Reta­blo de la Vir­gen de la Espe­ran­za, de Juan Sari­ñe­na.

La actual situa­ción de excep­cio­na­li­dad que ha gene­ra­do la epi­de­mia de coro­na­vi­rus hace nece­sa­rio que por res­pon­sa­bi­li­dad pase­mos el fin de sema­na en casa. Pero eso no impli­ca que ten­ga­mos que renun­ciar por ello a nues­tras afi­cio­nes. Por ejem­plo, la de visi­tar un museo. El museo de Bellas Artes de Valen­cia nos lo pone fácil al per­mi­tir­nos reco­rrer bue­na par­te de los fon­dos de su colec­ción a tra­vés de su pági­na web.

Un intere­san­te reco­rri­do que pode­mos ini­ciar apro­xi­mar­nos a su pin­tu­ras góti­cas. Aquí pode­mos des­cu­brir, por ejem­plo, cua­dros como el reta­blo de San Miguel Arcán­gel,  pro­ce­den­te del con­ven­to de mon­jas fran­cis­ca­nas de la Puri­dad de Valen­cia y atri­bui­do a Jau­me Mateu. De ahí pode­mos pasar a las pin­tu­ras de influen­cia fla­men­ca don­de halla­mos pie­zas como la Vir­gen de la Leche, de Bar­to­lo­mé Ber­me­jo, fecha­do en 1468. O ese ejem­plo del góti­co ara­go­nés que es la Vir­gen con el niño entro­ni­za­da y ánge­les, obra­dor de Blas­co de Gañén

Cam­bian­do de épo­ca, en la sec­ción rena­cen­tis­ta nos aguar­dan sor­pre­sas como el Trip­ti­co de la pasión, de El Bos­co; la sim­pá­ti­ca Vir­gen con el Niño y San Jua­ni­to, de Pau­lo de San Leo­ca­dio, o La Fla­ge­la­ción, obra de Fer­nan­do Lla­nos de hacia 1521.

Trip­ti­co de la Pasión, del Bos­co.

No menos inte­rés tie­ne la selec­ción de pin­to­res valen­cia­nos de la con­tra­rre­for­ma, como el reta­blo de la Vir­gen de la Espe­ran­za, pin­ta­do por Juan Sari­ñe­na y ori­gi­na­rio de la car­tu­ja de Por­ta Coeli. Una bue­na for­ma de hacer boca para acer­car­nos has­ta las obras de Juan Ribal­ta y su natu­ra­lis­mo que nos ha deja­do impre­sio­nan­tes obras como Pre­pa­ra­ti­vos para la cru­ci­fi­xión.

Estu­pen­da es tam­bién la sen­sual Mag­da­le­na peni­ten­te, pin­ta­da por Pedro Orren­te en la pri­me­ra mitad del siglo XVII y que en este peri­plo vir­tual encon­tra­mos jun­to con otras pro­duc­ción de artis­tas como Tomás Yepes o Urbano Fos, ambos de la mis­ma épo­ca. Des­ta­ca tam­bién la selec­ción de obras inclui­das del valen­ciano Jeró­ni­mo Jacin­to Espi­no­sa, como su espec­ta­cu­lar Apa­ri­ción de Cris­to a San Igna­cio. O los lien­zos de Miguel Mach, inclui­dos en el Barro­co final valen­ciano.

La pin­tu­ra ita­lia­na del perio­do tam­bién tie­ne su espa­cio en este reco­rri­do con obras de Mario Min­ni­ti, Fran­ces­co de Mura o Mas­si­mo Stan­zio­ne. Al igual que la tra­di­ción fla­men­ca y holan­de­sa, repre­sen­ta­da con oleos de Anton van Dyck, mari­nas de Jan van Goyen o los pai­sa­jes de Jan Frans van Bloe­men.

El mis­mí­si­mo Die­go Veláz­quez nos aguar­da con un auto­rre­tra­to en el apar­ta­do dedi­ca­do a la pin­tu­ra espa­ño­la del Siglo de Oro. Jun­to a él encon­tra­mos el natu­ra­lis­mo de José Ribe­ra, oleos de Juan Val­dés u obras de Muri­llo, entre otros. Y cerra­mos el reco­rri­do a caba­llo entre el siglo XVIII y el XIX con una selec­ción obras de Vicen­te López Por­ta­ña o Fran­cis­co de Goya.

Un apa­sio­nan­te paseo por la his­to­ria de la pin­tu­ra a tra­vés de la pági­na web de un museo que es la segun­da pina­co­te­ca de Espa­ña. Todo un lujo y sin mover­se de casa.

El balan­cín, de Goya.

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