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Los que siguen mi blog saben que una de mis pasio­nes foto­grá­fi­cas es retra­tar la deco­ra­ción de las facha­das. Des­cu­brí que Vila­fa­més se encuen­tra entre los  pue­blos que más me per­mi­ten dis­fru­tar de mi pasión. 

Pai­sa­je des­de Vila­fa­més

Hoy hare­mos un via­je dis­tin­to a los demás. Les invi­to a que lo conoz­can pero dete­nién­do­se a obser­var las ven­ta­nas, rejas o la par­te infe­rior de los bal­co­nes, cada uno es dis­tin­to al otro, inclu­so en una mis­ma casa entre piso y piso pue­den ser dis­tin­tos. 

Bal­cón 

Pode­mos comen­zar nues­tra visi­ta por la Pla­za de la Fuen­te, encon­tra­rás esta fuen­te con un sur­ti­de­ro que vier­te agua cons­tan­te­men­te des­de 1313.

La Font

Ya saben que a mí me gus­ta calle­jear, cami­nar, deján­do­me lle­var por lo que me atrae visual­men­te, y lo pri­me­ro que lla­mó mi aten­ción fue la Roca Gros­sa. Esta enor­me roca de rodeno se encuen­tra ubi­ca­da en la calle de la Font, a los pies de la Igle­sia de la Asun­ción. De ella des­ta­can los 34 gra­dos de incli­na­ción, su tama­ño, unos 832 metros cúbi­cos, y que pesa apro­xi­ma­da­men­te unos 2.163.200 kg. La men­te no asi­mi­la que no se des­pla­ce, aun­que a mí me impre­sio­na más su gran­dio­si­dad

Roca Gros­sa e Igle­sia de La Asun­ción

¿Te has dado cuen­ta que al tocar una pie­za de rodeno su tac­to es áspe­ro ase­me­ján­do­se al tac­to de la are­na? Esto se debe a su com­po­si­ción, datan de 250 millo­nes de años del Triá­si­co Infe­rior, cuan­do los ríos trans­por­ta­ban rocas, are­nas y gra­va has­ta las lla­nu­ras. Con el paso de los años, estos cúmu­los se han com­pac­ta­do has­ta cimen­tar­se en las facies que hay en varias zonas  de Espa­ña. Su color rojo se lo otor­gan los mine­ra­les de hie­rro y mag­ne­sio que las com­po­nen. El geó­lo­go ale­mán Frie­drich August von Alber­ti, en el año 1934,  fue el pri­me­ro en estu­diar estas for­ma­cio­nes y las deno­mi­nó Bun­tsands­tein (su tra­duc­ción lite­ral sería: colo­ri­da roca de are­na).

Roca Gros­sa 

Sobre ella hay dos leyen­das, la pri­me­ra y más boni­ta, dice que debes tocar la Roca Gros­sa y pedir tres deseos, ya que, al menos uno de ellos se cum­pli­rá; la segun­da, que los veci­nos inten­ta­ron des­pla­zar la roca por temor a ser aplas­ta­dos por ella, pero en el inten­to caye­ron al sue­lo, man­chan­do sus glú­teos de rojo, por este moti­vo se los cono­ce como «cul­ro­jos». Será por esta razón que las casas mues­tran con orgu­llo el color roji­zo que les otor­ga el rodeno y que da nom­bre a sus habi­tan­tes.

Ven­ta­nas con rodeno

Con­ti­nua­mos nues­tro cami­nar, y poco a poco, lle­ga­mos has­ta la Igle­sia de la Asun­ción. Se encuen­tra en lo alto de una cima des­de la cual las vis­tas del entorno son espec­ta­cu­la­res. Es del siglo XVI, de sille­ría con rodeno y mam­pos­te­ría, está cubier­ta con teja ára­be a doble ver­tien­te, en su inte­rior cuen­ta con zóca­los de cerá­mi­ca valen­cia­na del siglo XVIII. 

Igle­sia de la Asun­ción

Recuer­da que en este via­je debes  «OBSERVAR», así que mira hacia el cie­lo y con­tem­pla las gár­go­las de la igle­sia, son todas dis­tin­tas y, como sue­le ser habi­tual, son gro­tes­cas, por­que así pue­den cum­plir correc­ta­men­te con su fun­ción, que es espan­tar a los malos espí­ri­tus y pro­te­ger a los fie­les que se cobi­jan den­tro de sus muros.

Segui­mos ascen­dien­do hacia las mura­llas, pero en mi cami­nar me encuen­tro una enor­me mole de roca de rodeno, que sir­ve de base a una vivien­da. Por muchas pobla­cio­nes que visi­te no deja de asom­brar­me cómo la gen­te es capaz de apro­ve­char su entorno y crear sus hoga­res adap­tán­do­los a las carac­te­rís­ti­cas que este ten­ga. 

Calle de la Esgle­sia

Final­men­te nos encon­tra­mos con las mura­llas. Datan del año 1375 cuan­do el maes­tre de Mon­te­sa, Fray Albert de Tous, orde­nó su cons­truc­ción. Cons­ta­ba de cua­tro puer­tas de acce­so a la pobla­ción. En el siglo XVI se debie­ron modi­fi­car las mura­llas, ya que el nue­vo avan­ce arma­men­tís­ti­co del momen­to, la arti­lle­ría, lo reque­ría

Mura­lla

Hoy se seña­lan dos puer­tas, el Por­tal de la Font y el Por­ta­let que daba acce­so a la par­te más inter­na de la villa. Se encon­tra­ba en la torre cua­dra­da del «Con­sell». Hoy pode­mos ver su lado dere­cho y el arran­que del muro. Si miras en el sue­lo, verás unas mar­cas con ado­qui­nes negros, indi­can la for­ma ori­gi­nal del Por­ta­let. Como en todo Vila­fa­més, des­de aquí las vis­tas del entorno son asom­bro­sas.

Vis­ta des­de el Por­ta­let 

Ya va que­dan­do poco para lle­gar has­ta el cas­ti­llo, y el esfuer­zo de ascen­der se nota cada vez más, pero no dejes que este te impi­da bus­car los rin­co­nes encan­ta­do­res de esta pobla­ción. 

Calle de Vila­fa­més 

Coro­nan­do el cerro, encon­tra­mos el cas­ti­llo de Vila­fa­més, acom­pa­ña­do por el barrio del Quar­ti­jo y la Igle­sia de la San­gre.

Mura­lla y Cas­ti­llo

En el pun­to más alto del cerro, domi­nan­do toda la pla­ni­cie, los ára­bes eri­gie­ron una for­ti­fi­ca­ción, el actual cas­ti­llo de Vila­fa­més. Con la Orden de Mon­te­sa se con­vir­tió en un gran cas­­ti­­llo-pala­­cio, ya que obli­gó a los habi­tan­tes a que refor­za­ran y refor­ma­ran la for­ti­fi­ca­ción ára­be. Pero lo que más lla­ma la aten­ción es la torre cen­tral cir­cu­lar, que es de las Gue­rras Car­lis­tas, sien­do uno de los pocos ejem­plos de arqui­tec­tu­ra car­lis­ta en la Comu­ni­dad Valen­cia­na. 

Cas­ti­llo de Vila­fa­més 

A sus pies encon­tra­mos el peque­ño barrio Quar­ti­jo. Es la zona más anti­gua de Vila­fa­més. Al igual que en el cas­ti­llo, sus pri­me­ros habi­tan­tes fue­ron ára­bes, sus calles son retor­ci­das y lle­nas de colo­ri­das flo­res, se pue­de obser­var una her­mo­sa vis­ta des­de su mira­dor.

Calle Quar­ti­jo 

Las ven­ta­nas enre­ja­das, los peque­ños jar­di­nes que tie­nen las casas, y sus mira­do­res hacen de este barrio un lugar con encan­to que debe­rías reco­rrer tran­qui­la­men­te miran­do los deta­lles con que están deco­ra­das las casas.  

Ven­ta­na en calle Quar­ti­jo

La Igle­sia de la San­gre, en sus orí­ge­nes era una igle­sia de esti­lo «recon­quis­ta», ya que fue la pri­me­ra que se eri­gió des­pués de la con­quis­ta del rey Jai­me I y esta­ba dedi­ca­da a la Vir­gen María. Para su cons­truc­ción se reuti­li­za­ron diver­sos ele­men­tos ya exis­ten­tes en el lugar, el alji­be anda­lu­sí, que era uti­li­za­do como crip­ta y par­te de la mura­lla.  En el siglo XVII, el tem­plo fue adap­ta­do a los nue­vos gus­tos esté­ti­cos, con­vir­tien­do su inte­rior al barro­co. 

Igle­sia de la San­gre

Comen­za­mos a des­cen­der por calles empi­na­das, estre­chas y tor­tuo­sas, encon­tran­do peque­ños rin­co­nes lle­nos de encan­to.

Calle Torre­ta

Des­de el pun­to que nos encon­tra­mos ya pode­mos ver, la facha­da del Museo de Arte Con­tem­po­rá­neo

Calle Dipu­tación

El Museo de Arte Con­tem­po­rá­neo se encuen­tra ubi­ca­do en el Pala­cio del Batlle, es del s. XIV. Fue la sede del repre­sen­tan­te de la Orden de San­ta María de Mon­te­sa y, con ante­rio­ri­dad, del admi­nis­tra­dor real. Su deco­ra­ción sigue los patro­nes del góti­co civil. La fun­da­ción y espí­ri­tu  del museo se debe a la idea del his­to­ria­dor y crí­ti­co de arte Vicen­te Agui­le­ra Cer­ní, que acer­có el arte al pue­blo bajo el lema: mirar al pasa­do, cons­truir el pre­sen­te e intuir el futu­ro.

Museo de Arte Con­tem­po­rá­neo

La calle de la Dipu­tación está lle­na de sor­pre­sas arqui­tec­tó­ni­cas, me embe­le­so con­tem­plan­do los azu­le­jos que deco­ran los bajos de los bal­co­nes y los teja­dos.

Cor­ni­sa  deco­ra­da

Son tan­tos y tan varia­dos que no pue­do dejar de delei­tar­me y dis­pa­rar fotos.

Pero debo avan­zar y lle­go has­ta la Pla­za del Ayun­ta­mien­to, don­de se encuen­tra el mis­mo, ubi­ca­do en una anti­gua casa seño­rial del siglo XV-XVI, al ver su facha­da rena­cen­tis­ta no dirías que en otros tiem­pos fue un molino de acei­te.

Pla­za Ayun­ta­mien­to y Ayun­ta­mien­to Vila­fa­més

En la mis­ma pla­za  podrás ver los labra­dos pos­ti­gos  de esta ven­ta­na.  

Ven­ta­na en Pla­za Ayun­ta­mien­to

Ya casi fina­li­za­mos nues­tro reco­rri­do, pero como sigue sien­do una caja de sor­pre­sas, encuen­tro esta flo­ri­da calle. Me es impo­si­ble no foto­gra­fiar­la y así poder ense­ñá­ros­la.  

Calle Pas­tor

Si crees que no te he ten­ta­do lo sufi­cien­te, te enu­me­ra­ré los pun­tos que Vila­fa­més nos indi­ca que debe­mos cono­cer, ade­más de los que hemos vis­to: Casa For­ti­fi­ca­da, Forn Nou, Horno medie­val, El bas­sal, Por­tal del Raval, Ermi­ta de San Ramón, Torreó, Torreón de Vigi­làn­cia, Por­tal de Onda.  

Ima­gen del Cas­ti­llo  

Como veis, tie­ne un rico patri­mo­nio a des­cu­brir, y debéis saber que, des­de 2005, es Bien de Inte­rés Cul­tu­ral y per­te­ne­ce a los Pue­blos Más Boni­tos de Espa­ña y del mun­do.

Per­fil de Vila­fa­més

Les dejo el reco­rri­do y la dis­tan­cia que hemos rea­li­za­do noso­tros.

Nos vemos en nues­tro pró­xi­mo des­tino.

Fotos, Dron, Vídeo: Cor­va­mar

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