Max Aub no tie­ne una bio­gra­fía banal. Nació en en 1903, París; pero su fami­lia, de ori­gen judio, se afin­có en Valen­cia en 1914. Apren­dió el cas­te­llano en poco tiem­po, decla­ran­do, años des­pués, que no podría escri­bir en otra len­gua. Hizo el bachi­ller en el Ins­ti­tu­to Luis Vives de Valen­cia.

Entre sus amis­ta­des de aque­lla épo­ca figu­ran el her­ma­nos Gaos, Juan Gil-Albert, Juan Cha­bás... No estu­dió en la Uni­ver­si­dad; tra­ba­jó como via­jan­te de comer­cio para con­se­guir cuan­to antes inde­pen­den­cia eco­nó­mi­ca de su fami­lia. En 1928 se afi­lió al Par­ti­do Socia­lis­ta Obre­ro Espa­ñol. Com­pa­gi­nó el queha­cer comer­cial con la lite­ra­tu­ra publi­can­do pie­zas de tea­tro de van­guar­dia.

Max Aub.

Con el ini­cio de la Gue­rra Civil, ejer­ció como diplo­má­ti­co con la dele­ga­ción espa­ño­la a París; fue uno de los que ges­tio­nó el encar­go del cua­dro de Guer­ni­ca a Picas­so. A su regre­so a Espa­ña, cola­bo­ró con  André Malraux en la rea­li­za­ción del fil­me Sie­rra de Teruel, adap­ta­ción de la nove­la L´Espoir, del escri­tor y aven­tu­re­ro fran­cés. Con­clui­da la Gue­rra, estu­vo en varios cam­pos de con­cen­tra­ción has­ta que logró exi­liar­se a Méxi­co don­de pro­si­guió su acti­vi­dad lite­ra­ria has­ta su muer­te, en 1972.

GRUPO ESPADAÑA

En 1997 se creó la Fun­da­ción Max Aub, con sede en la ciu­dad de Segor­be. Esta insi­tu­ción lle­va rea­li­zan­do des­de enton­ces una enco­mia­ble acti­vi­dad de inves­ti­ga­ción y publi­ci­ta­ción de la obra de este autor, pero tam­bién de las gen­tes de las artes y las letras con las que tuvo una apa­sio­na­da y cons­tan­te rela­ción. Ejem­pli­fi­ca bien lo que deci­mos, la recien­te publi­ca­ción de un epis­to­la­rio iné­di­to entre Max Aub y Vic­to­riano Cré­mer y Euge­nio de Nora, dos des­ta­ca­dos poe­tas y escri­to­res de la gene­ra­ción de los años 40 y 50 del pasa­do siglo, que estu­vie­ron vin­cu­la­dos al deno­mi­na­do gru­po Espa­da­ña.

La por­ta­da del libro.

En 1944 se auto­ri­zó la publi­ca­ción de la revis­ta Espa­da­ña, Plie­gos de Poe­sia. Tenia por pro­pó­si­to pro­gra­má­ti­co “con­tri­buir al desa­rro­llo de la poe­sia espa­ño­la y reco­ger las orien­ta­cio­nes jóve­nes de la vida pro­vin­cia­na”. El gru­po lo for­ma­ron el poe­ta y párro­co Anto­nio Gon­zá­lez de Lama, Euge­nio de Nora, Vic­to­riano Cré­mer y algu­nos otros jove­nes poe­tas. Pre­co­ni­za­ba una poe­sia des­ga­rra­da, tre­men­dis­ta y pio­ne­ra de lo que lue­go fue la poe­sia social.

La rela­ción epis­to­lar de Max Aub con Euge­nio de Nora y con Vic­to­riano Cré­mer, tie­ne mati­ces cier­ta­men­te dis­tin­tos, como seña­la Bell­ve­ser: “fue­ron como de un extre­mo a extre­mo, del tra­to con el influ­yen­te pro­fe­sor uni­ver­si­ta­rio que vivía en Sui­za (de Nora) y cuya opi­nión lite­ra­ria era bien res­pe­ta­da, al anar­quis­ta de izquier­das, cajis­ta de impren­ta de perió­di­co, auto­di­dac­ta, que repre­sen­ta­ba Vic­to­riano Cré­mer en el con­cier­to de la poe­sia social y tre­men­dis­ta de los años 40 y 50”.

La tarea de Ricardo Bellveser

ricardo bellveser

Ricar­do bell­ve­ser.

El estu­dio, notas y selec­ción de este mate­rial ha esta­do a car­go del poe­ta, inves­ti­ga­dor y perio­dis­ta Ricar­do Bell­ve­ser, falle­ci­do muy recien­te­men­te. Este volu­men, al que dedi­có tres años, es lo últi­mo que publi­có poco antes con su muer­te.

Lla­ma la aten­ción su escru­pu­lo­so tra­ba­jo y rigor eru­di­to pero tam­bién, el de quien esqui­va la fácil ari­dez del aca­de­mi­cis­mo pro­fe­sio­nal, la tedio­sa acu­mu­la­ción de datos sin ver­te­bra­ción inter­pre­ta­ti­va; al con­tra­rio: prac­ti­ca una gra­ta y flui­da lec­tu­ra pro­pia de quien ‑perio­dis­ta voca­cio­nal duran­te muchos años- le intere­sa infor­mar de mane­ra cla­ra e ins­truc­ti­va al posi­ble lec­tor.

Ofre­ce datos sor­pren­den­tes, como el tiem­po que Aub dedi­có a su epis­to­la­rio. En la fun­da­ción que lle­va su nom­bre se con­ser­va más de 10.000 car­tas diri­gi­das sobre todo a escri­to­res, artis­tas e inte­lec­tua­les espa­ño­les de aquel momen­to.

Max Aub.

Max Aub.

Hay tam­bien ati­na­das refle­xio­nes sobre el mate­rial con el que tra­ba­ja: “el géne­ro epis­to­lar tie­ne muchas vir­tu­des ‑como la espon­ta­nei­dad, la inme­dia­tez, la con­­cre­­ción- y muchos defec­tos ‑el des­cui­do, cier­ta retó­ri­ca vacua, la nece­si­dad de cono­cer las dos voces para inter­pre­tar correc­ta­men­te lo que se dice- que se neu­tra­li­zan unas a otras, según el sen­ti­do que del valor de estos tes­ti­mo­nios tie­ne cada lec­tor”.

Bell­ve­ser recuer­da las difi­cul­ta­des que había enton­ces en una rela­ción epis­to­lar, que para las jóve­nes gene­ra­cio­nes pue­den resul­tar pin­to­res­cas: “Cada car­ta se escri­bía a mano o con una máqui­na de escri­bir que impo­si­bi­li­ta­ba cual­quier correc­ción, sal­vo tachar la pala­bra equi­vo­ca­da y vol­ver a escri­bir­la. (…) En cuan­to a tener copias: O había que vol­ver a escri­bir las car­tas o uti­li­zar papel de cal­co que hacía una copia defi­cien­te, pero copia al fin”. Etc.

EL DESEO DE AUB

El tema cen­tral de este epis­to­la­rio es, en reali­dad, la com­ple­ja rela­ción, duran­te los lar­gos años de post­gue­rra, entre las gen­tes del exi­lio exte­rior y del inte­rior. Rela­ción, en oca­sio­nes, heroi­ca; a veces, mez­qui­na y mise­ra­ble. Como casi todo lo humano.

En “El rema­te”, una cono­ci­da narra­ción de Aub, el pro­ta­go­nis­ta, un escri­tor espa­ñol exi­lia­do en Méxi­co que vive con la espe­ran­za de regre­sar algún día a Espa­ña, y que es un alter ego del pro­pio Aub, en cier­ta oca­sión dice: “Nin­guno de esos mucha­chos que empie­zan aho­ra ha leí­do nada mío, ni cono­cen el san­to de mi nom­bre. Les sue­nan ‑a algu­­nos- los de aque­llos que publi­ca­ron antes del 36. Los demás nos pudri­mos, des­apa­re­ce­mos. Por­que, como es natu­ral, tam­po­co en Méxi­co somos nadie.”

He aquí resu­mi­da la tra­ge­dia del exi­lia­do que a par­tir de cier­to momen­to se sien­te extran­je­ro en todas par­tes.

Max Aub se con­si­de­ró, ante todo, escri­tor. En ese sen­ti­do, hay una afir­ma­cion suya de una sin­ce­riad con­mo­ve­do­ra: “Escri­bo para per­ma­ne­cer en los manua­les de lite­ra­tu­ra, para estar ahí, para vivir cuan­do haya muer­to”. El exce­len­te tra­ba­jo de inves­ti­ga­ción de Bell­ve­ser, la pro­pia exis­ten­cia de la fun­da­ción que lle­va su nom­bre, y cuan­tio­sas otras con­si­de­ra­cio­nes, mues­tran que este escri­tor ha logra­do lo que desea­ba.

Título: Max Aub, Victoriano Crémer y Eugenio de Nora. Epistolario inédito.

Auto­res: Max Aub y otros

Edi­cion a car­go de: Ricar­do Bell­ve­ser

Edi­to­rial: Fun­da­ción Max Aub

Pági­nas: 245

 

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