[vc_row full_width_row=“true”][vc_column][vc_column_text]

La situación creada por la Covid-19 ha frenado muchas de las experiencias que forman parte del crecimiento personal y social de niños y niñas.

Pro­fe­sio­na­les de la Uni­dad de Psi­co­lo­gía de la Salud del Hos­pi­tal Uni­ver­si­ta­rio de la Ribe­ra, en Alzi­ra, acon­se­jan a madres y padres no des­cui­dar la salud emo­cio­nal de niños y niñas duran­te el tiem­po que dure la pan­de­mia de Covid-19.

 

Según seña­lan, la pobla­ción infan­til ha mos­tra­do, en gene­ral, una admi­ra­ble capa­ci­dad de adap­ta­ción a la situa­ción crea­da por el nue­vo coro­na­vi­rus y un alto com­pro­mi­so con ella y con la socie­dad.

Tal y como ha seña­la­do la psi­có­lo­ga clí­ni­ca del Hos­pi­tal de Alzi­ra, Blan­ca Por­ti­llo, la mayo­ría de niños y niñas ha inte­gra­do las medi­das higié­ni­cas anti-Covid, muchas veces mejor que las per­so­nas adul­tas, “man­te­nien­do las mas­ca­ri­llas bien pues­tas, así como con­tem­plan­do el correc­to lava­do de manos y la dis­tan­cia social”. De hecho, ha aña­di­do, son quie­nes, en oca­sio­nes, recuer­dan a sus pro­ge­ni­to­res estas medi­das y pre­gun­tan por qué hay per­so­nas que no las res­pe­tan.

 

“Valorarles el esfuerzo y reconocerles lo difícil que la situación es también para ellos”

 

Sin embar­go, “a pesar de la apa­ren­te faci­li­dad con la que han inte­rio­ri­za­do los cam­bios, a los niños les cues­ta lo mis­mo que a los adul­tos hacer­lo y, por tan­to, no hay que olvi­dar valo­rar­les el esfuer­zo y reco­no­cer­les lo difí­cil que la situa­ción es tam­bién para ellos”.

Así, los niños y las niñas se encuen­tran en un momen­to evo­lu­ti­vo “más acti­vo” que el de las per­so­nas adul­tas, en el que se pro­du­cen más cam­bios, y viven expe­rien­cias más varia­das, que les ofre­cen la posi­bi­li­dad de desa­rro­llar recur­sos per­so­na­les, habi­li­da­des inter­per­so­na­les y desa­rro­llo de dife­ren­tes roles vin­cu­la­dos a esas situa­cio­nes. Sin embar­go, la pan­de­mia ha fre­na­do muchas de estas expe­rien­cias, que for­man par­te de su cre­ci­mien­to per­so­nal y social.

 

Grandes cambios en sus dinámicas y todo tipo de restricciones

 

“Ellos tam­bién están vivien­do gran­des cam­bios en sus diná­mi­cas de vida y res­tric­cio­nes que afec­tan a su vida esco­lar, fami­liar y social”, ha seña­la­do Por­ti­llo, quien ha aña­di­do que “es fun­da­men­tal, por tan­to, poder acom­pa­ñar­les de la mejor mane­ra posi­ble en este pro­ce­so y ayu­dar­les en momen­tos difí­ci­les”.

De hecho, las per­so­nas seña­lan que, ante la situa­ción actual, algu­nos niños y niñas pue­den mos­trar­se irri­ta­dos, con cier­ta hiper­ac­ti­vi­dad e, inclu­so, pre­sen­tar difi­cul­ta­des para dor­mir, más enfa­dos, tris­te­za y llan­to en algu­nos momen­tos. “Son sig­nos que no tie­nen por qué ser pato­ló­gi­cos, sino for­mas que el orga­nis­mo encuen­tra para adap­tar­se a la situa­ción, pero a los que hay que pres­tar aten­ción; tam­bién hay que hacer­lo con aque­llos niños que se mues­tran como si no pasa­se nada dife­ren­te”, ha agre­ga­do.

 

Mantener una comunicación positiva

 

En este sen­ti­do, la Uni­dad de Psi­co­lo­gía de la Salud del Hos­pi­tal de la Ribe­ra acon­se­ja a padres y madres man­te­ner una comu­ni­ca­ción posi­ti­va, “de mane­ra que los meno­res pue­dan expre­sar sen­ti­mien­tos como el mie­do, el ago­bio o el abu­rri­mien­to, sin que sean recri­mi­na­dos por ellos. Es la opor­tu­ni­dad para ayu­dar­les a enten­der por qué les pasa e, inclu­so, para reco­no­cer que a los adul­tos tam­bién les ocu­rre”, ha afir­ma­do Por­ti­llo.

Igual­men­te, se acon­se­ja dar infor­ma­ción veraz a la pobla­ción infan­til, ade­cua­da a su edad, para que entien­dan el momen­to que se está vivien­do y las razo­nes de las medi­das que se van adop­tan­do, inte­grán­do­las como algo nece­sa­rio y no solo por las con­se­cuen­cias puni­ti­vas que pue­da tener el no seguir­las.

 

Compartir actividades con los niños y niñas

 

“Tam­bién es nece­sa­rio com­par­tir acti­vi­da­des con ellos”, ha seña­la­do Por­ti­llo, quien ha acon­se­ja­do que se evi­te el abu­so de las nue­vas tec­no­lo­gías, pues­to que su uso inade­cua­do pue­de tener efec­tos noci­vos en la salud men­tal de los meno­res, con sín­to­mas como la irri­ta­bi­li­dad o la alte­ra­ción de los patro­nes del sue­ño.

En este mis­mo sen­ti­do, se acon­se­ja dis­mi­nuir el ais­la­mien­to social de la pobla­ción infan­til, man­te­nien­do el con­tac­to con fami­lia­res y amis­ta­des, a tra­vés de medios de comu­ni­ca­ción que evi­ten el encuen­tro físi­co, “siem­pre de for­ma super­vi­sa­da por los padres y con un tiem­po máxi­mo de uso”.

Ofre­cer­les cari­ño y hablar­les del futu­ro y de expe­rien­cias para vivir en este momen­to, reales y posi­bles son otras de las reco­men­da­cio­nes que ofre­cen los espe­cia­lis­tas de la Uni­dad de Psi­co­lo­gía de la Salud del Hos­pi­tal de Alzi­ra, que con­clu­yen que “se debe evi­tar el cas­ti­go físi­co y emo­cio­nal del niño, sus­ti­tu­yén­do­lo por otras estra­te­gias que le ayu­den a apren­der y a refle­xio­nar”.

 

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

Comparte esta publicación

amadomio.jpg

Suscríbete a nuestro boletín

Reci­be toda la actua­li­dad en cul­tu­ra y ocio, de la ciu­dad de Valen­cia