por Rafa Marí


26 de junio de 2022.

Lle­va­mos varias sema­nas con un calor pega­jo­so que de ir a más nos pro­vo­ca­rá en julio y agos­to nume­ro­sos sofo­cos. Esta reali­dad esta­cio­nal me ha traí­do a la memo­ria exce­len­tes pelí­cu­las en las que el sol y los calen­to­nes, a veces tan físi­cos como men­ta­les, con­di­cio­nan de modo deci­si­vo la con­duc­ta de los per­so­na­jes. Eli­jo diez films no por orden cro­no­ló­gi­co, opción dema­sia­do cómo­da, sino por orden de pre­fe­ren­cia per­so­nal. La sub­je­ti­vi­dad tie­ne aspec­tos atrac­ti­vos (y polé­mi­cos). Con esta ardien­te cró­ni­ca, el Dia­rio de un ciné­fi­lo. Des­de el sillón de mi casa… en Mis­la­ta se des­pi­de de los lec­to­res has­ta sep­tiem­bre.

1. La ven­ta­na indis­cre­ta (Alfred Hitch­cock, 1954). Fue con­si­de­ra­da en 1997 «cul­tu­ral, his­tó­ri­ca y esté­ti­ca­men­te sig­ni­fi­ca­ti­va» por la Biblio­te­ca del Con­gre­so de Esta­dos Uni­dos y selec­cio­na­da para su con­ser­va­ción en el Natio­nal Film Registry. Godard y Truf­faut se ena­mo­ra­ron de esta pelí­cu­la, pro­ta­go­ni­za­da por un voyeur esca­yo­la­do, que dis­cu­rre duran­te unos días del verano en un peque­ño apar­ta­men­to recrea­do en los estu­dios Para­mount (los retos de tener que ate­ner­se a limi­ta­dos espa­cios le encan­ta­ban a Hitch: Náu­fra­gos, 1944, La soga, 1948, Cri­men per­fec­to, 1954). El repar­to de La ven­ta­na indis­cre­ta es mag­ní­fi­co: James Ste­wart, Gra­ce Kelly, Ray­mond Burr Thel­ma Rit­ter (la mejor secun­da­ria del cine esta­dou­ni­den­se años 40–60). 

Thel­ma Rit­ter, Gra­ce Kelly y James Ste­wart. 

2. Law­ren­ce de Ara­bia (David Lean, 1962). La obra maes­tra del gran David Lean. El extre­mo calor del desier­to. Fue ele­gi­da en el pues­to núme­ro 5 de las 100 mejo­res pelí­cu­las por el Ame­ri­can Film Ins­ti­tu­te en su lis­ta ori­gi­nal de 1998 y núme­ro 7 en su lis­ta actua­li­za­da de 2007. Enca­be­za el AFI’s 10 Top 10 en la cate­go­ría de pelí­cu­las épi­cas. El pro­ta­go­nis­ta, Peter O’Too­le irri­ta un poco en algu­nas secuen­cias con su sobre­ac­tua­dos ges­tos de estu­por, locu­ra, ambi­ción, mie­do, deseos repri­mi­dos o ensi­mis­ma­mien­tos, pero ¿qué decir de los acto­res de repar­to? Nada menos que Clau­de Rains, Anthony Quinn, Alec Guin­ness, Jack Haw­kins, José Ferrer, Anthony Quay­le, Arthur Ken­nedy…

David Lean diri­gien­do la mar­cha ára­be de Law­ren­ce por el desier­to en Alme­ría.

3. Due­lo al sol (King Vidor, 1946). Un vibran­te melo­dra­ma más fuer­te que la vida. La des­me­le­na­da secuen­cia final ha sido home­na­jea­da por varios cineas­tas. La muer­te de Lillian Gish es otro momen­to subli­me. Insu­pe­ra­ble Gre­gory Peck en su papel de per­ver­so y sexy chu­lo. Que yo sepa, el popu­lar actor no vol­vió a repe­tir ese regis­tro. En cuan­to a la exa­ge­ra­da Jen­ni­fer Jones, le dis­cul­po todos sus exce­sos. En Due­lo al sol sí. Le sien­tan bien a la his­to­ria que nos cuen­ta Vidor.

Jen­ni­fer Jones con Lillian Gish.

4. Un tran­vía lla­ma­do deseo (Elia Kazan, 1951). Sólo admi­ro dos inter­pre­ta­cio­nes de Mar­lon Bran­do: la cua­si bio­grá­fi­ca de El últi­mo tan­go en París (Ber­nar­do Ber­to­luc­ci, 1972) y la de su lan­za­mien­to como estre­lla encar­nan­do a Stan­ley Kowals­ki en Un tran­vía... La cami­se­ta suda­da que lucía en esta modé­li­ca adap­ta­ción de la homó­ni­ma obra tea­tral de Ten­nes­see Williams hizo mucho por la fama de un cele­bra­do actor que yo encuen­tro irri­tan­te en casi todas sus pelí­cu­las (muy car­ga­do de pesa­da “doc­tri­na Acto­r’s Stu­dio”), comen­zan­do por su abu­si­va­men­te elo­gia­do Vito Cor­leo­ne en El Padrino (Fran­cis Ford Cop­po­la, 1972). Regre­so a Un tran­vía lla­ma­do deseo: Vivien Leigh esta­ba real­men­te mara­vi­llo­sa como Blan­che Dubois. En reali­dad Vivien Leigh era Blan­che Dubois.

Vivien Leigh y Mar­lon Bran­do.

5. A pleno sol (René Cle­ment, 1960). La mejor pelí­cu­la de su direc­tor y la mejor inter­pre­ta­ción de Alain Delon jun­to con su Roc­co, un joven bueno y siem­pre equi­vo­ca­do, en Roc­co y sus her­ma­nos (Luchino Vis­con­ti, 1960). Basa­da en el rela­to cri­mi­nal de Patri­cia Highs­mithAnthony Minghe­lla diri­gió una nue­va ver­sión que no esta­ba nada mal, con Matt Damon como el envi­dio­so y mani­pu­la­dor Tom Ripley. 

Alain Delon.

6. Sed de mal (Orson Welles, 1958). Admi­ro a Welles menos de lo que exi­ge el impla­ca­ble gus­to ciné­fi­lo. Ten­go mis razo­nes: en la tor­tuo­sa carre­ra de Orson hay un mon­tón de pelí­cu­las falli­das, plúm­beas o intrin­ca­da­men­te aza­ro­sas (Mac­beth, 1947; Ote­lo, 1952; Mr. Arka­din, 1955; El pro­ce­so, 1962; la peno­sa Don Qui­jo­te de Orson Welles...). Aho­ra bien, aquí esta­mos en el terreno de los logros artís­ti­cos. Sed de mal es un sober­bio film negro que Welles rodó en esta­do de ins­pi­ra­ción supre­ma. Es jus­ta­men­te muy famo­sa la secuen­cia ini­cial. El repar­to, des­lum­bran­te: Charl­ton Hes­ton, Orson Welles, Janet Leigh, Mar­le­ne Die­trich, Mer­ce­des McCam­brid­ge, Akim Tami­roff, Joseph Calleia... Inclu­so sale, vis­ta y no vis­ta, la sim­par Zsa Zsa Gabor.

Orson Welles y Mar­le­ne Die­trich.

7. Doce hom­bres sin pie­dad (Sid­ney Lumet, 1957). Pleno verano y en una sala mal refri­ge­ra­da, los doce miem­bros de un jura­do deben juz­gar a un ado­les­cen­te acu­sa­do de haber mata­do a su padre. Las prue­bas pare­cen con­clu­yen­tes. Pero la duda razo­na­ble de uno de los jura­dos hace reca­pa­ci­tar a sus com­pa­ñe­ros. Inte­li­gen­te y difi­cul­to­sa bús­que­da de la posi­ble ver­dad. Posi­ble, solo posi­ble. Basa­da en la obra tea­tral de Regi­nald Rose (Twel­ve Angry Men), Lumet con­tó con otro gran repar­to: Henry Fon­da, Lee J. Cobb, Jack War­den, E.G. Marshall, Mar­tin Bal­sam…

El jura­do de Doce hom­bres sin pie­dad.

8. El sala­rio del mie­do (H. G. Clou­zot, 1953). La ten­sión entre cua­tro tra­ba­ja­do­res de una com­pa­ñía petro­lí­fe­ra esta­lla­rá duran­te un peli­gro­so via­je duran­te el cual trans­por­tan nitro­gli­ce­ri­na. El mie­do y el calor les con­vier­te en bom­bas huma­nas. Clou­zot es un direc­tor que tie­ne pen­dien­te, entre los ciné­fi­los, una reva­lo­ri­za­ción por todo lo alto: ade­más de El sala­rio del mie­do, muchas otras de sus pelí­cu­las (El cuer­vo, 1943; Manon, 1949; Las dia­bó­li­cas, 1955; o La ver­dad, 1960) son extra­or­di­na­rias.

9. La caza (Car­los Sau­ra, 1966). Doce pro­duc­to­ras no acep­ta­ron el pro­yec­to de Car­los Sau­ra. Si lo hizo Elías Que­re­je­ta, que puso la mitad del pre­su­pues­to. La otra mitad la apor­tó el padre de Sau­ra. El roda­je se lle­vó a cabo duran­te cua­tro sema­nas en el mes de agos­to de 1964 en las loca­li­da­des de Sese­ña, Esqui­vias y Aran­juez. Los acto­res y el equi­po téc­ni­co tuvie­ron difi­cul­ta­des debi­do a las altas tem­pe­ra­tu­ras. La pelí­cu­la debe­ría haber­se titu­la­do La caza del cone­jo, títu­lo que sin embar­go fue prohi­bi­do por sus con­no­ta­cio­nes sexua­les. Luis Buñuel mani­fes­tó en varias oca­sio­nes su admi­ra­ción por La caza.

Ismael Mer­lo, Alfre­do Mayo, José María Pra­da y un joven secun­da­rio: Emi­lio Gutié­rrez Caba.

10. Fue­go en el cuer­po (Law­ren­ce Kas­dan, 1981). Máxi­ma tem­pe­ra­tu­ra eró­ti­ca. Más de 50º a la som­bra. Siem­pre recor­da­re­mos a sus acto­res este­la­res por esta pelí­cu­la cuya his­to­ria ha sido con­ta­da dece­nas de veces en el cine, aho­ra con unos tórri­dos Kath­leen Tur­ner y William Hurt (falle­ci­do el pasa­do mar­zo) en los prin­ci­pa­les pape­les.

Kath­leen Tur­ner y William Hurt.

Otras pelí­cu­las que hubie­ran podi­do for­mar par­te per­fec­ta­men­te de mis “10 pre­fe­ri­das” en el géne­ro de pelí­cu­las calu­ro­sas, ya que todas las elec­cio­nes son permea­bles y orgá­ni­cas: La ten­ta­ción vive arri­ba (Billy Wil­der, 1955), La gata sobre el teja­do de zinc (Richard Brooks, 1958), En el calor de la noche (Nor­man Jewin­son, 1967), La ley del deseo (Pedro Almo­dó­var, 1987), Un día de furia (Joel Schu­ma­cher, 1993)… Y aho­ra, las vaca­cio­nes. ¡Has­ta sep­tiem­bre, cuan­do los ter­mó­me­tros estén en cla­ro retro­ce­so! 


DESDE EL SILLÓN DE MI CASA… EN MISLATA

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

DESDE EL SILLÓN DE MI CASA… EN MISLATA (antes lla­ma­da DIARIO DE UN CINÉFILO), es una sec­ción dedi­ca­da al mun­do de las Series de TV, a todos sus aspec­tos ciné­fi­los pero tam­bién a sus deri­va­cio­nes socio­ló­gi­cas y rela­ti­vas a la vida coti­dia­na de las per­so­nas. La cons­truc­ción de roles, las rela­cio­nes fami­lia­res, la actua­li­dad, la come­dia y el dra­ma, la épi­ca his­tó­ri­ca, dra­go­nes y maz­mo­rras… Todo cabe en el mun­do de las series, y cual­quier pers­pec­ti­va del mun­do pue­de ser vis­ta des­de la ópti­ca de un ciné­fi­lo, de un serió­fi­lo inte­li­gen­te y pers­pi­caz. La sec­ción está per­so­na­li­za­da en Rafa Marí, uno de los últi­mos gran­des ciné­fi­los espa­ño­les. La perio­di­ci­dad es alea­to­ria, y la lon­gi­tud de cada entra­da, tam­bién. Pue­de ser tan­to muy cor­ta: un afo­ris­mo, como un exten­so mini­en­sa­yo, o entre­vis­ta, o diá­lo­go inte­rior.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 fichó por Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te es colum­nis­ta y crí­ti­co de arte.

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