Según la investigación “De puertas adentro y de pantallas afuera. Jóvenes en confinamiento” realizada por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad, gracias al apoyo de Telefónica y Banco Santander.

Casi 9 de cada 10 jóve­nes de 15 a 29 años con­ti­nua­ron sus estu­dios de mane­ra conec­ta­da duran­te el tiem­po que estu­vie­ron cerra­dos los cen­tros esco­la­res, aun­que el 71% con algu­nas (51%) o bas­tan­tes (20%) difi­cul­ta­des rela­cio­na­das fun­da­men­tal­men­te con la con­cen­tra­ción, la fal­ta de pre­pa­ra­ción del pro­fe­so­ra­do, el esta­do aní­mi­co o la conec­ti­vi­dad. A pesar de estos pro­ble­mas, una gran mayo­ría afir­ma haber satis­fe­cho todos o casi todos los obje­ti­vos del pasa­do cur­so esco­lar.

Si nos fija­mos en el entorno labo­ral, la mitad de los y las jóve­nes de 15 a 29 años tra­ba­ja­ban antes de la pan­de­mia. De ellos y ellas, un ter­cio fue des­pe­di­do o sufrió un ERTE. De aque­llos que man­tu­vie­ron su pues­to de tra­ba­jo ‑casi la mitad con reduc­cio­nes de jor­na­da o sue­l­­do- el 58% pasó a tele­tra­ba­jar. En este ámbi­to, el 59,3% afir­ma haber teni­do algu­na (46,2%) o bas­tan­tes difi­cul­ta­des (13,1%); y el 38,9% haber­se adap­ta­do per­fec­ta­men­te. La prin­ci­pal difi­cul­tad que en este caso seña­lan los y las jóve­nes es la fal­ta de un espa­cio ade­cua­do para tele­tra­ba­jar.

La clase social es determinante para el nivel de adaptación

En ambos entor­nos, el aca­dé­mi­co y el labo­ral, la cla­se social decla­ra­da es deter­mi­nan­te para el nivel de adap­ta­ción. En ambos casos, se han aco­mo­da­do mucho mejor aque­llos chi­cos y chi­cas posi­cio­na­dos en las cla­ses altas y medio altas fren­te a sus com­pa­ñe­ros de cla­ses medias y medias bajas.

Estos son algu­nos de los prin­ci­pa­les hallaz­gos del estu­dio “De puer­tas aden­tro y de pan­ta­llas afue­ra. Jóve­nes en con­fi­na­mien­to”, rea­li­za­do por el Cen­tro Rei­na Sofía sobre Ado­les­cen­cia y Juven­tud de Fad, finan­cia­do por Tele­fó­ni­ca y Ban­co San­tan­der, que se pre­sen­tó en un even­to onli­ne.

El infor­me ha sido rea­li­za­do a par­tir de las res­pues­tas de 1.200 jóve­nes de 15–29 años repre­sen­ta­ti­vos de esta fran­ja eta­ria. La mues­tra fue toma­da duran­te el mes de mayo de este año, una vez comen­za­da la fase 0 de deses­ca­la­da en todos los terri­to­rios.

Teletrabajo y “tele-estudio”, se cumplen objetivos

El tele­tra­ba­jo se exten­dió entre el 58% de jóvenes que tra­ba­ja­ban en el momen­to de comen­zar el con­fi­na­mien­to y la edu­ca­ción tele­má­ti­ca entre casi un 90% de quie­nes estu­dia­ban. En ambos entor­nos, la mayo­ría de las y los jóve­nes afir­man haber con­se­gui­do cum­plir con sus obje­ti­vos aca­dé­mi­cos y labo­ra­les.

En rela­ción a los estu­dios, un 28,2% decla­ra haber cum­pli­do todos los obje­ti­vos plan­tea­dos en el cur­so; el 41,2% casi todos; el 19,5% sólo en par­te; el 6,6% pocos; y el 2,9% nin­guno.

En cuan­to al tele­tra­ba­jo, el 77,9% de los y las jóve­nes afir­man haber cum­pli­do con todos o casi todos los obje­ti­vos labo­ra­les plan­tea­dos en sus empre­sas. Las mayo­res difi­cul­ta­des que han encon­tra­do para lograr­lo han sido la impo­si­bi­li­dad de tener un espa­cio para tra­ba­jar (26,9%), pro­ble­mas con la red (24,6%) y la impo­si­bi­li­dad de rea­li­zar cier­tas tareas en casa (26,1%).

Jóvenes, prestadores de ayudas digitales con la pandemia

Gene­ral­men­te los y las jóve­nes se con­si­de­ran más habi­li­do­sos digi­tal­men­te que sus padres y madres (71,4%), y, en más de la mitad de los casos, que sus docen­tes y emplea­do­res (55,8%). En el caso de las amis­ta­des o el res­to de gen­te de su edad las dife­ren­cias son menos nota­bles, lo que mues­tra que la bre­cha digi­tal per­ci­bi­da tie­ne un impor­tan­te com­po­nen­te gene­ra­cio­nal.

Los hom­bres y aque­llos encua­dra­dos en la cla­se alta o media alta son los que des­ta­can en la per­cep­ción de mayo­res habi­li­da­des que sus com­pa­ñe­ros gene­ra­cio­na­les o inclu­so que sus ami­gos más cer­ca­nos.

En con­gruen­cia con esta per­cep­ción sub­je­ti­va de mayor des­tre­za tec­no­ló­gi­ca, se cons­ta­ta que las y los jóve­nes se con­vir­tie­ron duran­te el con­fi­na­mien­to en impor­tan­tes pres­ta­do­res de ayu­da para las per­so­nas que les rodean: el 72,4% han pres­ta­do ayu­da a algún cono­ci­do y en el 60,2% de los casos a su padre o madre.

Sin embar­go, y aun­que el camino para el apren­di­za­je tec­no­ló­gi­co es, prin­ci­pal­men­te, autó­no­mo, ya que la auto­ca­pa­ci­ta­ción es la fuen­te más rele­van­te de alfa­be­ti­za­ción digi­tal, la recep­ción de apo­yo social es tam­bién bas­tan­te habi­tual.

Es nota­ble que un 42,8% de jóve­nes haya reci­bi­do ayu­da sobre temas tec­no­ló­gi­cos duran­te este perio­do de una gran varie­dad de per­so­nas (pro­ge­ni­to­res, amis­ta­des, pare­ja y hermanos/as, prin­ci­pal­men­te).

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