10 de febre­ro de 2021.

La sema­na pró­xi­ma se cum­pli­rá un des­ta­ca­do cen­te­na­rio. Giu­liet­ta Masi­na (Emi­­lia-Roma­­ña, Ita­lia, 22 de febre­ro de 1921-Roma, 1994), una actriz con algo de clown, espe­cia­li­za­da en per­so­na­jes débi­les y volun­ta­rio­sos, sin atrac­ti­vo físi­co pero siem­pre dis­pues­ta a sacar fuer­zas de fla­que­za en la tra­ba­jo­sa tarea de supe­rar la decep­cio­nes y los malos tra­gos. 

Con Anthony Quinn en La Stra­da.

De Giu­liet­ta Masi­na todos recuer­dan –es lo habi­tual, con un enfo­que repe­ti­do una y otra vez– tan solo dos de las pelí­cu­las que pro­ta­go­ni­zó, diri­gi­das en ambas por su mari­do, el gran Fede­ri­co Felli­ni: La stra­da (1954) y Las noches de Cabi­ria (1957). No es jus­to. Giu­liet­ta nos ofre­ció en muchas otras pelí­cu­las exce­len­tes inter­pre­ta­cio­nes: Sin pie­dad (Alber­to Lat­tua­da, 1948), For­tu­ne­lla (Eduar­do de Filip­po, 1958), Infierno en la ciu­dad (Rena­to Cas­te­lla­ni, 1959), Giu­liet­ta de los espí­ri­tus (Felli­ni, 1965) o Gin­ger y Fred (Felli­ni, 1985). La his­to­rio­gra­fía crí­ti­ca no está sien­do jus­ta con Giu­liet­ta. 

Cuen­ta José Luis de Vila­llon­ga, en uno de sus libros de memo­rias (no recuer­do si es en La impru­den­te memo­ria, 1985, en Encuen­tros y encon­tro­na­zos, 1995, o en Inol­vi­da­bles muje­res, 1999) una anéc­do­ta cruel, con Giu­liet­ta como víc­ti­ma. La cito de memo­ria: cena­ba Vila­llon­ga con el matri­mo­nio Felli­­ni-Masi­­na. Media­dos de los años cin­cuen­ta. Fede­ri­co le anun­cia a su mujer que ha pen­sa­do en ella para pro­ta­go­ni­zar Las noches de Cabi­ria. Les cuen­ta a gran­des ras­gos la his­to­ria de la pelí­cu­la. Giu­liet­ta se mues­tra sor­pren­di­da.

—Fede­ri­co, por favor, no seas tan atre­vi­do –obje­ta–. ¿Pre­ten­des que haga el papel de una pros­ti­tu­ta? Si yo hicie­ra la noche, no me darían ni una lira.

—Una lira sí, que­ri­da Giu­liet­ta –res­pon­dió Fede­ri­co.

Con Fede­ri­co Felli­ni, su mari­do, a fina­les de los 60.

Cuan­do leí esa répli­ca sar­cás­ti­ca, tuve un fuer­te sen­ti­mien­to anti-machi­s­­ta. Pen­sé: De haber sido yo Giu­liet­ta habría con­tra­ata­ca­do con ganas. ¿Y a ti, Fede­ri­co, a ti cuán­to te paga­rían si hicie­ses la noche en las calles, ofre­cién­do­te como chu­lo? ¿Qui­zá dos liras?

En las rela­cio­nes de pare­ja se pro­du­cen de vez en cuan­do esos lati­ga­zos psi­co­ló­gi­ca­men­te sado-maso­­qui­s­­tas. No lle­van a nada bueno. El sen­ti­do del humor no siem­pre es un sal­va­vi­das sufi­cien­te. Las pala­bras que escue­cen no se olvi­dan nun­ca.

En Las noches de Cabi­ria (1957).
Con el oscar por Cabi­ria.
En los años 50.

 

DIARIO UN CINÉFILO

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

DIARIO DE UN CINÉFILO Es una sec­ción dedi­ca­da al mun­do de las Series de TV, a todos sus aspec­tos ciné­fi­los pero tam­bién a sus deri­va­cio­nes socio­ló­gi­cas y rela­ti­vas a la vida coti­dia­na de las per­so­nas. La cons­truc­ción de roles, las rela­cio­nes fami­lia­res, la actua­li­dad, la come­dia y el dra­ma, la épi­ca his­tó­ri­ca, dra­go­nes y maz­mo­rras… Todo cabe en el mun­do de las series, y cual­quier pers­pec­ti­va del mun­do pue­de ser vis­ta des­de la ópti­ca de un ciné­fi­lo, de un serió­fi­lo inte­li­gen­te y pers­pi­caz. La sec­ción está per­so­na­li­za­da en Rafa Marí, uno de los últi­mos gran­des ciné­fi­los espa­ño­les. La perio­di­ci­dad es alea­to­ria, y la lon­gi­tud de cada entra­da, tam­bién. Pue­de ser tan­to muy cor­ta: un afo­ris­mo, como un exten­so mini­en­sa­yo, o entre­vis­ta, o diá­lo­go inte­rior.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 fichó por Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te es colum­nis­ta y crí­ti­co de arte.

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