[vc_row full_width_row=“true”][vc_column][vc_column_text]

El crí­ti­co Richard Frie­denthal los carac­te­ri­zó del siguien­te modo: “Los años iti­ne­ran­tes de Wilhelm Meis­ter no son ya una nove­la, sino un orde­na­do alma­cén de la sabi­du­ría de Goethe. Se bur­la de todas las reglas, inclu­so de las pro­pias”.

Su carác­ter estric­ta­men­te nove­les­co siem­pre ha sido pues­to en entre­di­cho. La ver­sión defi­ni­ti­va es de 1829, es decir, poco tiem­po antes de con­cluir Goethe su lar­ga vida.

 

Los años iti­ne­ran­tes es una teo­ría de la renun­cia; y una mez­cla de géne­ros: reco­pi­la­ción de nove­las cor­tas, tex­to cen­tral jalo­na­do por ocul­tas cla­ves masó­ni­cas, una defen­sa del apro­ve­cha­mien­to de los recur­sos natu­ra­les del Vie­jo Mun­do y de la emi­gra­ción a Amé­ri­ca, un escri­to sobre la feli­ci­dad razo­na­ble, un tra­ta­do de éti­ca en el que las accio­nes deben per­se­guir el mayor bien para el mayor núme­ro de per­so­nas, etc.

Si el Faus­to dilu­ye las for­mas tea­tra­les, Los años iti­ne­ran­tes hacen lo pro­pio con las narra­ti­vas,  en las que inclu­yen die­ta­rios, infor­mes indus­tria­les, epís­to­las, afo­ris­mos, poe­mas filo­só­fi­cos…

 

Quijote y Goethe

Si hay que bus­car­le paren­tes­co a esta obra, no es difí­cil pen­sar en los can­tos fina­les del Faus­to, aquel per­so­na­je que desea dete­ner el tiem­po y per­der el alma pero que final­men­te gana cuan­do ve “un pue­blo libre en una tie­rra libre”. Tam­bién tie­ne afi­ni­da­des con el Deca­me­ron de Boc­cac­cio, el Hep­ta­me­ron de Mar­ga­ri­ta de Nava­rra o de las Mil y una noches. Pero qui­zá sobre todo con El Qui­jo­te cer­van­tino

 

Johann Wolf­gang von Goethe.

Los años iti­ne­ran­tes fue­ron tra­du­ci­dos al cas­te­llano en dos oca­sio­nes pre­vias y con títu­los dis­tin­tos: Los años de via­jes de W.M. (de Zaqueo Roge­rio Fal­gue­ra, 1916), Los años de andan­zas de W. M (de Rafael Can­si­nos Assens, 1944).

Los años iti­ne­ran­tes son la con­ti­nua­ción de Los años de apren­di­za­je; y com­par­ten los per­so­na­jes prin­ci­pa­les: el Abad (auto­ri­dad supre­ma de la Socie­dad de la Torre y direc­tor del iti­ne­ra­rio de Wilhelm), Félix (el hijo que tuvo con la actriz Maria­na), Nata­lia (que solo apa­re­ce en epís­to­las), Jarno, Lota­rio, etc.

Su línea argu­men­tal bási­ca es la tra­yec­to­ria for­ma­ti­va de Wilhelm Meis­ter, quien aban­do­na su tra­ba­jo artís­ti­co en el tea­tro para con­ver­tir­se en per­so­na más acti­va de otro modo ‑se hará ciru­­jano- para la trans­for­ma­ción social pro­pug­na­da por La pro­vin­cia peda­gó­gi­ca y La Socie­dad de la Torre, ins­ti­tu­cio­nes de orien­ta­ción ilus­tra­da y masó­ni­ca. Algu­nos auto­res con­si­de­ran estos pro­yec­tos una anti­ci­pa­ción del socia­lis­mo utó­pi­co de Hen­ri de Saint Simon.

En una car­ta a la seño­ra Char­lot­te von Stein, Goethe dice que su idea es com­po­ner una tri­lo­gía nove­les­ca: Años de apren­di­za­je, Años Iti­ne­ran­tes y Años de Magis­te­rio; esta últi­ma obra nun­ca lo lle­gó a com­ple­tar­la.

 

Lo sagrado

La cues­tión de las reli­gio­nes y de lo sagra­do ocu­pa un par­te impor­tan­te del libro.

La Socie­dad de la Torre pro­pug­na una reli­gión de la huma­ni­dad basa­da en tres res­pe­tos: 1) a lo que está sobre noso­tros (reli­gión étni­ca) com­pues­to por los ras­gos comu­nes a todas la reli­gio­nes 2) a lo que es igual que noso­tros (reli­gión filo­só­fi­ca), el hom­bre está en un pun­to medio 3) a lo que está bajo noso­tros (reli­gión cris­tia­na) que con­si­de­ra divi­nos algu­nos aspec­tos en prin­ci­pio nega­ti­vos: la pobre­za, la des­con­si­de­ra­ción, el sufri­mien­to, la muer­te, las vejaciones…y que entien­de los peca­dos y los crí­me­nes no como sim­ples obs­tácu­los, sino ines­pe­ra­dos cami­nos que con­du­cen  a la pie­dad y al ape­go a lo san­to.

En esta obra, el tiem­po tie­ne mucha menos impor­tan­cia que el espa­cio. De ahí la rele­van­cia del pai­sa­je, de los inte­rio­res domés­ti­cas, de las man­sio­nes. De ahí tam­bién que las refle­xio­nes más rele­van­tes acer­ca de la vida se for­mu­len en cum­bres mon­ta­ño­sas.

 

Románticos irritados

En el momen­to de su publi­ca­ción, Los años iti­ne­ran­tes de Wilhelm Meis­ter fue­ron ata­ca­dos por los jóve­nes román­ti­cos de la segun­da hor­na­da; des­pre­cia­ban que lo que en su opi­nión era un esti­lo senil, arti­fi­cio­so, caren­te de gus­to y for­za­do.  ¿Qué se pro­du­jo esa agre­si­va ani­mad­ver­sión? En par­te por­que moral de este libro es el de  la renun­cia, el des­en­can­ta­mien­to del mun­do, algo no era muy seduc­tor para jóve­nes lec­to­res apa­sio­na­dos ; y en par­te, por la des­con­cer­tan­te con­ver­gen­cia de for­mas anti­guas e inno­va­ción.

En el siglo XX, auto­res como Udo Ruk­ser advir­tie­ron el esti­lo rap­só­di­co, yux­ta­po­si­ción de accio­nes, simul­ta­nei­dad de acon­te­ci­mien­tos, rela­ti­vi­za­ción de las rela­cio­nes espa­cia­les y tem­po­ra­les de Los años iti­ne­ran­tes, todo cual ha sido de una radi­cal rele­van­cia en la nove­la con­tem­po­rá­nea.

Trans­cri­ba­mos, para con­cluir, algu­nos afo­ris­mos del apar­ta­do “Con­si­de­ra­cio­nes de un via­je­ro”.

- ¿Cuál es tu obli­ga­ción? Las exi­gen­cias del día.

-Nada más inde­sea­ble que las mayo­rías, pues cons­tan de repre­sen­tan­tes de poca mon­ta, de píca­ros que se aco­mo­dan, de débi­les que se asi­mi­lan y de masas que todo lo engu­llen sin saber nada de lo que quie­ren.

-Dos vio­len­cias pací­fi­cas: el dere­cho y la ele­gan­cia.

 

Título: Los años itinerantes de Wilhelm Meister

Autor: J.W. Goethe

Edi­to­rial: Cáte­dra

Tra­duc­ción y notas: Miguel Sal­me­rón Infan­te

Pági­nas:  661

 

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

Comparte esta publicación

amadomio.jpg

Suscríbete a nuestro boletín

Reci­be toda la actua­li­dad en cul­tu­ra y ocio, de la ciu­dad de Valen­cia