La exposición muestra la serie de 25 litografías realizadas por Salvador Dalí sobre el ciclo Pantagruel de François Rabelais, que en 1565 editó Richard Breton en París.

Fun­da­ción Ban­ca­ja pre­sen­tó la expo­si­ción Dalí. Lito­gra­fías de los exce­sos pan­ta­grué­li­cos, que mues­tra la serie de obra grá­fi­ca rea­li­za­da por Sal­va­dor Dalí ins­pi­ra­da en la obra lite­ra­ria Gar­gan­túa y Pan­ta­gruel escri­ta por Fra­nçois Rabe­lais y en la que el artis­ta cata­lán tuvo como fuen­te direc­ta las estam­pas rea­li­za­das por Fra­nçois Des­prez para la edi­ción publi­ca­da en 1565 por el edi­tor Richard Bre­ton.

La expo­si­ción, comi­sa­ria­da por Fer­nan­do Cas­tro Fló­rez y que pue­de visi­tar­se has­ta el 28 de mar­zo de 2021, acer­ca al públi­co una de las face­tas menos cono­ci­das de Dalí, la de ilus­tra­dor, a tra­vés de esta serie de 25 lito­gra­fías sobre papel japo­nés que mues­tran una gale­ría de per­so­na­jes dis­pa­ra­ta­dos y fan­tás­ti­cos que se repre­sen­tan entre la cari­ca­tu­ra y la far­sa.

El artis­ta cata­lán ver­sio­na en 1973, con su per­so­nal esti­lo, 25 de las 120 ilus­tra­cio­nes de Des­prez y apor­ta su pro­pia per­cep­ción crí­ti­ca, man­te­nien­do la com­po­si­ción ori­gi­nal y aña­dien­do deta­lles que sub­ra­yan su carác­ter fan­tás­ti­co y satí­ri­co. Per­so­na­jes medio huma­nos acom­pa­ña­dos por ele­men­tos de la vida dia­ria y repre­sen­ta­dos con una ico­no­gra­fía car­ga­da de sim­bo­lis­mo que invi­tan al espec­ta­dor a bus­car en cada deta­lle sig­ni­fi­ca­dos ocul­tos.

Un total de 25 láminas con grabados de Dalí

Las vein­ti­cin­co lámi­nas que com­po­nen esta serie de gra­ba­dos remi­ten, a mane­ra de seres mons­truo­sos, a las aven­tu­ras bur­les­cas de Pan­ta­gruel. Los mode­los tie­nen su pre­ce­den­te en las lla­ma­das dro­le­ries, argu­men­tos nove­do­sos que se con­fi­gu­ran en la ima­gi­na­ción del pro­pio genio crea­dor y que se pue­den obser­var en la pecu­liar ico­no­gra­fía de El Bos­co, de Pie­ter Brueghel el Vie­jo, de Jac­ques Callot o de Goya, entre otros artis­tas. Se obser­van seres gro­tes­cos en los que se refle­jan aspec­tos coti­dia­nos, refe­ren­cias a la tra­di­ción car­na­va­les­ca y temas como los peca­dos capi­ta­les. La luju­ria, la gula y la ava­ri­cia retra­tan des­ca­ra­da­men­te a estos per­so­na­jes en estam­pas en las que se mez­cla lo oní­ri­co, lo sor­pren­den­te e, inclu­so, lo esca­to­ló­gi­co.

La expo­si­ción reúne ade­más docu­men­tos, obje­tos, recor­tes de pren­sa, la repro­duc­ción de algu­nas imá­ge­nes y publi­ca­cio­nes y tres audio­vi­sua­les sobre Sal­va­dor Dalí que sitúan estas 25 lito­gra­fías en el con­tex­to de la poten­te y par­ti­cu­lar ima­gi­na­ción del artis­ta. En la pro­pues­ta expo­si­ti­va con­vi­ven las lito­gra­fías de Dalí con la repro­duc­ción de las 25 estam­pas de Des­prez sobre las que tra­ba­jó el artis­ta cata­lán, y se inclu­ye la repro­duc­ción de la serie com­ple­ta de las 120 ilus­tra­cio­nes del gra­ba­dor fran­cés del siglo XVI.

Pantagruel, Desprez y Rabelais como inspiración

Sal­va­dor Dalí asu­mió a lo lar­go de su tra­yec­to­ria artís­ti­ca la idea expre­sa­da por Euge­nio D’Ors cuan­do afir­mó que “todo lo que no es tra­di­ción es pla­gio” y el artis­ta cata­lán reto­mó en mul­ti­tud de oca­sio­nes obras del pasa­do de artis­tas como Rafael, Gior­gio­ne, Ingres o Manet. En esa mira­da al pasa­do, Dalí encon­tró tam­bién en las obras de Des­prez y Rabe­lais en torno a Pan­ta­gruel una moti­va­ción artís­ti­ca de la que nació la serie de 25 lito­gra­fías.

Fra­nçois Rabe­lais (1494–1553) fue un trans­gre­sor per­so­na­je del siglo XVI. Estu­dio­so de las len­guas clá­si­cas, tomó las órde­nes ecle­siás­ti­cas como frai­le fran­cis­cano en 1520, que des­pués cam­bió por los hábi­tos bene­dic­ti­nos y que tam­bién aban­do­na­ría para ser sacer­do­te secu­lar y dedi­car­se a la medi­ci­na y a la lite­ra­tu­ra.

Rabe­lais alcan­zó gran noto­rie­dad a tra­vés de las com­po­si­cio­nes lite­ra­rias que fue­ron fiel ejem­plo de su incom­pa­ra­ble per­so­na­li­dad, de su carác­ter bur­lón e inde­pen­dien­te. Su obra Gar­gan­túa y Pan­ta­gruel se com­po­ne de cin­co libros que habían ido apa­re­cien­do indi­vi­dual­men­te des­de 1535 y que fue­ron con­de­na­dos tan­to por la Sor­bo­na como por el Par­la­men­to fran­cés al con­si­de­rar­los inmo­ra­les y obs­ce­nos, lo que ya des­de su ori­gen con­fi­rió una sin­gu­lar popu­la­ri­dad a las nove­las de Rabe­lais.

Los libros de Rabe­lais cons­ti­tu­yen una sáti­ra feroz con­tra las ins­ti­tu­cio­nes más res­pe­ta­das de su tiem­po, todo ello a tra­vés de un aire des­preo­cu­pa­do, refle­jo de su mane­ra per­so­nal de enten­der y de com­por­tar­se en la vida. En 1564 se publi­có pós­tu­ma­men­te la nove­la com­ple­ta.

En 1565 Richard Bre­ton edi­tó en Paris Les son­ges dro­la­ti­ques de Pan­ta­gruel, una colec­ción de 120 estam­pas gra­ba­das en made­ra por un autor anó­ni­mo que las fir­mó uti­li­zan­do el nom­bre de Rabe­lais y atri­bui­das al edi­tor y gra­ba­dor Fra­nçois Des­prez. Las enta­lla­du­ras de Des­prez fue­ron reedi­ta­das en 1823–26 por Dabi­lon en París y comen­ta­das por Esman­gart y Johan­neau.

La evolución de Desprez a Dalí

“Los sue­ños dro­lá­ti­cos ofre­cen figu­ra­cio­nes de per­so­na­jes cuyo con­tex­to es la risa fes­ti­va del pue­blo y, sobre todo, la expe­rien­cia del car­na­val como trans­gre­sión auto­ri­za­da. Los dibu­jos de Des­prez, estric­ta­men­te gro­tes­cos, pasan por la lupa para­noi­ca de Dalí para ofre­cer “exce­si­vas” defor­ma­cio­nes”, seña­la Fer­nan­do Cas­tro.

A las dro­le­rías o capri­chos que Des­prez reali­zó a par­tir de Rabe­lais, Dalí aña­de ele­men­tos que sub­ra­yan las dimen­sio­nes lúdi­cas y esca­to­ló­gi­cas, amplían la exci­ta­ción y, por supues­to, da rien­da suel­ta al exce­so.

“La natu­ra­li­dad con que Dalí se apro­pió de los per­so­na­jes satí­ri­cos de aque­llos Sue­ños Capri­cho­sos de Pan­ta­gruel –escri­be Bea­triz Fer­nán­dez Ruiz-, es muy reve­la­do­ra de su com­pli­ci­dad con la tra­di­ción gro­tes­ca repre­sen­ta­da por El Bos­co y Brueghel. Tan­to en las imá­ge­nes de Des­prez como en las de Dalí se cri­ti­can los peca­dos capi­ta­les some­tien­do a las figu­ras a trans­for­ma­cio­nes gro­tes­cas, que tie­nen rela­ción con la inven­ción car­na­va­les­ca. La luju­ria, la gula y la ava­ri­cia retra­tan des­ca­ra­da­men­te a estos per­so­na­jes, ape­nas semi­hu­ma­nos”.

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