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El “bebé”, del que todavía se desconoce si es macho o hembra, se llamará Karo y ya está a la vista del público en la zona que recrea la sabana subterránea.

Los niños y niñas que par­ti­ci­pa­ban en Expe­di­ción Áfri­ca, la escue­la de verano de BIOPARC Valen­cia, pudie­ron vivir una expe­rien­cia excep­cio­nal y que, con segu­ri­dad, no olvi­da­rán. Impre­sio­na­dos, fue­ron tes­ti­gos de uno de esos mara­vi­llo­sos momen­tos de la natu­ra­le­za, al ser los pri­me­ros en con­tem­plar a la cría de oric­te­ro­po jus­to des­pués de nacer.

 

El nue­vo bebé de Bio­parc con su madre.

Duran­te el reco­rri­do matu­tino por el par­que jun­to con las edu­ca­do­ras, al visi­tar el ter­mi­te­ro y la cue­va que habi­tan los oric­te­ro­pos apre­cia­ron que la hem­bra, que habi­tual­men­te duran­te el día per­ma­ne­ce ador­mi­la­da, se mos­tra­ba muy acti­va. Este hecho hizo pre­ver que el espe­ra­do par­to era inmi­nen­te.

Con la inten­ción de que los más peque­ños pudie­ran hacer un segui­mien­to, se orga­ni­zó una segun­da visi­ta y la sor­pre­sa fue mayús­cu­la pues cuan­do lle­ga­ron el extra­or­di­na­rio acon­te­ci­mien­to aca­ba­ba de pro­du­cir­se.

Con­tem­pla­ron emo­cio­na­dos al “bebé” aun con el cor­dón umbi­li­cal y toda­vía se sin­tie­ron más con­mo­vi­dos al per­ca­tar­se de que eran los pri­me­ros en ver­lo. Rápi­da­men­te las edu­ca­do­ras avi­sa­ron a los cui­da­do­res para que se pusie­ra en mar­cha el pro­to­co­lo para garan­ti­zar el bien­es­tar de la madre y la cría.

 

La expe­di­ción que des­cu­brió a la nue­va cría de cer­do hor­mi­gue­ro, lla­ma­da por ellos mis­mos “Karo”.

Es tra­di­ción en las ins­ti­tu­cio­nes zoo­ló­gi­cas que el cui­da­dor que ve por pri­me­ra vez a un recién naci­do tie­ne la pre­rro­ga­ti­va de poner­le nom­bre. Así que en este caso han sido los niños y niñas de Expe­di­ción Áfri­ca los encar­ga­dos de ele­gir­lo.

Como toda­vía se des­co­no­ce el sexo de la cría pen­sa­ron en una deno­mi­na­ción gené­ri­ca y, ade­más, deci­die­ron com­po­ner una pala­bra que inclu­ye­ra un agra­de­ci­mien­to a sus moni­to­ras. Así que, uti­li­zan­do la pri­me­ra síla­ba del nom­bre de ellas, el resul­ta­do ha sido Karo y de esta for­ma se lla­ma­rá el peque­ño cer­do hor­mi­gue­ro. Karo es tam­bién una des­co­no­ci­da tri­bu de Etio­pía for­ma­da por entre 1.000 y 1.500 per­so­nas.

 

Los niños obser­van a la nue­va cría de cer­do hor­mi­gue­ro.

La cría pesó 1,9 kg. al nacer y su desa­rro­llo está sien­do ópti­mo, pues ya ha alcan­za­do los 4,5 kilos. En este sen­ti­do, ya se encuen­tra a la vis­ta del públi­co en su recin­to exte­rior ubi­ca­do en la zona que recrea la vida sub­te­rrá­nea de la Saba­na.

El oric­te­ro­po (Ory­cte­ro­pus afer­que) es una espe­cie muy rara y es la úni­ca viva de su orden, la tubu­li­den­ta­ta. Se carac­te­ri­za por tener una estruc­tu­ra den­tal sin­gu­lar en mamí­fe­ros con dien­tes sin raí­ces, com­pues­tos por unas estruc­tu­ras tubu­la­res de den­ti­na que se cemen­tan for­man­do unos pris­mas hexa­go­na­les recu­bier­tos nue­va­men­te por den­ti­na.

Son mamí­fe­ros digi­tí­gra­dos, con pre­sen­cia de cua­tro dedos en las patas ante­rio­res y cin­co en las pos­te­rio­res. Y lla­ma la aten­ción en él su hoci­co lar­go y cilín­dri­co, sus ore­jas y la len­gua que es muy lar­ga y pro­trác­til.

 

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