por Rafa Marí


12 de abril de 2022.

Un lar­go­me­tra­je de fic­ción –o de semi­fic­ción– y un docu­men­tal. Esas han sido mis dos úni­cas expe­rien­cias ciné­fi­las estos últi­mos días en los que pare­ce decli­nar el Covid-19, pero no así la gue­rra en Ucra­nia. Decre­ce el mie­do a la pan­de­mia y aumen­ta el mie­do a una posi­ble gue­rra nuclear.
Con­fie­so, un poco aver­gon­za­do, que aho­ra dedi­co mucho más tiem­po a ver-escu­­char videos musi­ca­les (Fan­­go­­ria-Ala­s­­ka, Simo­ne, músi­ca ita­lia­na de los años 60, ban­das sono­ras, orques­tas sin­fó­ni­cas, la pega­di­za y ori­gi­nal Ay Mamá…) que a los lar­go­me­tra­jes y las series. Nin­gún ciné­fi­lo es per­fec­to.

La pelí­cu­la que vol­ví a ver de nue­vo con enor­me admi­ra­ción es El extra­ño via­je (Fer­nan­do Fer­nán Gómez, 1964, Espa­ña), sobre un argu­men­to de Luis Gar­cía Ber­lan­ga y con un extra­or­di­na­rio guion de Pedro Bel­trán Manuel Ruiz Cas­ti­llo. En la pri­me­ra línea de este comen­ta­rio he apun­ta­do que se tra­ta de un film de semi-fic­­ción, ya que está basa­do, aun­que muy libre­men­te, en un hecho real ocu­rri­do en Maza­rrón (Mur­cia), el año 1956. Nun­ca se supo bien lo que había pasa­do, tras encon­trar­se en la pla­ya el cadá­ver de dos her­ma­nos madu­ri­tos, con la her­ma­na mayor des­apa­re­ci­da para siem­pre. A par­tir de ese mis­te­rio, Ber­­la­n­­ga-Bel­­trán-Ruiz Cas­ti­llo y Fer­nán Gómez deja­ron suel­ta su ima­gi­na­ción para brin­dar­nos una de las gran­des pelí­cu­las de la his­to­ria del cine espa­ñol. Una deli­cio­sa flor lle­na de veneno.

En la pri­me­ra par­te de la his­to­ria vemos lo visi­ble e inme­dia­to. En la segun­da, la reali­dad ocul­ta. De lo cos­tum­bris­ta y entra­ña­ble pasa­mos al esper­pen­to y la tra­ge­dia. En el repar­to, algu­nos de los más ilus­tres secun­da­rios de nues­tro cine: Rafae­la Apa­ri­cio, María Lui­sa Pon­te, Tota Alba, Goyo Lebre­ro, Joa­quín Roa… Lina Cana­le­jas Car­los Larra­ña­ga tuvie­ron en El extra­ño via­je los mejo­res pape­les de su carre­ra. Per­so­na­jes paté­ti­cos, eter­nos per­de­do­res, con­tem­pla­dos con sor­na por Fer­nán Gómez. Por cier­to, hay en El extra­ño via­je una inter­pre­ta­ción que no me gus­ta, la de Jesús Fran­co en el papel de her­mano infan­ti­loi­de, por no decir ton­to de rema­te. Ni me gus­ta su voz ni sus ges­tos. ¡Qué dife­ren­cia de tono con las genia­les Tota Alba y Rafae­la Apa­ri­cio!

El docu­men­tal que vi recien­te­men­te es Frank Capra: éra­se una vez en Holly­wood (Movis­tar, 51 minu­tos de dura­ción, con entre­vis­tas e imá­ge­nes poco cono­ci­das). Frank Capra (1897–1991), inmi­gran­te sici­liano de fami­lia muy humil­de, se con­vir­tió en uno de los más bri­llan­tes direc­to­res de Holly­wood con pelí­cu­las como Suce­dió una noche (1934), El secre­to de vivir (1936), Vive como quie­ras (1938), Juan Nadie (1941) y, sobre todo, ¡Qué bello es vivir! (1946), decla­ra­ción de amor a la Nor­te­amé­ri­ca pro­fun­da, con una visión cari­ño­sa de la sen­ci­lla y bue­na gen­te pero siem­pre a un paso del terror puro y el fan­tas­ma del sui­ci­dio, ten­ta­ción que en algún momen­to de sus his­to­rias aco­sa a varios pro­ta­go­nis­tas de las pelí­cu­las de Capra.

El docu­men­tal ape­nas cita, y lo hace solo de pasa­da, Un gángs­ter para un mila­gro, el últi­mo y encan­ta­dor títu­lo de Capra. El final de su carre­ra fue bas­tan­te tris­te: ¡Qué bello es vivir! (con los años con­ver­ti­do poco a poco en un vene­ra­do clá­si­co), Millo­na­rio de ilu­sio­nes (1959) y Un gángs­ter para un mila­gro (1961) fue­ron unos ines­pe­ra­dos e injus­tos fra­ca­sos comer­cia­les. Su ins­tin­to para conec­tar con el gran públi­co se había esfu­ma­do. Enci­ma, el céle­bre cineas­ta tuvo pro­ble­mas con la caza de bru­jas del macar­tis­mo (o mccarthis­mo: en inglés, Mcarth­yism), un his­té­ri­co y ame­na­za­dor epi­so­dio polí­ti­co –la peor cara de Esta­dos Uni­dos– en el que Capra no dio lo mejor de sí. Decep­cio­nar­se a uno mis­mo por cobar­día es un mal tra­go para cual­quie­ra.


DESDE EL SILLÓN DE MI CASA… EN MISLATA

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

DESDE EL SILLÓN DE MI CASA… EN MISLATA (antes lla­ma­da DIARIO DE UN CINÉFILO), es una sec­ción dedi­ca­da al mun­do de las Series de TV, a todos sus aspec­tos ciné­fi­los pero tam­bién a sus deri­va­cio­nes socio­ló­gi­cas y rela­ti­vas a la vida coti­dia­na de las per­so­nas. La cons­truc­ción de roles, las rela­cio­nes fami­lia­res, la actua­li­dad, la come­dia y el dra­ma, la épi­ca his­tó­ri­ca, dra­go­nes y maz­mo­rras… Todo cabe en el mun­do de las series, y cual­quier pers­pec­ti­va del mun­do pue­de ser vis­ta des­de la ópti­ca de un ciné­fi­lo, de un serió­fi­lo inte­li­gen­te y pers­pi­caz. La sec­ción está per­so­na­li­za­da en Rafa Marí, uno de los últi­mos gran­des ciné­fi­los espa­ño­les. La perio­di­ci­dad es alea­to­ria, y la lon­gi­tud de cada entra­da, tam­bién. Pue­de ser tan­to muy cor­ta: un afo­ris­mo, como un exten­so mini­en­sa­yo, o entre­vis­ta, o diá­lo­go inte­rior.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 fichó por Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te es colum­nis­ta y crí­ti­co de arte.

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