9 de abril de 2021.

Luto en la fami­lia real bri­tá­ni­ca. Feli­pe de Edim­bur­go, espo­so de la rei­na Isa­bel, ha falle­ci­do hoy a los 99 años en el Cas­ti­llo de Wind­sor. Lle­va­ba reti­ra­do de la vida públi­ca des­de 2017, al cum­plir­se los 60 años de su nom­bra­mien­to ofi­cial como prín­ci­pe con­sor­te. Nació prín­ci­pe de Gre­cia y murió como el prín­ci­pe con­sor­te más lon­ge­vo del país que le aco­gió. Tuvo des­pa­cho y agen­da pro­pia, y apa­dri­na­ba como prín­ci­pe a más de sete­cien­tas orga­ni­za­cio­nes, fun­da­cio­nes y aso­cia­cio­nes. 

En 1980, el gale­ris­ta Fer­nan­do Vijan­de (1930–1986) me rega­ló Músi­ca para cama­leo­nes, exci­tan­te con­jun­to de rela­tos de Tru­man Capo­te (1924–1984) edi­ta­dos en Espa­ña por Bru­gue­ra (por Ran­dom Hou­se en inglés). Al día siguien­te de reci­bir tan ape­ti­to­so obse­quio lite­ra­rio ya había leí­do el libro.

Más que leer­lo, lo devo­ré, como sue­le decir­se. Me lo zam­pé en pocas horas. Me intere­só la narra­ción prin­ci­pal, Ataú­des talla­dos a mano (de ochen­ta y tan­tas pági­nas)un thri­ller angus­tio­so, aun­que me dio la sen­sa­ción de ser una his­to­ria inaca­ba­da, lejos de la obra maes­tra de Capo­te, la excep­cio­nal A san­gre fría (lle­va­da con talen­to al cine en 1967 por Richard Brooks). 

Pero fue­ron los sie­te cuen­tos de vein­ti­tan­tas pági­nas cada uno los que me entu­sias­ma­ron. En espe­cial dos de ellos, basa­dos en expe­rien­cias reales, más o menos fan­ta­sea­dos por el poder fabu­la­dor de la lite­ra­tu­ra: la cró­­ni­­ca-repo­r­­ta­­je de un día en el que la asis­ten­ta por horas de Capo­te, una seño­ra  mayor y afro­ame­ri­ca­na, invi­ta al escri­tor a que la acom­pa­ñe en sus dia­rios com­pro­mi­sos de tra­ba­jo. La bue­na mujer le dice a Tru­man (cito de memo­ria): “Ven­ga con­mi­go, no ten­drá que cono­cer a nadie, me dejan las lla­ves de sus apar­ta­men­tos en el buzón, y ya verá cómo, a tra­vés de las cosas que encon­tre­mos en las habi­ta­cio­nes, el cuar­to de baño y la coci­na, sabrá lo que ‘mis seño­ri­tos’ hicie­ron el día ante­rior. En un par de horas hago mi fae­na, deja­mos de nue­vo las lla­ves en el buzón y nos vamos a otro apar­ta­men­to”. Tru­man acep­ta la invi­ta­ción y obtie­ne así, por ese ines­pe­ra­do pro­ce­di­mien­to, mate­ria pri­ma para sus futu­ras nove­las. La reali­dad, dis­pues­ta a ser mol­dea­da por el arte.

Capo­te bai­la con “su ami­ga” Marilyn Mon­roe.

El otro rela­to tie­ne como pro­ta­go­nis­tas a Marilyn Mon­roe y el pro­pio Capo­te. Uno al lado del otro, en las últi­mas filas de asien­tos de una igle­sia duran­te el fune­ral de un ami­go común. Ambos empie­zan a hablar por una aza­ro­sa aso­cia­ción de ideas, no del falle­ci­do ami­go, sino del Prín­ci­pe Feli­pe de Edim­bur­go… Los dos, chis­mo­sos y des­ca­ra­dos, intu­yen que el mari­do de la rei­na Isa­bel tie­ne “una mag­ní­fi­ca polla”. Vuel­vo a citar de memo­ria, pero ase­gu­ro que no me ale­jo mucho de lo que se cuen­ta en este insó­li­to epi­so­dio de Músi­ca para cama­leo­nes.

He inda­ga­do un poco –no quie­ro ser exhaus­ti­vo, para no abu­rrir– en la rela­ción de Tru­man Capo­te con el cine. Casi todos sus libros se han lle­va­do a la gran pan­ta­lla. Des­de lue­go, el ya cita­do A san­gre fría. Tam­bién lo hicie­ron A Christ­mas Memory (1966), que cuen­ta las expe­rien­cias infan­ti­les de Tru­man; su nove­la The Grass Harp fue lle­va­da al cine en 1995 por Char­les Matthau, hijo de Wal­ter Matthau, con un repar­to de pri­me­ra (Piper Lau­rie, Sissy Spa­cek, Jack Lem­mon, Roddy McDo­wall, Wal­ter Matthau…).

La más famo­sa adap­ta­ción al cine de una obra de Capo­te es Desa­yuno con dia­man­tes (Bla­ke Edwards, 1961), basa­da en la nove­la cor­ta Desa­yuno en Tiffany’s, publi­ca­da en 1958. En mi ado­les­cen­cia fue una de mis pelí­cu­las favo­ri­tas, en un podio com­par­ti­do con West Side Story (Robert Wise y Jero­me Rob­bins, 1961) y Esplen­dor en la hier­ba (Elia Kazan, 1961). Aho­ra le sigo tenien­do apre­cio al film de Edwards, pero le repro­cho la manio­bra de Holly­wood para blan­quear sexual­men­te (vamos a decir­lo así) a la pro­ta­go­nis­ta, Holly Golightly (Audrey Hep­burn). Tru­man Capo­te que­ría que ese per­so­na­je lo inter­pre­ta­se Marilyn Mon­roe. 

En cuan­to a guio­nes escri­tos por Capo­te o en los que cola­bo­ró, el his­to­rial es bien diver­so: par­ti­ci­pó de mane­ra des­ta­ca­da en los guio­nes de la horro­ro­sa y gam­be­rra La bur­la del dia­blo (John Hus­ton, 1953) y en la magis­tral The inno­cents (Jack Clay­ton, 1961). En Esta­ción Ter­mi­ni (Vit­to­rio de Sica, 1953), figu­ra tan solo como res­pon­sa­ble de los diá­lo­gos en inglés, pero inclu­so ese aspec­to crea­ti­vo menor no estu­vo del todo cla­ro. 

Capo­te entre Peter Falk y David Niven en Un cadá­ver a los pos­tres.

Tru­man Capo­te tuvo un buen papel en Un cadá­ver a los pos­tres (Robert Moo­re, 1976), diver­ti­da paro­dia del cine de ase­si­na­tos y detec­ti­ves, a la mane­ra de Agatha Chris­tie. En el repar­to, Alec Guin­ness, Mag­gie Smith, David Niven, Peter Falk, Elsa Lan­ches­ter, Peter Sellers…

Phi­lip Sey­mour Hoff­man como Capo­te, papel por el que con­si­guió el Oscar al mejor actor.

Y con Tru­man Capo­te como per­so­na­je cen­tral, tene­mos dos bue­nas y emo­cio­nan­tes pelí­cu­las: Capo­te (Ben­net Miller, 2005), con Phi­lip Sey­mour Hoff­man como Capo­te, papel por el que con­si­guió el Oscar al mejor actor, e Infa­mous (Dou­glas McGrath, 2006), con un sober­bio Toby Jones encar­nan­do con­vin­cen­te­men­te al autor de A san­gre fría.

Cine­fi­lia a man­sal­va. Con­fie­so, sin embar­go, que cuan­do aho­ra pien­so en Tru­man Capo­te, me vie­ne a la cabe­za su char­la con Marilyn, espe­cu­lan­do ambos, dicho sea con todo res­pe­to y sen­ti­do vital, sobre la polla de Feli­pe de Edim­bur­go.

Feli­pe e Isa­bel recién casa­dos.

DIARIO UN CINÉFILO

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

DIARIO DE UN CINÉFILO Es una sec­ción dedi­ca­da al mun­do de las Series de TV, a todos sus aspec­tos ciné­fi­los pero tam­bién a sus deri­va­cio­nes socio­ló­gi­cas y rela­ti­vas a la vida coti­dia­na de las per­so­nas. La cons­truc­ción de roles, las rela­cio­nes fami­lia­res, la actua­li­dad, la come­dia y el dra­ma, la épi­ca his­tó­ri­ca, dra­go­nes y maz­mo­rras… Todo cabe en el mun­do de las series, y cual­quier pers­pec­ti­va del mun­do pue­de ser vis­ta des­de la ópti­ca de un ciné­fi­lo, de un serió­fi­lo inte­li­gen­te y pers­pi­caz. La sec­ción está per­so­na­li­za­da en Rafa Marí, uno de los últi­mos gran­des ciné­fi­los espa­ño­les. La perio­di­ci­dad es alea­to­ria, y la lon­gi­tud de cada entra­da, tam­bién. Pue­de ser tan­to muy cor­ta: un afo­ris­mo, como un exten­so mini­en­sa­yo, o entre­vis­ta, o diá­lo­go inte­rior.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 fichó por Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te es colum­nis­ta y crí­ti­co de arte.

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