
La mirada felina de Silvia Navarro (València, 20–3‑1979), desafiante cuando la ves en la televisión sola ante una lanzadora rival, se vuelve tierna cuando se inicia la conversación. Su expresión de tipa dura es, en realidad, el caparazón de una mujer sensible, cercana y humilde que transmite sosiego en cada respuesta.
“Todas las medallas son importantes, pero me quedo con la de bronce del Mundial de Brasil de 2011. Es la que señaló el camino hacia las demás”.
Con 41 años, es la portera indiscutible de la selección española de balonmano, la más guerrera de las “Guerreras” que han encumbrado al deporte manual femenino español en la última década con unas cuantas medallas.
“Todas son importantes, pero me quedo con la de bronce del Mundial de Brasil de 2011. Es la que señaló el camino hacia las demás y la que llevábamos tiempo mereciendo”, explica con un tono reflexivo la jugadora del Rocasa. Al año siguiente (2012) llegaría la medalla, también de bronce, en los Juegos Olímpicos de Londres, en 2014, la de plata en el Europeo y otra plata en el Mundial de 2019, esta con sabor amargo por una decisión arbitral incomprensible que privó a España del oro.
El preolímpico de balonmano femenino se jugará en Lliria
La veteranía es un grado y el entrenador de las Guerreras, Carlos Viver, lo sabe. Con 41 años, Silvia Navarro piensa en modo Tokio 2021. El torneo preolímpico, que dará la plaza para los Juegos que han sido aplazados este año por la pandemia del Covid-19, se celebrarán en Lliria. En la “terreta”. “Le había insistido al presidente de la Federación Española de Balonmano para que hiciésemos algo en Valencia y aquí lo tenemos. Aunque está aplazado, estamos esperando con ganas este torneo en el que tanto nos jugamos. Jugar en Lliria es una bendición”, explica la valenciana, una de las deportistas valencianas que reciben el impulso del Proyecto FER (Foment d’Esportistes amb reptes), el proyecto de capital privado impulsado por Juan Roig a través de la Fundación Trinidad Alfonso. Lara González, valenciana compañera de Silvia Navarro en la selección, también forma parte de FER.

El Osito l’Eliana, ligado a la carrera de Silvia Navarro
El Osito l’Eliana de Cristina Mayo campeón de Europa de 1997 está ligado al inicio de la carrera de Silvia Navarro. “Imagina el primer año, que ganamos el ‘triplete’, con 17 años que tenía’, recuerda. Sin embargo, Mayo la descartó al año siguiente. Demasiado bajita ‑mide 1.67 metros‑, pensó. “Estuve dos años de paréntesis, en los que casi me lo dejo. Me rescató Gregorio García para el Ferrobús Mislata cuando yo me había ido al Torrent de primera nacional. Se lo debo todo a mi madre. Cristina (Mayo) reconoció años después que se había equivocado conmigo, que no había tenido buen ojo al haberme descartado por mi estatura. Yo se lo agradecí mucho. Eso dice mucho de ella”, recuerda.
“Estuve dos años de paréntesis, en los que casi me lo dejo. Me rescató Gregorio García para el Ferrobús Mislata”.
¿Qué se le pasa por la cabeza a una portera de balonmano de 1,67 cuándo una grandullona rusa o noruega corre hacía ti con el balón en la mano? “Aunque me lleve un castañazo, lo importante es que no entre la pelota. He tenido lesiones graves por impactos de balón, pero cuando me pegan el trompazo le pregunto al médico si ha entrado el balón en la portería. Eso es lo único que me preocupa”, explica una jugadora que se crió viendo por la tele las grandes paradas de Barrufet y Lorenzo Rico, antes de que su equipo, “las Guerreras”, irrumpiera en el balonmano femenino mundial como un lobo en un corral.
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