Un estu­dio limi­ta­do, rea­li­za­do por inves­ti­ga­do­res chi­nos, sugie­re el papel que jue­gan las corrien­tes de aire en la pro­pa­ga­ción de la enfer­me­dad en espa­cios cerra­dos.

Dia­gra­ma de la dis­po­si­ción de las mesas del res­tau­ran­te y el flu­jo de aire acon­di­cio­na­do en el lugar en que se pro­du­jo un bro­te de coro­na­vi­rus en Guangzhou, Chi­na. Los círcu­los rojos indi­can el asien­to de los futu­ros con­ta­gios; el círcu­lo rojo lleno de ama­ri­llo indi­ca el caso índi­ce, o el pri­mer pacien­te docu­men­ta­do. Cen­tro para el Con­trol y la Pre­ven­ción de Enfer­me­da­des, EEUU.

En enero, en un res­tau­ran­te en Guangzhou, Chi­na, un comen­sal infec­ta­do con el nue­vo coro­na­vi­rus pero que toda­vía no se sen­tía enfer­mo pare­cía haber pro­pa­ga­do la enfer­me­dad a otras nue­ve per­so­nas. Apa­ren­te­men­te, uno de los aires acon­di­cio­na­dos del res­tau­ran­te sopló las par­tí­cu­las de virus alre­de­dor del come­dor.

Hubo otros 73 comen­sa­les que comie­ron ese día en el mis­mo piso del res­tau­ran­te de cin­co pisos, y la bue­na noti­cia es que no enfer­ma­ron. Tam­po­co los ocho emplea­dos que tra­ba­ja­ban en el piso en ese momen­to.

Inves­ti­ga­do­res chi­nos des­cri­bie­ron el inci­den­te en un artícu­lo que se publi­ca­rá en la edi­ción de julio de Emer­ging Infec­tious Disea­ses, una revis­ta publi­ca­da por los Cen­tros para el Con­trol y la Pre­ven­ción de Enfer­me­da­des. El estu­dio de cam­po tie­ne limi­ta­cio­nes. Los inves­ti­ga­do­res, por ejem­plo, no rea­li­za­ron expe­ri­men­tos para simu­lar la trans­mi­sión aérea.

Ese bro­te ilus­tra algu­nos de los desa­fíos a los que se enfren­ta­rán los res­tau­ran­tes cuan­do inten­ten reabrir. Los sis­te­mas de ven­ti­la­ción pue­den crear patro­nes com­ple­jos de flu­jo de aire y man­te­ner los virus en alto, por lo que sim­ple­men­te espa­cian­do las mesas a algo menos de 2 metros, la dis­tan­cia míni­ma que el C.D.C. le acon­se­ja que se man­ten­ga ale­ja­do de otras per­so­nas; pue­de que no sea sufi­cien­te para pro­te­ger a los clien­tes de res­tau­ran­tes.

Tiem­pos de expo­si­ción al virus

La natu­ra­le­za social de salir a cenar podría aumen­tar el ries­go. Mien­tras más tiem­po per­ma­nez­ca la gen­te en un área con­ta­mi­na­da, más par­tí­cu­las de virus pro­ba­ble­men­te inha­la­rán. Comer tam­bién es una acti­vi­dad que no se pue­de lle­var a cabo con una más­ca­ra. Las gotas car­ga­das de virus pue­den ser exha­la­das al aire a tra­vés de la res­pi­ra­ción y el habla, no solo a tra­vés de la tos y los estor­nu­dos.

Como el C.D.C. aho­ra acon­se­ja: “Evi­te reunio­nes gran­des y peque­ñas en luga­res pri­va­dos y espa­cios públi­cos, como la casa de un ami­go, par­ques, res­tau­ran­tes, tien­das o cual­quier otro lugar”.

Por otro lado, todas las per­so­nas que se enfer­ma­ron en el res­tau­ran­te en Chi­na esta­ban en la mis­ma mesa que la per­so­na infec­ta­da o en una de las dos mesas veci­nas. El hecho de que las per­so­nas que se encon­tra­ban más lejos se man­tu­vie­ran salu­da­bles es un indi­cio espe­ran­za­dor de que el coro­na­vi­rus se trans­mi­te prin­ci­pal­men­te a tra­vés de gotas res­pi­ra­to­rias más gran­des, que caen del aire más rápi­da­men­te que las gotas más peque­ñas cono­ci­das como aero­so­les, que pue­den flo­tar duran­te horas.

“Creo que es un estu­dio bien hecho con las limi­ta­cio­nes de ser un estu­dio de cam­po”, dijo Wer­ner E. Bis­choff, direc­tor médi­co de pre­ven­ción de infec­cio­nes y epi­de­mio­lo­gía del sis­te­ma de salud de la Escue­la de Medi­ci­na de Wake Forest en Caro­li­na del Nor­te. El Dr. Bis­choff no par­ti­ci­pó en la inves­ti­ga­ción.

El 24 de enero, una fami­lia fue a comer al res­tau­ran­te al que nos refe­ri­mos en Guangzhou, una metró­po­lis en expan­sión en el sur de Chi­na ubi­ca­da a unos 130 km de Hong Kong.

La fami­lia había aban­do­na­do Wuhan, más de 800 km al nor­te y el pun­to calien­te del bro­te ini­cial de coro­na­vi­rus, un día antes de que las auto­ri­da­des chi­nas impu­sie­ran un blo­queo en la ciu­dad y la pro­vin­cia cir­cun­dan­te de Hubei para fre­nar la pro­pa­ga­ción de la enfer­me­dad.

Duran­te el almuer­zo, los cin­co miem­bros de la fami­lia, desig­na­dos como Fami­lia A, pare­cían sanos. Pero más tar­de, a lo lar­go del día, una de ellas, una mujer de 63 años, expe­ri­men­tó fie­bre y tos y fue al hos­pi­tal don­de dio posi­ti­vo por el coro­na­vi­rus.

En dos sema­nas, otras nue­ve per­so­nas que almor­za­ron en ese piso del res­tau­ran­te de Guangzhou el mis­mo día tam­bién die­ron posi­ti­vo. Cua­tro eran parien­tes de la pri­me­ra mujer infec­ta­da. Tal vez pudie­ron haber sido infec­ta­dos fue­ra del res­tau­ran­te. Pero para los otros cin­co, el res­tau­ran­te pare­ce haber sido la fuen­te del virus.

La mesa de la fami­lia A esta­ba en el lado oes­te del come­dor de 450 metros cua­dra­dos, entre las mesas don­de dos fami­lias no rela­cio­na­das, B y C, tam­bién esta­ban comien­do. La fami­lia B y la fami­lia A se super­pu­sie­ron duran­te un perío­do de 53 minu­tos, y tres de sus miem­bros, una pare­ja y su hija, enfer­ma­ron. La fami­lia C se sen­tó jun­to a la fami­lia A en la otra mesa veci­na a lo lar­go del mis­mo lado de la habi­ta­ción, sola­pán­do­se duran­te 73 minu­tos, y dos de sus miem­bros, una madre y su hija, se con­ta­gia­ron.

Una uni­dad de aire acon­di­cio­na­do al lado de la Fami­lia C sopló aire en direc­ción sur a tra­vés de las tres mesas; par­te del aire pro­ba­ble­men­te rebo­tó en la pared, en direc­ción a la Fami­lia C.

Debi­do a que el coro­na­vi­rus aún no se había exten­di­do más allá de Wuhan, los fun­cio­na­rios de salud públi­ca pudie­ron ras­trear los con­tac­tos recien­tes de las fami­lias B y C y deter­mi­nar que el res­tau­ran­te era el úni­co lugar pro­ba­ble don­de se habrían cru­za­do con el virus.

Los inves­ti­ga­do­res no decla­ra­ron en el docu­men­to si alguno de los otros comen­sa­les que no con­tra­je­ron el coro­na­vi­rus eran miem­bros de las tres fami­lias afec­ta­das o si todos eran clien­tes en otras 12 mesas. Las 73 per­so­nas fue­ron pues­tas en cua­ren­te­na duran­te 14 días y no desa­rro­lla­ron sín­to­mas.

“Con­clui­mos que en este bro­te, la trans­mi­sión de goti­tas fue pro­vo­ca­da por la ven­ti­la­ción con aire acon­di­cio­na­do”, han escri­to los auto­res. “El fac­tor cla­ve para la infec­ción fue la direc­ción del flu­jo de aire”.

Har­vey V. Fine­berg, quien diri­ge el Comi­té Per­ma­nen­te de Enfer­me­da­des Infec­cio­sas Emer­gen­tes y Ame­na­zas de Salud del Siglo XXI en las Aca­de­mias Nacio­na­les de Cien­cias, Inge­nie­ría y Medi­ci­na, ha des­cri­to el infor­me como “pro­vo­ca­ti­vo y reve­la­dor”.

Ha dicho que los res­tau­ran­tes deben tener en cuen­ta la direc­ción del flu­jo de aire al orga­ni­zar las mesas. Las luces ultra­vio­le­tas ger­mi­ci­das tam­bién podrían ins­ta­lar­se para des­truir par­tí­cu­las de virus flo­tan­tes, dijo el Dr. Fine­berg. Y los hallaz­gos del docu­men­to podrían tener impli­ca­cio­nes más allá de los res­tau­ran­tes.

“Es escla­re­ce­dor para el tipo de cosas que nece­si­ta­mos seguir apren­dien­do mien­tras inten­ta­mos con­fi­gu­rar espa­cios de tra­ba­jo segu­ros”, dijo el Dr. Fine­berg. “No solo res­tau­ran­tes segu­ros y luga­res de entre­te­ni­mien­to, sino tam­bién dón­de vas a tra­ba­jar”.

*Por su inte­rés, com­par­ti­mos este artícu­lo de Ken­neth Chang para The New York Times.

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