El Tribunal Supremo de EEUU deberá determinar si sus famosas series son obra orginal o si debe compartir el mérito con el autor de los originales

Andy Warhol (dere­cha) con Bian­ca Jag­ger y Jack Ford, en la Casa Blan­ca en 1973 (GERALD R. FORD WHITE HOUSE PHOTOGRAPHS).

¿Gavi­lán o palo­ma?, se pre­gun­ta­ba Pablo Abrai­ra fina­les de los 70. A un deba­te simi­lar se enfren­tó el pasa­do 13 de noviem­bre la Cor­te Supre­ma de Esta­dos Uni­dos a cuen­ta de uno de los mayo­res auto­res (o far­san­tes, según a quién se pre­gun­te) del siglo XX: Andy Warhol. ¿Son sus famo­sas series sobre la sopa Camp­bell, Marilyn Mon­roe o Mic­key Mou­se obras ori­gi­na­les o sim­ples refor­mu­la­cio­nes de auto­res ante­rio­res a los que debe­ría reco­no­cer su con­tri­bu­ción? La his­to­ria que ha divi­di­do al prin­ci­pal órgano juris­dic­cio­nal ame­ri­cano —y por una vez, no entre con­ser­va­do­res y libe­ra­les— podría tener un efec­to con con­se­cuen­cias impre­de­ci­bles. Lo que está en el fon­do del deba­te es qué se pue­de con­si­de­rar Fair Use [uso jus­to o legí­ti­mo] de la obra de otro artis­ta.

Para enten­der la polé­mi­ca hay que remon­tar­se has­ta 1981, cuan­do la fotó­gra­fa Lynn Golds­mith reci­bió el encar­go de la revis­ta News­week de hacer una serie de retra­tos del artis­ta antes (y des­pués) cono­ci­do como Prin­ce, por el que reci­bió 400 euros. Las imá­ge­nes no se publi­ca­ron has­ta cua­tro años más tar­de, cuan­do Vanity Fair com­pró los dere­chos de una de las imá­ge­nes (cono­ci­da como Prin­ce naran­ja) y le encar­gó al pin­tor de Pit­ts­burg que la uti­li­za­ra para hacer una de sus famo­sas series con el autor de Pur­ple Rain como pro­ta­go­nis­ta. La revis­ta la uti­li­zó para ilus­trar un artícu­lo titu­la­do Pur­ple Fame y, en letra peque­ña, acre­di­tó a Golds­mith. Por cier­to, ella ni se ente­ró has­ta una déca­da más tar­de.

Pero el ver­da­de­ro pro­ble­ma comen­zó en 2016, cuan­do el músi­co murió y Vanity Fair deci­dió res­ca­tar otra de las imá­ge­nes crea­das por Warhol. Tras pagar 10.250 dóla­res a la fun­da­ción que admi­nis­tra su lega­do, la uti­li­zó en un núme­ro espe­cial dedi­ca­do a la obra del artis­ta titu­la­do The Genius of Prin­ce. Pero esta vez la ima­gen se publi­có sin indi­car el nom­bre de la auto­ra del ori­gi­nal, que en la épo­ca era ya una leyen­da en el mun­do de la foto­gra­fía con más de cien por­ta­das de dis­cos y su obra inclui­da en la colec­ción de museos de la talla del Smith­so­nian. Ni cor­ta ni pere­zo­sa, la fotó­gra­fa recla­mó su par­te en los tri­bu­na­les.

La pri­me­ra sen­ten­cia lle­gó en 2019. La Cor­te Fede­ral de Nue­va York deter­mi­nó que Warhol había trans­for­ma­do de tal for­ma la foto­gra­fía que sir­vió de base que ponía ser con­si­de­ra­da una obra ori­gi­nal. Golds­mith recu­rrió y ganó. La Cor­te de Ape­la­ción esta­ble­ció que mere­cía cobrar ya que Warhol no trans­for­mó su ima­gen, sim­ple­men­te la uti­li­zó sin alte­rar su sig­ni­fi­ca­do. Enton­ces fue Warhol Fun­da­tion for the Visual Arts la que deci­dió recu­rrir y aho­ra le toca a la Cor­te Supre­ma pro­nun­ciar­se.

El «Prin­ce Naran­ja» obje­to de la polé­mi­ca, tal y como lo publi­co Vanity Fair en 1985.

El debate de fondo

El deba­te de fon­do es com­ple­jo y pro­ba­ble­men­te ni los exper­tos en arte estén todos de acuer­do: uti­li­zar un mate­rial ya exis­ten­te en una obra nue­va ¿lo trans­for­ma has­ta poder ser con­si­de­ra­do ori­gi­nal? Es más, ¿has­ta qué pun­to —o par­tir de qué pun­to— esa trans­for­ma­ción es rele­van­te? En otras pala­bras, ¿la inter­ven­ción de Warhol «agre­ga algo nue­vo, con un pro­pó­si­to adi­cio­nal o un carác­ter dife­ren­te, alte­ran­do el pri­me­ro con una nue­va expre­sión, sig­ni­fi­ca­do o men­sa­je»?

La Fun­da­ción ale­ga que esa trans­for­ma­ción se pro­du­ce des­de el momen­to el que Warhol some­tía los ori­gi­na­les a un pro­ce­so que con­sis­tía en foto­co­piar el ori­gi­nal, cam­biar el tama­ño y rea­li­zar unas seri­gra­fías uti­li­zan­do una malla de seda y apli­cán­do­le nue­vos colo­res, amén de dar­les el toque final con un pin­cel. Pero la duda, es si eso cam­bia el sig­ni­fi­ca­do de la ima­gen. Enton­ces ¿Pin­tar el Guer­ni­ca en color para denun­ciar su comer­cia­li­za­ción deja­ría de ser de Picas­so para con­ver­tir­se en una paro­dia de una obra del mala­gue­ño o del uso que se ha hecho de ella?

Como apun­tó cuan­do esta­lló la polé­mi­ca la perio­dis­ta Sarah Cas­co­ne en  Artnet.com, la Cor­te Supre­ma se enfren­tó a un caso simi­lar en 1994 cuan­do los here­de­ros del can­tan­te Roy Orbi­son denun­cia­ron que 2 Live Crew había uti­li­za­do la míti­ca can­ción Pretty Woman sin per­mi­so (la pro­duc­to­ra se había nega­do) en tema Oh, Pretty Woman. La sen­ten­cia esta­ble­ció que al ser una paro­dia que cam­bia­ba radi­cal­men­te el sen­ti­do de la ori­gi­nal.

Así, la alta ins­ti­tu­ción falló que esta­ba pro­te­gi­do por la doc­tri­na del Fair Use, aun asu­mien­do que había un evi­den­te inte­rés comer­cial (un fac­tor muy impor­tan­te en la cues­tión del uso legí­ti­mo). Sin embar­go, en el caso de una foto­gra­fía con­ver­ti­da en cua­dro —¿Es el Prin­ce de Warhol dis­tin­to del Prin­ce de Gols­mith?—, la cues­tión no está tan cla­ra, y las impli­ca­cio­nes son inmen­sas.

La fotó­gra­fa Lynn Golds­mith con su libro «Rock and Roll Sto­ries» en una ima­gen pro­mo­cio­nal.

De Barrio Sésamo a El señor de los anillos

En un deba­te que no lle­gó a las dos horas se habló de Barrio Sésa­mo y de El señor de los ani­llos. La deci­sión final ten­drá impor­tan­tes impli­ca­cio­nes. Por ejem­plo ¿debe una pro­duc­to­ra pagar los dere­chos de autor de un libro y reco­no­cer­le su méri­to si lue­go va a cam­biar lo que quie­ra has­ta el pun­to que muchas veces el tex­to ori­gi­nal es casi irre­co­no­ci­ble? ¿Y lue­go pue­de un direc­tor tomar imá­ge­nes de esa pelí­cu­la sin pagar un dólar y usar­la en una nue­va y ale­gar que es para resig­ni­fi­car­la?

Para Jan­nie Suk Ger­sen, de The New Yor­ker, la cues­tión tam­bién afec­ta­ría a la pro­pia Cor­te Supre­ma, cuya labor se apo­ya en la juris­pru­den­cia. En este caso, si como pare­ce falla a favor de Golds­mith, se ale­ja­rá de la doc­tri­na exis­ten­te. Para ello nece­si­ta­rá un pro­nun­cia­mien­to “ori­gi­nal” como hizo en el caso del abor­to: la recien­te sen­ten­cia Dobbs v. Jack­son Women’s Health Orga­ni­za­tion no tum­bó la ante­rior Roe v. Wade de 1973, sim­ple­men­te cam­bió el enfo­que del pro­ble­ma y deter­mi­nó que la legis­la­ción sobre el abor­to depen­de de los esta­dos y no del gobierno fede­ral.

La deci­sión se cono­ce­rá en las pró­xi­mas sema­nas, pero podría no ser del agra­do de nadie: En lugar de zan­jar la cues­tión en favor de la Fun­da­ción Warhol o de Gols­mith, podría pro­nun­ciar­se direc­ta­men­te sobre el pun­to de la doc­tri­na de Fair Use en dispu­ta y devol­ver el caso a un tri­bu­nal de otra ins­tan­cia infe­rior.

La serie com­ple­ta de Warhol dedi­ca­da al autor de «Pur­ple Rain» a par­tir de los orgi­na­les de Lynn Golds­mith.

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