Cir­cu­la un con­te­ni­do en redes socia­les que ase­gu­ra que “se están pre­sen­tan­do casos de pleu­re­sía indu­ci­da por hipo­xia” debi­do al uso de la mas­ca­ri­lla en emplea­dos de super­mer­ca­dos. “Por aho­ra los están silen­cian­do pero espe­ra­mos que esto lle­gue al públi­co pron­to y los jui­cios a quie­nes han obli­ga­do al uso ile­gal de las mas­ca­ri­llas. Yo no me la pon­go”, aña­de el con­te­ni­do. Al tex­to lo acom­pa­ña la radio­gra­fía de un tórax en el que se pue­den ver los pul­mo­nes de una per­so­na. Pero no hay prue­bas de que se estén dan­do estos casos. Ade­más, la ima­gen que usa no tie­ne nada que ver con el coro­na­vi­rus y no hay evi­den­cias de que las mas­ca­ri­llas cau­sen hipo­xia.

La ima­gen es de un libro de medi­ci­na pul­mo­nar y no tie­ne que ver con el coro­na­vi­rus

Como hemos dicho, el tex­to se com­par­te jun­to a una radio­gra­fía en la que se pue­den ver los pul­mo­nes de una per­so­na y una fle­cha que seña­la una man­cha sobre estos. Sin embar­go, esta ima­gen no mues­tra un caso como el que el con­te­ni­do está des­cri­bien­do. La pleu­re­sía o pleu­ri­tis se pro­du­ce cuan­do la pleu­ra, for­ma­da por dos capas de teji­do que sepa­ran los pul­mo­nes de la pared torá­ci­ca, se infla­ma. En algu­nos casos, la pleu­ri­tis pue­de ir acom­pa­ña­da de un derra­me pleu­ral, que con­sis­te en la acu­mu­la­ción de líqui­do en el espa­cio que que­da entre las dos mem­bra­nas de la pleu­ra.

En este caso, lo que mues­tra la radio­gra­fía es un derra­me pleu­ral leve en un pacien­te con lin­fo­ma no Hod­king, un cán­cer del teji­do lin­fá­ti­co.

La radio­gra­fía sale, ade­más, de la edi­ción de 2005 de un libro de medi­ci­na pul­mo­nar y pue­des ver­la aquí. Por lo tan­to, no mues­tra una pleu­re­sía cau­sa­da por el uso de la mas­ca­ri­lla.

No hay evi­den­cias de que el uso de mas­ca­ri­lla pro­vo­que hipo­xia

El tex­to dice que “se están pre­sen­tan­do casos de Pleu­re­sía indu­ci­da por hipo­xia obs­truc­ti­va exte­rior (bar­bi­jo), en gen­te emplea­da en Super­mer­ca­dos”. “Bar­bi­jo” es uno de los nom­bres que se le dan en Argen­ti­na y Boli­via a las mas­ca­ri­llas, por lo que el con­te­ni­do está dicien­do que estas pro­vo­can hipo­xia, la fal­ta de oxí­geno en la san­gre.

Sin embar­go, en Mal­di­ta Cien­cia ya os con­ta­mos que no hay evi­den­cias de que el uso de la mas­ca­ri­lla cau­se hipo­xia. En pri­mer lugar, las mas­ca­ri­llas fil­tran par­tí­cu­las, no gases, y el oxí­geno es un gas. Ade­más, como expli­ca­ba a Mal­di­ta Cien­cia María Eli­sa Calle, exper­ta en Epi­de­mio­lo­gía y Salud Públi­ca y pro­fe­so­ra de la Facul­tad de Medi­ci­na de la Uni­ver­si­dad Com­plu­ten­se de Madrid, las mas­ca­ri­llas no son estan­cas y dejan pasar el aire por los hue­cos de los late­ra­les y la par­te supe­rior, por don­de entra oxí­geno y se expul­sa el dió­xi­do de car­bono.

Es cier­to que lle­var mas­ca­ri­lla a veces pue­de pro­vo­car una sen­sa­ción de ago­bio, pero en este artícu­lo os expli­ca­mos que esa sen­sa­ción no sig­ni­fi­ca que cau­sen hipo­xia. La hipo­xia es una baja­da de los nive­les de oxí­geno en la san­gre y no el hecho de que sin­ta­mos que no pode­mos res­pi­rar correc­ta­men­te.

Así que la pleu­re­sía no pue­de estar indu­ci­da por hipo­xia pro­vo­ca­da por el uso de la mas­ca­ri­lla, ya que, reite­ra­mos, su uso no pro­vo­ca la fal­ta de oxí­geno en la san­gre. Ade­más, la hipo­xia no se encuen­tra entre las posi­bles cau­sas de pleu­re­sía, que sí pue­de ver­se pro­vo­ca­da por una infec­ción viral como la que gene­ra el SARS-CoV‑2.

Un con­te­ni­do simi­lar cir­cu­ló antes en inglés

En nin­gún momen­to esta publi­ca­ción hace refe­ren­cia al ori­gen de la supues­ta infor­ma­ción sobre casos de pleu­re­sía. Las publi­ca­cio­nes más anti­guas con esta afir­ma­ción que hemos encon­tra­do son de media­dos de julio, como esta o esta. Pero ya en el mes de junio cir­cu­la­ba un post de Face­book en inglés en el que se decía que una chi­ca sana de 19 años, tra­ba­ja­do­ra de un super­mer­ca­do, comen­zó a sen­tir dolo­res y moles­tias y que, tras des­car­tar que estu­vie­se infec­ta­da por coro­na­vi­rus, el médi­co supues­ta­men­te le dijo que lo que tenía era pleu­re­sía. Según el con­te­ni­do, la pleu­ri­tis esta­ba cau­sa­da por haber lle­va­do pues­ta la mas­ca­ri­lla ocho horas al día duran­te cin­co o seis días a la sema­na y res­pi­rar “sus pro­pias bac­te­rias y dió­xi­do de car­bono”. Aquí os con­ta­mos que al usar mas­ca­ri­lla no estás res­pi­ran­do tu pro­pio CO2, pues como hemos dicho antes, estas no son estan­cas.

Este con­te­ni­do cir­cu­ló en paí­ses como Aus­tra­lia, don­de los veri­fi­ca­do­res del medio AAP Fact­Check, miem­bro de la Inter­na­tio­nal Fact-Che­c­­king Net­work (IFCN), des­min­tió que fue­se cier­to, y en Gre­cia, don­de lo des­min­tie­ron des­de el medio Elli­ni­ka Hoa­xes, tam­bién miem­bro de la IFCN.

Por lo tan­to, no hay prue­bas de que se estén dan­do casos de pleu­re­sía en tra­ba­ja­do­res de super­mer­ca­dos por el uso pro­lon­ga­do de la mas­ca­ri­lla.

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