16 de noviem­bre de 2020.

Noto­rious Edi­cio­nes publi­ca el libro del 60 ani­ver­sa­rio de Psi­co­sis (Alfred Hitch­cock, 1960), con tex­tos de Juan Luis Álva­rez, Vicen­te Díaz, Jesús Pala­cios Enri­que Ros. Mag­ní­fi­cas las ilus­tra­cio­nes, con dece­nas de car­te­les diver­sos y muchas fotos de la pelí­cu­la y del roda­je. Estu­pen­das imá­ge­nes de Janet Leigh (como Marion Cra­ne: su hui­da con 40.000 dóla­res roba­dos, su lle­ga­da al sinies­tro motel, el ase­si­na­to en la ducha…), Anthony Per­kins (en su per­so­na­je de Nor­man Bates) y del pro­pio Hitch, muy risue­ño y apa­ci­ble pese al maca­bro tema que iba a ofre­cer­nos con su genia­li­dad habi­tual, no siem­pre bien com­pren­di­da.

Cele­bro el ani­ver­sa­rio leyen­do en tres horas el libro y, acto segui­do, ponien­do en la tele el DVD de Psi­co­sis. La pelí­cu­la me trae nume­ro­sos recuer­dos: lo mucho que me gus­tó cuan­do la vi en Valen­cia –creo que en el cine Capi­tol–, la irri­ta­ción que me cau­sa­ban las malas crí­ti­cas que tuvo –casi todos la tra­ta­ron como una pelí­cu­la de terror bara­to– y, sobre todo, un via­je a Gali­cia en 1971 con mi 850. Bien acom­pa­ña­do, hici­mos noche en Madrid y nos fui­mos a un cine de la Gran Vía para ver la repo­si­ción de Psi­co­sis. Al salir, des­cu­bri­mos que me habían roba­do el coche. Inme­dia­ta denun­cia en la poli­cía. El vehícu­lo apa­re­ció al día siguien­te, intac­to y a dos man­za­nas de dón­de yo lo había apar­ca­do. El ladrón, al ver que mi 850 esta­ba casi sin gaso­li­na, pre­fi­rió dejar­lo en el pri­mer hue­co que vio y esco­ger olím­pi­ca­men­te otro vehícu­lo que tuvie­se mejor pro­vi­sión de car­bu­ran­te. 

Ya no hubo más pro­ble­mas para lle­gar a Vigo –invi­ta­dos en su casa por Elvi­ra Váz­quez, des­de hace déca­das una valen­cia­na más– y des­pués de pasar allí tres feli­ces días, regre­sa­mos a Mis­la­ta en una sola jor­na­da: 945 kiló­me­tros en 16 horas; sali­mos de Vigo a las cua­tro de la madru­ga­da y lle­ga­mos a casa a las ocho de la tar­de. Me sen­tí muy satis­fe­cho de aque­lla proeza que puso a prue­ba mi resis­ten­cia como con­duc­tor. Era una épo­ca en la que no había auto­pis­tas ni auto­vías, todo eran carre­te­ras nacio­na­les y comar­ca­les.

Janet Leigh en el momen­to de su hui­da con 400.000 dóla­res.

Regre­so a Psi­co­sis. Fue Robin Wood, en su libro El cine de Hitch­cock, el que me ofre­ció una cla­ve esen­cial de la pelí­cu­la. Con sus aná­li­sis, Wood me hizo com­pren­der lo per­ver­so que era Hicth a la hora de mani­pu­lar al espec­ta­dor. Pri­me­ro hace que nos iden­ti­fi­que­mos con Janet Leigh, la estre­lla del film. Que­re­mos que le sal­ga bien su juga­da, o bien que pue­da devol­ver a tiem­po el dine­ro roba­do sin mayo­res con­se­cuen­cias. De pron­to, en una esce­na magis­tral y mil veces mal copia­da, una extra­ña apa­ri­ción con aspec­to de ancia­na mata a cuchi­lla­das a Marion en la ducha. No nos que­da más reme­dio que aga­rrar­nos a Nor­man Bates, por­que ya no hay otro ente de fic­ción en el que refu­giar­se. 

Hitch­cock diri­ge la famo­sa esce­na de la ducha.
Elk vehícu­lo de la pro­ta­go­nis­ta se hun­de en el pan­tano

Cuan­do Nor­man Bates –el hijo de la supues­ta vie­ja– borra los ras­tros del cri­men y hun­de el coche de Marion en el pan­tano, nues­tro deseo es que la poli­cía no lo des­cu­bra. Trai­cio­na­mos la memo­ria de Marion. Hay unos segun­dos en los que pare­ce que el coche no se lo va a poder tra­gar el pan­tano… y enton­ces, emo­cio­nal­men­te, los espec­ta­do­res que­re­mos ayu­dar al anti­hé­roe: “Vale ya, hún­de­te de una vez, mal­di­to tras­to moto­ri­za­do” (y para siem­pre, no como mi 850, que por for­tu­na solo des­apa­re­ció en Madrid por unas horas).

Hitch­cock diri­gien­do a Anthony Per­kins.

Hitch­cock, bur­lón, nos hace encu­brir y soli­da­ri­zar­nos pri­me­ro con una ladro­na y lue­go con un psi­có­pa­ta. Nos ayu­da a des­cu­brir nues­tro lado oscu­ro.

DIARIO UN CINÉFILO

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

DIARIO DE UN CINÉFILO Es una sec­ción dedi­ca­da al mun­do de las Series de TV, a todos sus aspec­tos ciné­fi­los pero tam­bién a sus deri­va­cio­nes socio­ló­gi­cas y rela­ti­vas a la vida coti­dia­na de las per­so­nas. La cons­truc­ción de roles, las rela­cio­nes fami­lia­res, la actua­li­dad, la come­dia y el dra­ma, la épi­ca his­tó­ri­ca, dra­go­nes y maz­mo­rras… Todo cabe en el mun­do de las series, y cual­quier pers­pec­ti­va del mun­do pue­de ser vis­ta des­de la ópti­ca de un ciné­fi­lo, de un serió­fi­lo inte­li­gen­te y pers­pi­caz. La sec­ción está per­so­na­li­za­da en Rafa Marí, uno de los últi­mos gran­des ciné­fi­los espa­ño­les. La perio­di­ci­dad es alea­to­ria, y la lon­gi­tud de cada entra­da, tam­bién. Pue­de ser tan­to muy cor­ta: un afo­ris­mo, como un exten­so mini­en­sa­yo, o entre­vis­ta, o diá­lo­go inte­rior.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 fichó por Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te es colum­nis­ta y crí­ti­co de arte.

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