1 de junio de 2021.

Den­tro de unos días se con­me­mo­ra la fecha exac­ta del cen­te­na­rio de Luis Gar­cía Ber­lan­ga, naci­do el 12 de junio de 1921 en la calle Cís­car de Valen­cia. Los home­na­jes en su memo­ria y las publi­ca­cio­nes sobre su mag­ní­fi­ca fil­mo­gra­fía, con 17 lar­go­me­tra­jes (uno de ellos, el ini­cial de su carre­ra, codi­ri­gi­do con Juan Anto­nio Bar­dem; tam­bién diri­gió un medio­me­tra­je para Las cua­tro ver­da­des, 1962, y un cor­to­me­tra­je, El sue­ño de la maes­tra, 2002, muy intere­san­tes ambos y a menu­do olvi­da­dos).

He cola­bo­ra­do –un honor para mí– en la edi­ción del volu­men El uni­ver­so de Luis Gar­cía Ber­lan­ga (Noto­rious), obra colec­ti­va que lle­gó a las libre­rías a fina­les del pasa­do mayo. Los exper­tos que ana­li­zan las pelí­cu­las del cineas­ta valen­ciano en este libro son Kepa Rojo (Esa pare­ja feliz, 1951, con Bar­dem); ¡Bien­ve­ni­do, Mis­ter Marshall!, 1952 (Fer­nan­do R. Lafuen­te); Novio a la vis­ta, 1953 (Juan Car­los Viz­caíno); Cala­buch, 1956 (Noe­mi Gui­ller­mo); Los jue­ves, mila­gro, 1957 (Víc­tor Mate­llano); Plá­ci­do, 1961 (Gerar­do Sán­chez); el epi­so­dio de Las cua­tro ver­da­des (Joa­quín Vallet Rodrí­go); El ver­du­go, 1963 (José Luis Sán­chez Norie­ga); La bou­ti­que, 1967 (Die­go Mol­des); ¡Vivan los novios!, 1970 (Adrián Sán­chez); La esco­pe­ta nacio­nal, 1978 (Juan Car­los Lavia­na); Patri­mo­nio Nacio­nal, 1981 (Lucía M. Caba­ne­las); Nacio­­nal-III, 1982 (Lucía Tello); La vaqui­lla, 1985 (Moi­sés Rodrí­guez); Moros y Cris­tia­nos, 1987 (José Igna­cio Wert Moreno); Todos a la cár­cel, 1993 (Jesús Anto­nio López); París-Tom­­bu­c­­tú, 1999 (David Feli­pe Arranz). En este libro de gran for­ma­to, con un pró­lo­go de Sol Car­ni­ce­ro (coor­di­na­do­ra para la Aca­de­mia de Cine del Año Ber­lan­ga), amplio des­plie­gue grá­fi­co, una encues­ta y nume­ro­sos tex­tos temá­ti­cos, mi comen­ta­rio fue sobre la pelí­cu­la Tama­ño natu­ral, 1973.

Este es mi aná­li­sis crí­ti­co:

Tama­ño natu­ral es un pro­yec­to extra­ño en la tra­yec­to­ria de Luis Gar­cía Ber­lan­ga (1921–2010). En sus pelí­cu­las rara­men­te hay besos, ni ena­mo­ra­mien­tos locos, ni radio­gra­fías emo­cio­na­les en torno a la vida en pare­ja. En algu­nos de sus títu­los hay rela­tos que tocan tan­gen­cial­men­te esos aspec­tos, pero siem­pre tra­ta­dos de mane­ra dis­tan­cia­da y fría, inclu­so con una iro­nía bur­lo­na y crí­ti­ca. Pien­so en los joven­ci­tos de Novio a la vis­ta (1954), en los sór­di­dos apun­tes sen­ti­men­ta­les de La bou­ti­que (1968) y ¡Vivan los novios! (1970) o en los madu­ros Luis Esco­bar, José Luis López Váz­quez y Ampa­ro Soler Leal en la tri­lo­gía La esco­pe­ta nacio­nal (1978), Patri­mo­nio Nacio­nal (1981) y Nacio­nal III (1982). Casi todos los per­so­na­jes de la fil­mo­gra­fía de Ber­lan­ga son pobres dia­blos cuya lucha prin­ci­pal es la de sobre­vi­vir, sea como sea. El amor es un lujo exce­si­vo para ellos. Nece­si­tan sus fuer­zas para otros empe­ños.

Sin embar­go, en Tama­ño natu­ral si hay una his­to­ria apa­sio­na­da: la que sien­te el aco­mo­da­do cua­ren­tón bur­gués Michel, un odon­tó­lo­go pari­sino de éxi­to (exce­len­te Michel Pic­co­li), por su muñe­ca de poliu­re­tano, com­pra­da por correo y que guar­da en su clí­ni­ca pri­va­da. Un amor celo­so que se con­vier­te en obse­sión auto­des­truc­ti­va. Cuan­do un gru­po de bulli­cio­sos emi­gran­tes espa­ño­les secues­tran a la muñe­ca y la vio­lan en gru­po, Michel enlo­que­ce de celos. Esos celos nun­ca los ha sufri­do por su mujer, Isa­be­lle, con la que man­te­nía una rela­ción abier­ta y a la que aca­ba mal­tra­tan­do físi­ca y sico­ló­gi­ca­men­te. Adiós al libe­ra­lis­mo. El momen­to en el que el cul­to den­tis­ta mete a Isa­be­lle en un arma­rio –ella quie­re com­pe­tir con la muñe­ca, simu­lan­do ser un obje­to inani­ma­do– es uno de los más des­pia­da­dos del cine de los años 70.

El atrac­ti­vo de Tama­ño natu­ral –pelí­cu­la que ha enve­je­ci­do bien, sigue sien­do viru­len­ta y con enor­me capa­ci­dad polé­mi­ca– no resi­de en su algo rela­mi­da esté­ti­ca, típi­ca del cine fran­cés de la épo­ca. Nada que ver con los her­mo­sos y expre­si­vos “blan­co y negro” de Bien­ve­ni­do Mís­ter Marshall (1953), Plá­ci­do (1960) o El ver­du­go (1963). Alain Dero­be hizo en esta oca­sión un tra­ba­jo medio­cre, ruti­na­rio. Para Ber­lan­ga toda la res­pon­sa­bi­li­dad no fue de Dero­be, ya que el fotó­gra­fo fran­cés tuvo que tra­ba­jar en con­di­cio­nes peno­sas al lle­var­se muy mal con el equi­po espa­ñol. “Alain fue doran­do los colo­res has­ta poe­ti­zar un poco la pelí­cu­la, cosa que a mí no me gus­ta­ba nada, pero tuve que acep­tar­lo para no aumen­tar las ten­sio­nes duran­te el roda­je”, comen­ta­ba el direc­tor.

La muñe­ca cos­tó 8 millo­nes de pese­tas, una ver­da­de­ra for­tu­na en la épo­ca. “Por ese pre­cio hubié­ra­mos podi­do tener a Bri­git­te Bar­dot”, le gus­ta­ba bro­mear a Ber­lan­ga. Pese a ese gas­to sun­tuo­so, no estu­vo con­ten­to con el resul­ta­do. El ros­tro de la muñe­ca le pare­cía poco suges­ti­vo y los pechos, exce­si­vos. Ber­lan­ga nega­ba que Tama­ño natu­ral fue­se una pelí­cu­la eró­ti­ca. Se pro­mo­cio­nó de ese modo, pero él sos­te­nía que aquel plan­tea­mien­to fue un error. “De ahí vie­ne su fra­ca­so comer­cial, de haber­la lan­za­do así”.

“En Lon­dres se estre­nó en los cir­cui­tos porno, y a la gen­te le decep­cio­nó por­que no col­mó sus expec­ta­ti­vas. No conoz­co a nadie que haya dicho que se le puso gor­da vien­do la pelí­cu­la”, afir­ma­ba el cineas­ta (El últi­mo aus­tro­hún­ga­ro. Con­ver­sa­cio­nes con Ber­lan­ga, de Manuel Hidal­go Juan Her­nán­dez Les). “Todo lo que pue­da haber de sexo en la pelí­cu­la es una glo­ri­fi­ca­ción del vicio soli­ta­rio. Tama­ño natu­ral es mas­tur­ba­to­ria, debi­do a la situa­ción lími­te que impo­ne la sole­dad”, con­cluía el siem­pre impre­vi­si­ble Ber­lan­ga. Es más exci­tan­te ver Tama­ño natu­ral como una medi­ta­ción sobre el poder en las rela­cio­nes per­so­na­les. La muñe­ca no le pide nada a Michel, no hay repro­ches, el seduc­tor mani­quí arti­cu­la­do no ridi­cu­li­za al pres­ti­gio­so den­tis­ta si él no da la talla en la rela­ción sexual, fra­ca­so que es uno de los gran­des terro­res del macho. En su ros­tro nun­ca se verá la decep­ción. 

Tama­ño natu­ral se cono­ció como Gran­deur Natu­re en Fran­cia, Life Size en Ingla­te­rra y Gran­dez­za Natu­ra­le en Ita­lia.

La pelí­cu­la fue muy cri­ti­ca­da en su momen­to por las femi­nis­tas ita­lia­nas. La acu­sa­ron de machis­ta. El cineas­ta valen­ciano, que hubie­ra desea­do una simi­lar polé­mi­ca en Espa­ña –en nues­tro país se aco­gió con indi­fe­ren­cia–, afir­ma­ba, con su inge­nio dia­léc­ti­co habi­tual, que la miso­gi­nia es lo con­tra­rio del machis­mo. “El machis­mo menos­pre­cia a la mujer, la con­si­de­ra un ser infe­rior al hom­bre en todos los terre­nos, mien­tras que la miso­gi­nia es una aver­sión moti­va­da por el mie­do, ya que ven a la mujer como alguien supe­rior, inclu­so bio­ló­gi­ca­men­te”, comen­tó Ber­lan­ga con oca­sión de una entre­vis­ta que le hice para la pren­sa valen­cia­na en los años 80. 

Tama­ño natu­ral es una his­to­ria deso­la­da y sin­ce­ra sobre esa aver­sión y ese mie­do. No estoy solo en mi apre­cio por esta insó­li­ta rare­za. “Tama­ño natu­ral es una de mis favo­ri­tas de Ber­lan­ga, una pelí­cu­la a menu­do incom­pren­di­da”, comen­ta Rafael Maluen­da, direc­tor de Cine­ma Jove duran­te 16 años, ami­go de Ber­lan­ga y ayu­dan­te suyo en las últi­mas pelí­cu­las del rea­li­za­dor. Vicen­te Muñoz Pue­lles ase­gu­ra en el libro Ber­lan­guia­na, edi­ta­do por el Con­sell Valen­cià de Cul­tu­ra con moti­vo del Año Ber­lan­ga: “A mí me gus­ta, no tan­to por la muñe­ca (…) como por esa bús­que­da de una rela­ción ideal, un equi­li­brio entre muje­res, hom­bres y obje­tos sexua­les, y esa aven­tu­ra del pro­ta­go­nis­ta yen­do de una escla­vi­tud a otra, para aca­bar en la mar­gi­na­ción y la sole­dad”.

En pos­te­rio­res encuen­tros con el rea­li­za­dor, elo­gié de nue­vo Tama­ño natu­ral. Ber­lan­ga, aun­que le tenía que­ren­cia a la pelí­cu­la, no esta­ba de acuer­do con mi entu­sias­mo –lo con­si­de­ra­ba acrí­ti­co y mitó­mano– y me rega­ñó cuan­do pre­sen­tó en Valen­cia La vaqui­lla (1985) y vol­vi­mos a hablar de su fil­mo­gra­fía: “A los ciné­fi­los os impor­ta poco que una pelí­cu­la no ten­ga éxi­to comer­cial. No os entien­do. El cine es una indus­tria, y hay que lle­var espec­ta­do­res a las salas, ese aspec­to voso­tros rara­men­te lo tenéis en cuen­ta por­que os gus­ta ir de ‘res­ca­ta­do­res’ de pelí­cu­las a las que casi nadie hizo caso”. Siem­pre aguan­té con estoi­cis­mo los rapa­pol­vos que me daba Ber­lan­ga, tan­ta era –y sigue sie­n­­do- mi admi­ra­ción por él. Ni se me ocu­rría dis­cu­tir con el res­pon­sa­ble de ocho o nue­ve de las mejo­res pelí­cu­las del cine espa­ñol.

La vaqui­lla tuvo una gran acep­ta­ción popu­lar, con 1.907.031 espec­ta­do­res que pasa­ron por taqui­lla, cifra muy supe­rior a las 452.781 per­so­nas que paga­ron su entra­da para ver Tama­ño natu­ral. Ber­lan­ga, recuer­da Rafael Maluen­da, “era bas­tan­te auto­crí­ti­co, solía hacer con­ti­nuas refe­ren­cias a cosas que no le satis­fa­cían, bien por­que con­si­de­ra­ba que se equi­vo­có en deter­mi­na­da deci­sión, bien por­que no con­si­guie­ra el equi­pa­mien­to téc­ni­co que había pre­vis­to para rodar deter­mi­na­dos pla­nos. Cuan­do habla­ba de sus pelí­cu­las que sí le gus­ta­ban, casi siem­pre atri­buía el méri­to a otros, ya fue­ra el guio­nis­ta, el direc­tor de foto­gra­fía o algún téc­ni­co.”

Por­ta­da de la edi­ción del guion de la pelí­cu­la, con pró­lo­go De Fran­cis­co Umbral.

Tama­ño natu­ral no se pudo ver en Espa­ña has­ta la abo­li­ción de la cen­su­ra. Tar­dó cua­tro años lar­gos en lle­gar a nues­tro país. Rea­li­za­da en 1973, se estre­nó en Bar­ce­lo­na el 26 de octu­bre de 1977 y el 16 de enero de 1978 en Madrid. Vi la pelí­cu­la el año 1974 en el sur de Fran­cia, en uno de los ciclos orga­ni­za­dos en Per­pig­nan, Céret y Amé­­lie-les- Bains, con films recien­tes prohi­bi­dos por la dic­ta­du­ra fran­quis­ta, rea­li­za­dos por Pier Pao­lo Paso­li­ni, Rai­ner Wer­ner Fass­bin­der, Ber­nar­do Ber­to­luc­ci, Ken Rus­sell… Las salas se lle­na­ban de un públi­co espa­ñol, ansio­so por cono­cer el cine que los cen­so­res no nos deja­ban ver en nues­tro país.

En el tar­do­fran­quis­mo, un miem­bro de la Jun­ta de Cali­fi­ca­ción y Apre­cia­ción de Pelí­cu­las expli­có su opi­nión sobre Tama­ño natu­ral. Su len­gua­je dice mucho sobre el car­pe­to­ve­tó­ni­co nivel ins­ti­tu­cio­nal de aquel tiem­po: “Pelí­cu­la por­no­grá­fi­ca por las inne­ce­sa­rias esce­nas des­ti­na­das a exci­tar los más viles deseos de un públi­co vul­gar y extran­je­ro. Anti­es­pa­ño­la, al pre­sen­tar a unos indi­vi­duos de tal nacio­na­li­dad que lle­gan a mos­trar tal vile­za de sen­ti­mien­tos y de acti­tud. Sacrí­le­ga al escar­ne­cer de mane­ra vil un Paso de la Vir­gen en la Sema­na San­ta anda­lu­za” (Juan M. Com­pany, Anto­lo­gía Crí­ti­ca del Cine Espa­ñol, 1906–1995).

Tama­ño natu­ral está impreg­na­da de la per­so­na­li­dad del pin­tor, escul­tor y fotó­gra­fo fran­cés Pie­rre Moli­nier (1900–1976), que cons­truía muñe­cas con su pro­pio semen, mez­cla­do con otros mate­ria­les. Con­ta­ba Ber­lan­ga: “Moli­nier, que era hete­ro­se­xual, se tra­ves­tía para crear, a par­tir de sí mis­mo, a su mujer pre­fe­ri­da, e inven­ta­ba apa­ra­tos para sodo­mi­zar­se. ‘La mujer que yo más quie­ro está den­tro de mí’, decía Moli­nier”. Los auto­rre­tra­tos tra­ves­ti­dos de Moli­nier y sus insó­li­tos foto­mon­ta­jes –que empe­zó a mos­trar en los años 30 y 40, con fre­cuen­tes escán­da­los– fue­ron un modo de expe­ri­men­tar la andro­gi­nia y tomar­le el pul­so a la socie­dad fran­ce­sa. Pre­cur­sor del body art, el artis­ta expo­nía casi todos los años en Bur­deos, ciu­dad en la que vivió des­de los die­ci­nue­ve años y en la que se sui­ci­dó a los seten­ta y seis de un dis­pa­ro en la boca.

Pie­rre Moli­nier tra­ves­ti­do, jun­to a una de sus pin­tu­ras.

La atí­pi­ca pelí­cu­la de Ber­lan­ga tuvo tres fuen­tes de finan­cia­ción, fuen­tes que lle­ga­ron a poner­se de acuer­do solo tras com­pli­ca­das nego­cia­cio­nes. Jet Films S.A., de Bar­ce­lo­na, apor­tó el 20% del capi­tal. Ura­nus Pro­duc­tions Fran­ce. Fox-Euro­­pa Films 66, París, se hizo car­go del 60% de los gas­tos. El 20% res­tan­te corrió a car­go de Vero­na Pro­du­zio­ne, Roma. Alfre­do Matas y Chris­tian Ferry asu­mie­ron las tareas de pro­duc­to­res eje­cu­ti­vos.”

Títu­lo ori­gi­nal: Tama­ño natural/ Gran­deur Nature/ Life Size. Año: 1973. País: Espa­ña, Fran­cia, Ita­lia. Intér­pre­tes: Michel Pic­co­li (Michel), Rada Ras­si­mov (Isa­be­lle), Valen­ti­ne Tes­sier (Madre de Michel), Que­ta Cla­ver (María Lui­sa), Manuel Alei­xan­dre (Nata­lio), Julie­ta Serrano (Nico­le), Ampa­ro Soler Leal, Agus­tín Gon­zá­lez, María Lui­sa Pon­te, Luis Ciges. Direc­tor: Luis Gar­cía Ber­lan­ga. Pro­duc­to­res: Alfre­do Matas y Chris­tian Ferry. Guion: Rafael Azco­na y Luis Gar­cía Ber­lan­ga. Foto­gra­fía: Alain Dero­be, en east­man­co­lor. Músi­ca: Mau­ri­ce Jarre. Dura­ción: 90 minu­tos.

DIARIO UN CINÉFILO

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

DIARIO DE UN CINÉFILO Es una sec­ción dedi­ca­da al mun­do de las Series de TV, a todos sus aspec­tos ciné­fi­los pero tam­bién a sus deri­va­cio­nes socio­ló­gi­cas y rela­ti­vas a la vida coti­dia­na de las per­so­nas. La cons­truc­ción de roles, las rela­cio­nes fami­lia­res, la actua­li­dad, la come­dia y el dra­ma, la épi­ca his­tó­ri­ca, dra­go­nes y maz­mo­rras… Todo cabe en el mun­do de las series, y cual­quier pers­pec­ti­va del mun­do pue­de ser vis­ta des­de la ópti­ca de un ciné­fi­lo, de un serió­fi­lo inte­li­gen­te y pers­pi­caz. La sec­ción está per­so­na­li­za­da en Rafa Marí, uno de los últi­mos gran­des ciné­fi­los espa­ño­les. La perio­di­ci­dad es alea­to­ria, y la lon­gi­tud de cada entra­da, tam­bién. Pue­de ser tan­to muy cor­ta: un afo­ris­mo, como un exten­so mini­en­sa­yo, o entre­vis­ta, o diá­lo­go inte­rior.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 fichó por Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te es colum­nis­ta y crí­ti­co de arte.

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