En el año de su déci­mo ani­ver­sa­rio, BIOPARC Valen­cia da un paso más en su acti­vi­dad con­ser­va­cio­nis­ta de las espe­cies más ame­na­za­das. En esta oca­sión se une al impor­tan­te pro­gra­ma euro­peo de repro­duc­ción (EEP) de la sin­gu­lar espe­cie de antí­lo­pe Addax (Addax­na­so­ma­cu­la­tus), que está cata­lo­ga­da en peli­gro crí­ti­co en la “lis­ta roja” de la Unión Inter­na­cio­nal para la Con­ser­va­ción de la Natu­ra­le­za (IUCN) pues se esti­ma que que­dan menos de 100 indi­vi­duos madu­ros en su hábi­tat.

La lle­ga­da de dos hem­bras pro­ce­den­tes de Nurem­berg y Han­no­ver (Ale­ma­nia) es el pri­mer movi­mien­to para la crea­ción de un gru­po repro­duc­tor y supo­ne, ade­más, incor­po­rar una nue­va espe­cie a la colec­ción ani­mal del parque.Se tra­ta de dos hem­bras jóve­nes, naci­das en 2016 y 2017 que, tras un perio­do de acli­ma­ta­ción en su recin­to interior,podrán con­tem­plar­se en la zona de la Saba­na.

Esta espe­cie afri­ca­na es el ungu­la­do más gran­de del desier­to, un antí­lo­pe de for­mas redon­dea­das, patas lar­gas y per­fil rec­to que des­ta­ca por sus gran­des cuer­nos, de cre­ci­mien­to ver­ti­cal y pre­sen­tes en ambos géne­ros que se enros­can sobre sí mis­mos en for­ma de espi­ral. Tam­bién cono­ci­do como el “antí­lo­pe blan­co” por el color de su pela­je, que se oscu­re­ce en invierno hacia tonos gri­sá­ceos y marro­nes, tie­ne una carac­te­rís­ti­ca más­ca­ra en for­ma de “X” de color blan­co que con­tras­ta con su fren­te oscu­ra. No es un gran corre­dor, lo que lo con­vier­te en pre­sa fácil de los depre­da­do­res más rápi­dos, como los leo­nes, gue­par­dos y leo­par­dos, cara­cal, hie­na y ser­val (que ata­ca espe­cial­men­te a los ter­ne­ros).

Adap­ta­dos a los terre­nos más ári­dos y extre­mos, los Addax fue­ron habi­tan­tes de los desier­tos del nor­te de Áfri­ca, des­de los sis­te­mas de gran duna de are­na a los terre­nos desér­ti­cos com­pac­ta­dos. Pue­den pasar meses sin agua e inclu­so pue­den estar sin beber duran­te años, toman­do sólo la hume­dad de las plan­tas que comen. Su acli­ma­ta­ción para sobre­vi­vir en estas inhós­pi­tas zonas, los Addax tam­bién pue­den dejar que la tem­pe­ra­tu­ra cor­po­ral aumen­te duran­te el día y redu­cir­la duran­te el fres­co de la noche, sin per­der agua. Su fosa nasal enfría la san­gre arte­rial a medi­da que flu­ye a tra­vés de la mem­bra­na nasal antes de lle­gar al cere­bro, lo que pro­te­ge este órgano vital del sobre­ca­len­ta­mien­to.

Han sido erra­di­ca­dos de la mayor par­te de su área de dis­tri­bu­ción ori­gi­nal lo que hace que se tra­te de una espe­cie crí­ti­ca­men­te ame­na­za­da en la actua­li­dad. Ade­más, está vien­do redu­ci­da su pobla­ción en esta­do sil­ves­tre de una mane­ra alar­man­te debi­do a la caza exce­si­va, las sequías inten­sas, y el aco­so turís­ti­co. Es una pre­sa muy apre­cia­da por la pobla­ción local, tan­to por la car­ne como ali­men­to, como por la piel que uti­li­zan para con­fec­cio­nar zapa­tos.

 

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