21 de mar­zo de 2022.

He rebus­ca­do estos últi­mos días en los cajo­nes y estan­tes de diver­sos arma­rios de mi casa con la espe­ran­za de reen­con­trar por fin algu­nos mag­ní­fi­cos libros a los que per­dí la pis­ta hace años a cau­sa de mi ten­den­cia al des­or­den cla­si­fi­ca­to­rio. Algu­nos éxi­tos he teni­do en esa inda­ga­ción que debía haber ini­cia­do ya hace años. Uno de ellos ha con­sis­ti­do en vol­ver a tener en mis manos tres volú­me­nes ciné­fi­los muy valio­sos, tres obras del crí­ti­co e his­to­ria­dor de cine José Luis Guar­ner (Bar­ce­lo­na, 1937; murió en 1993, a los 56 años, a cau­sa de un cán­cer), al que siem­pre leí con pla­cer y pro­ve­cho inte­lec­tual. Guar­ner cola­bo­ró con publi­ca­cio­nes como la míti­ca Film Ideal, en la revis­ta Foto­gra­mas y en los perió­di­cos Cata­lu­ña Express, La Van­guar­dia o El Perió­di­co. Tam­bién fue crí­ti­co en varios pro­gra­mas de TVE. 

Los tres libros de Guar­ner que han vuel­to a mis manos estos días son Diá­lo­gos casi socrá­ti­cos con Rober­to Ros­se­lli­ni (Ana­gra­ma, jun­to a José Oli­ver, 1972), el impor­tan­te estu­dio crí­ti­co Rober­to Ros­se­lli­ni (Fun­da­men­tos, 1985, un clá­si­co de la his­to­rio­gra­fía ciné­fi­la que mere­ce ser reedi­ta­do) y el muy ameno y cer­te­ro Muer­te y trans­fi­gu­ra­ción. His­to­ria del cine ame­ri­cano. 1961–1992 (edi­ta­do por Laer­tes, ensa­yo publi­ca­do en 1993, año de la muer­te de Guar­ner). El volu­men Rober­to Ros­se­lli­ni lo he releí­do –lo he devo­ra­do– en dos tar­des de la sema­na falle­ra.

Cada vez amo más el cine de Ros­se­lli­ni: Roma, ciu­dad abier­ta, 1945; Pai­sà, 1946; Ale­ma­nia, año cero, 1948; Strom­bo­li, 1950; la mara­vi­llo­sa Euro­pa, 51, 1952; la céle­bre e influ­yen­te Te que­rré siem­pre, 1954; El gene­ral de la Rove­re, 1959; Fugi­ti­vos en la noche, 1960… Una fil­mo­gra­fía impre­sio­nan­te, avan­za­da a su tiem­po, aus­te­ra, crea­ti­va y emo­cio­nan­te a la vez… Mis diez cineas­tas pre­fe­ri­dos (per­mí­tan­me que cai­ga de nue­vo en la infan­til que­ren­cia por las lis­tas) son, por orden alfa­bé­ti­co: Luis Buñuel, Char­les Cha­plin, Teren­ce Fisher, John Ford, Alfred Hitch­cock, Fritz Lang, Ernst Lubitsch, Max Ophüls, Michael Powell y Rober­to Ros­se­lli­ni.

Repa­so la lis­ta y me pre­gun­to, con un tono de repro­che: ¿Y no dices nada de Anthony Mann, Stan­ley Kubrick, Fede­ri­co Felli­ni, Howard Hawks, Raoul Walsh, Vit­to­rio de Sica, Luchino Vis­con­ti, Leo McCa­rey, Frank Capra, Jac­ques Tour­neur, Mar­tin Scor­se­se, King Vidor, David Lean, Aki­ra Kuro­sa­wa, Luis Gar­cía Ber­lan­ga, H. G. Clou­zot, David Cro­nen­berg, Stan­ley Donen, Robert Wise…? Maña­na lo pen­sa­ré mejor. Sí, maña­na recon­si­de­ra­ré mis “ena­mo­ra­mien­tos ciné­fi­los” con el debi­do sosie­go. Las pre­fe­ren­cias son como la vida, una pode­ro­sa mate­ria orgá­ni­ca. Las mareas, el paso del tiem­po y las lunas lle­nas influ­yen en nues­tras elec­cio­nes y nues­tros gus­tos.

Cuan­do murió Guar­ner, Román Gubern (Bar­ce­lo­na, 1934) escri­bió en El País una her­mo­sa necro­ló­gi­ca. Repro­duz­co uno de sus párra­fos: “No será posi­ble escri­bir sobre los ava­ta­res del cine y de la refle­xión cine­ma­to­grá­fi­ca en Espa­ña pres­cin­dien­do del papel cen­tral que José Luis Guar­ner desem­pe­ñó en estas lides. José Luis fue en los años oscu­ros del fran­quis­mo uno de los moto­res del cine­club Mon­te­rols de Bar­ce­lo­na (en don­de con­si­guió exhi­bir­se El aco­ra­za­do Potem­kin dis­fra­za­do como Las esca­li­na­tas de Odes­sa); fue uno de los intro­duc­to­res y exé­ge­tas de las noví­si­mas refle­xio­nes del equi­po de Cahiers du Ciné­ma; fue ana­lis­ta y crí­ti­co en Film Ideal, Docu­men­tos cine­ma­to­grá­fi­cos, Foto­gra­mas, La Van­guar­dia y la revis­ta bri­tá­ni­ca Movie, entre otras publi­ca­cio­nes. Estu­vo en el equi­po fun­da­dor, y fue timo­nel, has­ta su nau­fra­gio, del Fes­ti­val de Cine de Bar­ce­lo­na, que tran­si­tó pro­ce­lo­sa­men­te des­de la nove­dad esté­ti­ca del color en los años 50 has­ta el diá­lo­go entre la ima­gen foto­quí­mi­ca y la elec­tró­ni­ca en los años 80”.

Esce­na de la matan­za en la esca­li­na­ta de Ode­sa, del miti­fi­ca­do film comu­nis­ta El aco­ra­za­do Potem­kin (1925), de Eisens­tein.

Copio tam­bién un curio­so e ines­pe­ra­do comen­ta­rio de Guar­ner expre­sa­do en Muer­te y trans­fi­gu­ra­ción: “Cin­co años más joven que Geor­ge Cukor, nue­ve más vie­jo que Min­ne­lli, Del­mer Daves (1904–1977), des­pués de rea­li­zar los wes­terns libe­ra­les más sig­ni­fi­ca­dos de los 50, rema­ta­ría su carre­ra en la línea de opu­len­tos, lar­guí­si­mos melo­dra­mas que abrió En una isla tran­qui­la al sur (1959), el pri­me­ro de los cua­tro com­pro­mi­sos con War­ner Brothers para entro­ni­zar el jer­sey rojo de Troy Donahue, rubri­ca­dos por varios sun­tuo­sos movi­mien­tos de grúa, en Parrish (1961), Susan Sla­de (1961) y la casi genial Más allá del amor (1962), con el medio­cre Escán­da­lo en Villa Fio­ri­ta (1964) a modo de coro­la­rio”. 

Estu­pen­dos esos dos diver­ti­dos apun­tes de Guar­ner, “entro­ni­zar” el jer­sey rojo de Troy Donahue y con­si­de­rar “casi genial” a la dul­zo­na y seduc­to­ra Más allá del amor.


DIARIO UN CINÉFILO

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

DIARIO DE UN CINÉFILO Es una sec­ción dedi­ca­da al mun­do de las Series de TV, a todos sus aspec­tos ciné­fi­los pero tam­bién a sus deri­va­cio­nes socio­ló­gi­cas y rela­ti­vas a la vida coti­dia­na de las per­so­nas. La cons­truc­ción de roles, las rela­cio­nes fami­lia­res, la actua­li­dad, la come­dia y el dra­ma, la épi­ca his­tó­ri­ca, dra­go­nes y maz­mo­rras… Todo cabe en el mun­do de las series, y cual­quier pers­pec­ti­va del mun­do pue­de ser vis­ta des­de la ópti­ca de un ciné­fi­lo, de un serió­fi­lo inte­li­gen­te y pers­pi­caz. La sec­ción está per­so­na­li­za­da en Rafa Marí, uno de los últi­mos gran­des ciné­fi­los espa­ño­les. La perio­di­ci­dad es alea­to­ria, y la lon­gi­tud de cada entra­da, tam­bién. Pue­de ser tan­to muy cor­ta: un afo­ris­mo, como un exten­so mini­en­sa­yo, o entre­vis­ta, o diá­lo­go inte­rior.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 fichó por Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te es colum­nis­ta y crí­ti­co de arte.

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