Continuamos conociendo Marruecos, y como estamos de vacaciones vamos a dejar que el ocio sea el protagonista del día de hoy.
Para ello nos acercaremos hasta la considerada la playa de Tetuán, la playa de Martil. Como comenté en el artículo anterior está situada en la desembocadura del río Martil. Durante las últimas décadas la fiebre del ladrillo también ha llegado a la costa y su urbanización ha crecido de forma caótica y espectacular.

Yo aproveché para tumbarme y relajarme, mientras tomaba el sol en sus finas arenas que llegan desde Cabo Negro, intenta conocer esta lujosa urbanización, hasta la Playa de Azla, que se encuentra cerca del cabo Nazari.

Mientras tomaba el sol, me documenté sobre varios puntos que llamaron mucho mi atención cuando recorría Tetuán y los alrededores y me gustaría compartirlos con vosotros. El primero de ellos es la vestimenta de los riffeños, sobre todo los sombreros que utilizan las mujeres.

Son de paja con forma cónica y suelen adornarlos con lana en forma de cuerdas tejidas en color negro, blanco y rojo, o con borlas que pueden ser de varios colores.

Es habitual que utilicen chales de lana o algodón, tejidos con franjas blancas y rojas. Les otorgan múltiples usos para transportar cosas, como llevar bebés o los diferentes productos agrícolas que acercan hasta el mercado. Cuando lo emplean como prenda de vestir, lo usan como un chal sobre los hombros, o como falda enrollándoselo alrededor de la cintura.

Al igual que las mujeres, los hombres utilizan la djellaba o chilaba, es una túnica con capucha puntiaguda, que puede ser de algodón o lana. Como no suelen teñir la lana, los colores más habituales son el color marrón oscuro y blanquecino. Para las fiestas religiosas las utilizan de color blanco. Tienen una abertura central o dos en las costuras laterales, sobre el borde inferior. Esta prenda en realidad se emplea como nosotros utilizamos los abrigos, sobre sus prendas de uso diario.

Tanto hombres como mujeres utilizan babuchas de cuero puntiagudas de un marrón claro o amarillo y blanco.

Otro punto que llamó mi atención y que pude observar mientras recorría la zona son los hornos tradicionales beldi. Antiguamente era común en las zonas rurales tener un horno colectivo, que utilizaban las distintas familias por turnos.

Espero que tengáis suerte y podáis degustar un pan recién hecho en ellos. Lo tradicional es mezclar la harina de sorgo con el trigo, la cebada o el maíz.

Lo pueden cocinar sobre el suelo del horno o sobre la ‘makla’, una especie de sartén que es de barro, lo que resulta imprescindible es la ‘matrah’, es una bandeja con mango largo que sirve para meter el pan en el horno.

Ya he terminado mi lectura y el apetitoso olor de su plato más conocido, el cous — cous, me está llamando, así que no tengo más remedio que abandonarles por un tiempo. Volveremos a reencontrarnos en septiembre. Disfrutad del mes de agosto y conoced todos los destinos que podáis.

Nos vemos en nuestro próximo destino.
Fotos, Dron, Vídeo: Corvamar
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