Light (Anhe­lo de luz del sur) que se esta­ble­ce­rá en el Ins­ti­tu­to Valen­ciano de Arte Moderno (IVAM) a par­tir de este jue­ves y has­ta enero de 2024.

La pre­sen­ta­ción de la expo­si­ción en rue­da de pren­sa, el miér­co­les 12 de julio, con­tó con la pre­sen­cia de la direc­to­ra del IVAM y comi­sa­ria de la expo­si­ción, Nuria Engui­ta y de la artis­ta, infor­ma Euro­pa Press.

Engui­ta des­cri­bió Cra­ving for Southern Light (Anhe­lo de luz del sur) como una «acti­va­ción» don­de se esta­ble­ce una con­ver­sa­ción, «no solo entre per­so­nas, sino tam­bién entre todos los mine­ra­les, la mate­ria con la que tra­ba­ja o la tie­rra».

«El tra­ba­jo de Oto­bong no obe­de­ce a un plan esta­ble­ci­do cuan­do se enfren­ta a un espa­cio, sino que invi­ta a sen­tir la luz, la som­bra, las con­ver­sa­cio­nes con la gen­te, sen­sa­cio­nes que amplían los lími­tes del pro­pio espa­cio, los sabe­res diver­sos que con­tri­bu­yen a la obra, y esta cues­tión emo­cio­nal, men­tal, con­cep­tual, va a defi­nir final­men­te la expo­si­ción. Pode­mos decir que es una per­so­na que hace expo­si­cio­nes como obra de arte», des­ta­có la comi­sa­ria y direc­to­ra del IVAM.

Por su par­te, Nkan­ga inci­dió en la fun­ción de los artis­tas para tra­du­cir lo que se per­ci­be cuan­do se mira, se escu­cha o se sien­te para «ense­ñár­se­lo al mun­do». «Hay que ir pro­fun­di­zan­do en los sig­ni­fi­ca­dos. Para mi es muy impor­tan­te ver qué tipo de emo­cio­nes estoy per­ci­bien­do y pen­sar cómo pue­do tra­du­cir­las para pre­sen­tár­se­lo a mi públi­co».

La mues­tra está com­pues­ta por tres espa­cios dife­ren­cia­dos don­de se expo­nen los dife­ren­tes tra­ba­jos a tra­vés de los cua­les Oto­bong Nkan­ga exa­mi­na la rela­ción social y topo­grá­fi­ca con nues­tro entorno coti­diano. Asi­mis­mo, cuen­ta tam­bién con una ins­ta­la­ción espe­cí­fi­ca para el IVAM.

Iconografía y poética política

En la pri­me­ra sala, varias series de dibu­jos y un tapiz de gran­des dimen­sio­nes defi­nen «una ico­no­gra­fía poé­ti­ca y polí­ti­ca» que ha acom­pa­ña­do siem­pre a la artis­ta y mues­tran su poten­cial fic­cio­nal a tra­vés de imá­ge­nes por­ta­do­ras de las memo­rias de cuer­pos, espa­cios y movi­mien­tos inter­co­nec­ta­dos.

Sus figu­ras dan pro­ta­go­nis­mo a la acción e invo­can una memo­ria que habla de «tra­ba­jo, per­te­nen­cia, pro­pie­dad», y repre­sen­tan esce­nas domés­ti­cas y fami­lia­res, pero tam­bién con­flic­tos. Dibu­jos dia­gra­má­ti­cos se orga­ni­zan en series e inclu­yen su pale­ta de color, que fun­cio­na como ori­gen de nue­vas esce­nas.

La sala cen­tral alber­ga un tra­ba­jo espe­ci­fi­co que es resul­ta­do de «los via­jes, la inves­ti­ga­ción y las rela­cio­nes» que la artis­ta ha esta­ble­ci­do en la ciu­dad y con el museo. Se tra­ta de un pai­sa­je «alte­ra­do y oscu­ro» que actúa como espa­cio emo­cio­nal entre la oscu­ri­dad y la luz, hecho de for­mas «frá­gi­les y pre­ca­rias», como la arci­lla mode­la­da en for­mas abs­trac­tas, remi­nis­cen­cias de mun­dos natu­ra­les que remi­ten a «la fra­gi­li­dad eco­ló­gi­ca, eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca».

Fren­te a ese pai­sa­je, se pre­sen­tan dis­tin­tos obje­tos que tie­nen que ver con la rege­ne­ra­ción y la repa­ra­ción de diver­sos eco­sis­te­mas: reci­pien­tes que alber­gan vida o alfom­bras que per­mi­ten pen­sar en la como­di­dad de las fibras natu­ra­les pro­tec­to­ras y, a la vez, trans­mi­so­ras de ener­gía. Asi­mis­mo, una serie de cuer­das se des­li­zan por el espa­cio, atra­vie­san bolas de gran tama­ño o suben has­ta el techo, evo­can­do encru­ci­ja­das de narra­ti­vas o his­to­rias iti­ne­ran­tes.

Instalaciones

Vis­ta gene­ral de la expo­si­ción (MIGUEL LORENZO / IVAM).

En este entorno se ins­ta­la Car­ved to Flow (Talla­do para fluir, 2017), un pro­yec­to de eco­no­mía cir­cu­lar y de estruc­tu­ras de pro­duc­ción trans­for­ma­do­ras rea­li­za­do en tres fases. Se pre­sen­tó pri­me­ro en 2017 en Ate­nas, duran­te la docu­men­ta 14, como labo­ra­to­rio para fabri­car jabón y pos­te­rior­men­te en Kas­sel, don­de se ven­día.

Actual­men­te esta incia­ti­va con­ti­núa acti­va y sus ingre­sos se des­ti­nan a finan­ciar un espa­cio artís­ti­co en Ate­nas, así como la Fun­da­ción Car­ved To Flow, una orga­ni­za­ción sin áni­mo de lucro ubi­ca­da en Uyo, esta­do de Akwa Ibom, en Nige­ria.

Por otro lado, en la últi­ma sala se pre­sen­tan una serie de tapi­ces, un sue­lo de roca vol­cá­ni­ca y la ins­ta­la­ción Solid Maneu­vers (Manio­bras sóli­das, 2015), una repre­sen­ta­ción poé­ti­ca de una coli­na inver­ti­da, una topo­gra­fia exca­va­da que con­tie­ne mine­ra­les y sal. La escul­tu­ra hace refe­ren­cia a una exca­va­ción aban­do­na­da, un plie­gue que deja una heri­da en el pai­sa­je, pero tam­bién en la rela­ción del ser humano con él.

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