por Rafa Marí


28 de abril de 2022.

Noti­cia tris­te de hace unas horas: el actor Juan Die­go (Sevi­lla, 1942) falle­ció este jue­ves a los 79 años en la Clí­ni­ca de la Zar­zue­la de Madrid, tras una dura enfer­me­dad. Juan Die­go tuvo una lar­ga tra­yec­to­ria en el cine, el tea­tro y la tele­vi­sión. Algu­nos de sus mejo­res pape­les en el cine fue­ron los de Dra­gon Rapi­de (Jai­me Camino, 1986), pelí­cu­la en la que inter­pre­tó al gene­ral Fran­cis­co Fran­co en los días del gol­pe de Esta­do de julio de 1936; La noche oscu­ra (Car­los Sau­ra, 1989), en la que encar­nó al sacer­do­te y gran poe­ta mís­ti­co San Juan de la Cruz y, sobre todo, Los san­tos ino­cen­tes (Mario Camus, 1984), film en el que dio vida a un cruel terra­te­nien­te fran­quis­ta. 

Juan Die­go con Agus­tín Gon­zá­lez en Los san­tos ino­cen­tes.
Con Miguel Deli­bes duran­te el roda­je de Los san­tos ino­cen­tes, 1984.

¿Cómo pudo ofre­cer­nos Juan Die­go una inter­pre­ta­ción tan pre­ci­sa y con­ven­ci­da de un ser detes­ta­ble, una cria­tu­ra odio­sa naci­da en las pági­nas de la exce­len­te nove­la homó­ni­ma de Miguel Deli­bes? El actor decía al res­pec­to: “Cuan­do inter­pre­tas a un hijo de puta, tie­nes que defen­der a muer­te a ese hijo de puta”. El arte cine­ma­to­grá­fi­co es así. La refle­xión, a modo de afo­ris­mo, del actor sevi­llano recuer­da una fra­se de la actriz fran­ce­sa Simo­ne Sig­no­ret: “Pre­fie­ro encar­nar a una fas­cis­ta en una pelí­cu­la anti-fas­­ci­s­­ta que a una anti-fas­­ci­s­­ta en una pelí­cu­la fas­cis­ta”. Supon­go que lo ideal para cual­quier actor o actriz es inter­pre­tar a per­so­na­jes com­ple­jos en pelí­cu­las ideo­ló­gi­ca­men­te com­ple­jas. Los cómo­dos mani­queís­mos no son intere­san­tes. No que­da cla­ro si Escar­la­ta O’Ha­ra (Vivien Leigh, Dar­jee­ling, India, 1913) es un ser des­pre­cia­ble o admi­ra­ble en Lo que el vien­to se lle­vó (Vic­tor Fle­ming, David O. Selz­nick, Geor­ge Cukor, Sam Wood, 1939: los cua­tro hicie­ron apor­ta­cio­nes entre deci­si­vas –Selz­nick– e impor­tan­tes a la pelí­cu­la de la Metro, basa­da en la nove­la de Mar­ga­ret Mit­chell). El espec­ta­dor se ena­mo­ra de ella en algu­nos pasa­jes, por su cora­je y su dig­na capa­ci­dad de lucha, y en otros le tira­ría escu­pi­ta­jos a la cara por su com­por­ta­mien­to egoís­ta y mani­pu­la­dor. Esa dua­li­dad es lo que hace a Escar­la­ta un uni­ver­sal per­so­na­je de fic­ción. Posi­ble­men­te todos tene­mos dosis de esas her­mo­sas varian­tes de la con­di­ción huma­na (cora­je y dig­ni­dad) y de otras, no tan agra­da­bles (egoís­mo y mani­pu­la­ción).

En la bio­gra­fía Vivien Leigh. La tra­ge­dia de Scar­lett O’Ha­ra (T&B Edi­to­res, 2013), el escri­tor gra­na­dino José Madrid cuen­ta una anéc­do­ta que de tan extre­ma resul­ta casi inve­ro­sí­mil (aun­que yo la creo): en una gira tea­tral de la actriz bri­tá­ni­ca en los años 50, un perio­dis­ta ini­ció la entre­vis­ta pre­gun­tán­do­le a Vivien, igno­ran­te él, si había hecho algu­na pelí­cu­la. Los bellos ojos ver­des de la actriz echa­ron chis­pas de ira: “¿No ha vis­to usted Lo que el vien­to se lle­vó?”, dijo, a modo de res­pues­ta. “No”, con­fe­só el perio­dis­ta (perio­dis­ta o lo que fue­se). Vivien Leigh dio por fina­li­za­da la con­ver­sa­ción en ese mis­mo momen­to. Hizo muy bien. Segu­ra­men­te se tra­ta de la entre­vis­ta más cor­ta de la his­to­ria.

La Escar­la­ta de Lo que el vien­to se lle­vó, un per­so­na­je ambi­guo.

DESDE EL SILLÓN DE MI CASA… EN MISLATA

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

DESDE EL SILLÓN DE MI CASA… EN MISLATA (antes lla­ma­da DIARIO DE UN CINÉFILO), es una sec­ción dedi­ca­da al mun­do de las Series de TV, a todos sus aspec­tos ciné­fi­los pero tam­bién a sus deri­va­cio­nes socio­ló­gi­cas y rela­ti­vas a la vida coti­dia­na de las per­so­nas. La cons­truc­ción de roles, las rela­cio­nes fami­lia­res, la actua­li­dad, la come­dia y el dra­ma, la épi­ca his­tó­ri­ca, dra­go­nes y maz­mo­rras… Todo cabe en el mun­do de las series, y cual­quier pers­pec­ti­va del mun­do pue­de ser vis­ta des­de la ópti­ca de un ciné­fi­lo, de un serió­fi­lo inte­li­gen­te y pers­pi­caz. La sec­ción está per­so­na­li­za­da en Rafa Marí, uno de los últi­mos gran­des ciné­fi­los espa­ño­les. La perio­di­ci­dad es alea­to­ria, y la lon­gi­tud de cada entra­da, tam­bién. Pue­de ser tan­to muy cor­ta: un afo­ris­mo, como un exten­so mini­en­sa­yo, o entre­vis­ta, o diá­lo­go inte­rior.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 fichó por Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te es colum­nis­ta y crí­ti­co de arte.

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