En Los caño­nes de Nava­ro­ne (1961) com­par­tía repar­to con Gre­gory Peck, Anthony Quinn, David Niven y Stan­ley Baker entre otros.

4 de sep­tiem­bre de 2020.

Bran­do en la Acró­po­lis de Ate­nas.

«Nun­ca amé a un hom­bre como amé a Mar­lon, fue la gran pasión de mi vida», decla­ró la actriz Ire­ne Papas (Chi­lio­mo­di, Corin­tia, el 3 de sep­tiem­bre de 1926 o 1929 según se recu­rra a unas fuen­tes u otras) al dia­rio ita­liano Corrie­re della Sera en abril de 2004, días des­pués de la muer­te a los 80 años del pro­ta­go­nis­ta de Un tran­vía lla­ma­do deseo (Elia Kazan, 1951). «Es al que más he que­ri­do y al que he esti­ma­do más, dos cosas que en gene­ral son difí­ci­les de reu­nir» afir­ma­ba la actriz grie­ga, que ayer cum­plió 94 años (o 91, en wiki­pe­dia no lo tie­nen muy cla­ro).

Duran­te unos años, Ire­ne Papas estu­vo muy impli­ca­da en impor­tan­tes pro­yec­tos tea­tra­les impul­sa­dos por la Gene­ra­li­tat Valen­cia­na. La Ciu­dad del Tea­tro se había inau­gu­ra­do en 2001 con Las Tro­ya­nas en La Nau de Port de Sagunt. La obra de Eurí­pi­des esta­ba pro­ta­go­ni­za­da y diri­gi­da por la gran trá­gi­ca Papas. Las cosas lue­go se fue­ron al tras­te y el ambi­cio­so pro­yec­to que­dó en nada. Casos simi­la­res son fre­cuen­tes en la his­to­ria del cine y el tea­tro impul­sa­dos ins­ti­tu­cio­nal­men­te en la Comu­ni­tat (Tea­tres de la Gene­ra­li­tat Valen­cia­na, 1994–2012; la Ciu­dad de la Luz, fun­da­da el año 2000 y aho­ra cerra­da y desér­ti­ca…).

Nino Man­fre­di en los años 60.

Regre­so a la estre­lla grie­ga. Es el tema que me mue­ve. En aque­llos ini­cios del siglo XXI le pedí una entre­vis­ta a Ire­ne Papas para que me con­ta­se sus pla­nes de tra­ba­jo en tie­rras valen­cia­nas. Muy sim­pá­ti­ca, muy alta y muy ves­ti­da de negro, ya con más de 70 años a las espal­das, pero eso sí, mara­vi­llo­sa­men­te lle­va­dos, que­da­mos a cenar en la terra­za de la Taber­na Alká­zar. Ella había cono­ci­do a Miquel Nava­rro y puso empe­ño en que el escul­tor se suma­se a la cena vera­nie­ga. Sin yo pre­gun­tar­le por esa cues­tión de su pasa­do sen­ti­men­tal, nos con­tó su rela­ción con Mar­lon Bran­do. Sus recuer­dos y sen­ti­mien­tos eran pare­ci­dos a los que había con­ta­do a Corrie­re della Sera, aun­que no eran exac­ta­men­te los mis­mos. “El hom­bre que mejor me ha hecho el amor fue Mar­lon Bran­do, como aman­te era fabu­lo­so. Pero el hom­bre al que más he que­ri­do fue a Nino Man­fre­di”, nos reve­ló Ire­ne Papas. “Por des­gra­cia para mí, Nino esta­ba casa­do y nun­ca qui­so sepa­rar­se”. La actriz me pidió que estas con­fi­den­cias no las pusie­se en la entre­vis­ta. Yo res­pe­té su deseo. Siem­pre res­pe­to el off the record. No hacer­lo sig­ni­fi­ca per­der fuen­tes y, lo que es más gra­ve, ser des­leal. Aho­ra ha pasa­do el tiem­po y creo que ya pue­do con­tar­lo. Nino Man­fre­di, el des­gra­cia­do anti­hé­roe de El ver­du­go (Ber­lan­ga, 1963), falle­ció en Roma el año 2004 a los 83 años.

Como Pené­lo­pe en una pro­duc­ción ita­lia­na de la Odi­sea (1968) para tv.
Con Alan Bates en Zor­ba el grie­go (1964).
Bai­lan­do el sir­ta­ki con Anthony Quinn en Zor­ba el grie­go (1964).

Pese a la rique­za de su fil­mo­gra­fía, no es Ire­ne Papas una actriz muy popu­lar entre los ciné­fi­los espa­ño­les. En los pri­me­ros años cin­cuen­ta tra­ba­jó para dos direc­to­res ita­lia­nos que mere­cen una recon­si­de­ra­ción pro­fe­sio­nal, Ric­car­do Fre­da y Pie­tro Fran­cis­ci. En 1956 pro­ta­go­ni­zó La ley de la hor­ca, de Robert Wise. En 1961 fue un nom­bre este­lar del bom­ba­zo comer­cial de Los caño­nes de Nava­ro­ne (J. Lee Thom­pson, al lado de Gre­gory Peck, Anthony Quinn y David Niven). En 1964 par­ti­ci­pó en otro gran éxi­to popu­lar (Zor­ba el grie­goMichael Caco­yan­nis, con Anthony Quinn). Y has­ta los años dos mil fue una pre­sen­cia des­ta­ca­da en pelí­cu­las de Fran­ces­co Rosi (4 fil­mes), Manoel de Oli­vei­ra (3), Cos­­ta-Gavras, John Lan­dis… 

Una carre­ra bri­llan­te. Me hizo mucha ilu­sión cenar con Ire­ne Papas y ver­la tan ani­ma­da, tan son­rien­te y con tan­to vigor.

DIARIO UN CINÉFILO

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

DIARIO DE UN CINÉFILO Es una sec­ción dedi­ca­da al mun­do de las Series de TV, a todos sus aspec­tos ciné­fi­los pero tam­bién a sus deri­va­cio­nes socio­ló­gi­cas y rela­ti­vas a la vida coti­dia­na de las per­so­nas. La cons­truc­ción de roles, las rela­cio­nes fami­lia­res, la actua­li­dad, la come­dia y el dra­ma, la épi­ca his­tó­ri­ca, dra­go­nes y maz­mo­rras… Todo cabe en el mun­do de las series, y cual­quier pers­pec­ti­va del mun­do pue­de ser vis­ta des­de la ópti­ca de un ciné­fi­lo, de un serió­fi­lo inte­li­gen­te y pers­pi­caz. La sec­ción está per­so­na­li­za­da en Rafa Marí, uno de los últi­mos gran­des ciné­fi­los espa­ño­les. La perio­di­ci­dad es alea­to­ria, y la lon­gi­tud de cada entra­da, tam­bién. Pue­de ser tan­to muy cor­ta: un afo­ris­mo, como un exten­so mini­en­sa­yo, o entre­vis­ta, o diá­lo­go inte­rior.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 fichó por Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te es colum­nis­ta y crí­ti­co de arte.

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