19 de mar­zo de 2021.

En los últi­mos días, con tan­tas horas en casa, más que refu­giar­me en las series me he refu­gia­do en el cine clá­si­co. Pelí­cu­las en blan­co y negro (de los años 30, 40 y 50) con his­to­rias sóli­das, bue­nos acto­res y guio­nes mati­za­dos que van ganan­do en inte­rés, poco a poco, sin nece­si­dad de gran­des giros argu­men­ta­les. Ano­to en este “Dia­rio” un recor­da­to­rio sobre los cua­tro films que he vuel­to a ver en estas jor­na­das de Fallas sin Fallas. Los cua­tro los he pilla­do en Fli­xO­lé, cuya ofer­ta es amplia en ese tipo de cine.

Sue­ños de juven­tud (1935)

Sue­ños de juven­tud (Geor­ge Ste­vens, 1935). Su títu­lo ori­gi­nal es Ali­ce Adams. Me pare­ce inapro­pia­do el que tie­ne en Espa­ña. El per­so­na­je de Katha­ri­ne Hep­burn (mag­ní­fi­ca actriz unas veces, inso­por­ta­ble otras) no tie­ne exac­ta­men­te “sue­ños de juven­tud”, lo que tie­ne son deli­rios de gran­de­za. Los con­flic­tos fami­lia­res que vemos en Ali­ce Adams son los más vera­ces y dolo­ro­sos del cine esta­dou­ni­den­se de cual­quier épo­ca, jun­to a los de dos obras de Leo McCa­rey (Dejad paso al maña­na, 1937, y Mi hijo John, 1952, pelí­cu­las, por cier­to, poco cono­ci­das y mal valo­ra­das).

Car­ta de una des­co­no­ci­da (Max Ophüls, 1948). La cima del cine román­ti­co. His­to­ria tris­te de un amor obse­si­vo, fou, abso­lu­to. Joan Fon­tai­ne supera su gran logro de Rebe­ca (Alfred Hitch­cock, 1940). No sabría decir qué pelí­cu­la de Ophüls me gus­ta más. Podría ser esta, pero tam­bién –según el esta­do de áni­mo– las extra­or­di­na­rias Almas des­nu­das (1949), La Ron­da (1950), El pla­cer (1952), Mada­me de… (1953) o Lola Mon­tes (1956). Tal vez la mejor de todas sea Mada­me de… 

Car­ta de una des­co­no­ci­da está basa­da en una nove­la del actual­men­te reva­lo­ri­za­do Ste­fan Zweig, cuya obra maes­tra, El mun­do de ayer, 1943, rela­ta los últi­mos días del impe­rio aus­­tro-hún­­ga­­ro: el fin de una épo­ca que dio paso al horror de la I Gue­rra Mun­dial y, unos años des­pués, a la demen­cia nazi. Emo­cio­na­do por Car­ta de una des­co­no­ci­da y por el recuer­do del muy humano Ste­fan Zweig, le pro­pon­go a la poe­ta Marie­lo Bonet –tan jovial, tan cari­ño­sa y ele­gan­te– que almor­ce­mos en el res­tau­ran­te Las Bra­sas de Mis­la­ta –por fin pode­mos sen­tar­nos en las terra­zas de los res­tau­ran­tes–.

Ste­fan Zweig rela­tó el fin de una épo­ca y el naci­mien­to de un atroz siglo XX, y lo hizo rei­vin­di­can­do su con­di­ción de euro­peo.

Le lle­vo El mun­do de ayer, edi­ta­do en Espa­ña por Acan­ti­la­do. “Lée­lo, por favor”, le digo. Marie­lo me ase­gu­ra que lo hará. A veces me entra la sos­pe­cha, espe­cial­men­te este año, de que esta­mos a pun­to de entrar en un perio­do de bar­ba­rie. En todo el mun­do: pan­de­mias, cam­bio cli­má­ti­co, autis­mo polí­ti­co, sec­ta­ris­mos, popu­lis­mos de izquier­da y dere­cha… Si esto es así, vamos a año­rar mucho “el mun­do de ayer”.

El enig­ma de otro mun­do (1951)

El enig­ma de otro mun­do (Chris­tian Nyby, 1951). Los cré­di­tos atri­bu­yen la pelí­cu­la úni­ca­men­te al rea­li­za­dor Chris­tian Nyby. Sol­ven­tes his­to­ria­do­res afir­man, sin embar­go, que el pro­duc­tor, Howard Hawks, diri­gió bue­na par­te del roda­je. Años des­pués, con unos espec­ta­cu­la­res efec­tos espe­cia­les, se rodó una nue­va ver­sión (La cosa, John Car­pen­ter, 1982) de este modes­to y apre­cia­ble film de cie­n­­cia-fic­­ción. Al alie­ní­ge­na ape­nas se le ve. Mejor, por­que su apa­rien­cia no es con­vin­cen­te. Tie­ne algo de ninot de falla. Da mie­do la situa­ción, pero no “el mons­truo”. 

El gene­ral de la Rove­re (1959)

El gene­ral de la Rove­re (Rober­to Ros­se­lli­ni, 1959). Rose­lli­ni decía que se aver­gon­za­ba de haber acep­ta­do rodar esta pelí­cu­la ali­men­ti­cia. ¿Ali­men­ti­cia? Absur­da auto­crí­ti­ca. Basa­da en la his­to­ria real de un pobre dia­blo –inter­pre­ta­do por Vit­to­rio de Sica– que esta­fa­ba a sus con­ciu­da­da­nos hacién­do­les creer que, a cam­bio de dine­ro, podría libe­rar a sus seres que­ri­dos (encar­ce­la­dos por los nazis), El gene­ral de la Rove­re es magis­tral. En abso­lu­to des­me­re­ce al lado de Roma cit­tà aper­ta (1945), Ale­ma­nia, año cero (1948) Strom­bo­li (1950), Euro­pa 1951 (1952) o Te que­rré siem­pre (1954). Los artis­tas, a menu­do, no son unos jus­tos jue­ces de sus obras.

DIARIO UN CINÉFILO

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

DIARIO DE UN CINÉFILO Es una sec­ción dedi­ca­da al mun­do de las Series de TV, a todos sus aspec­tos ciné­fi­los pero tam­bién a sus deri­va­cio­nes socio­ló­gi­cas y rela­ti­vas a la vida coti­dia­na de las per­so­nas. La cons­truc­ción de roles, las rela­cio­nes fami­lia­res, la actua­li­dad, la come­dia y el dra­ma, la épi­ca his­tó­ri­ca, dra­go­nes y maz­mo­rras… Todo cabe en el mun­do de las series, y cual­quier pers­pec­ti­va del mun­do pue­de ser vis­ta des­de la ópti­ca de un ciné­fi­lo, de un serió­fi­lo inte­li­gen­te y pers­pi­caz. La sec­ción está per­so­na­li­za­da en Rafa Marí, uno de los últi­mos gran­des ciné­fi­los espa­ño­les. La perio­di­ci­dad es alea­to­ria, y la lon­gi­tud de cada entra­da, tam­bién. Pue­de ser tan­to muy cor­ta: un afo­ris­mo, como un exten­so mini­en­sa­yo, o entre­vis­ta, o diá­lo­go inte­rior.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 fichó por Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te es colum­nis­ta y crí­ti­co de arte.

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