Los últi­mos acuer­dos adop­ta­dos en el seno de la Unión Euro­pea pre­sen­tan una bue­na noti­cia y dos incóg­ni­tas. La bue­na noti­cia, y ya es un gran paso, es que Bru­se­las ha dado luz ver­de a la crea­ción de un fon­do que per­mi­ta afron­tar la recons­truc­ción de la eco­no­mía euro­pea que la COVID-19 ha colo­ca­do al bor­de del abis­mo, una reivin­cia­ción espe­cial­men­te recla­ma­da por los paí­ses más afec­ta­dos por la pan­de­mia como Espa­ña, Ita­lia o Fran­cia. Las incóg­ni­tas son saber cuán­do y cómo se crea­rá ese fon­do.

Por lo pron­to, todos los paí­ses coin­ci­den en que el fon­do es nece­sa­rio y que su volu­men será al menos de un billón de euros, aun­que Espa­ña aspi­ra a que lle­gue a los 1,5 billo­nes. Tam­bién se sabe que esa inyec­ción eco­nó­mi­ca esta­rá liga­da a los pre­su­pues­tos comu­ni­ta­rios de los pró­xi­mos sie­te años, que debe­rá expe­ri­men­tar un incre­men­to en los pró­xi­mos ejer­ci­cios de has­ta el 2%.

La gran duda aho­ra es saber cómo se ges­tio­na­rá esa inyec­ción eco­nó­mi­ca para la recons­truc­ción. Espa­ña aspi­ra a que sean inver­sio­nes a fon­do per­di­do. Sin embar­go, los paí­ses del nor­te, con Holan­da a la cabe­za, se siguen resis­tien­do a esa posi­bi­li­dad e insis­ten en que se tra­mi­ten como prés­ta­mos con­di­cio­na­dos. En este sen­ti­do, en los paí­ses del sur pro­vo­ca páni­co el recuer­do de las estric­tas medi­das de ajus­te que impu­so Bru­se­las duran­te la pasa­da cri­sis de 2008 a los paí­ses que reci­bie­ron fon­dos de res­ca­te como Gre­cia o, aun­que en menor medi­da, la mis­ma Espa­ña. Por el momen­to, las pos­tu­ras enfren­ta­das han rela­ja­do el tono cris­pa­do que carac­te­ri­zó sus dife­ren­cias en las últi­mas sema­nas, pero no la dis­tan­cia que les sepa­ra.

Ante esta situa­ción la pre­si­den­ta de la Comi­sión Euro­pea Ursu­la von der Leyen ade­lan­ta­ba la posi­bi­li­dad de bus­car una fór­mu­la inter­me­dia. Se tra­ta­ría de divi­dir eses fon­dos en dos mita­des, de for­ma que pudie­ra haber un equi­li­brio entre sub­si­dios o inver­sio­nes direc­tas, que no estu­vie­ran con­di­cio­na­das, y prés­ta­mos cuyas con­di­cio­nes de adju­di­ca­ción debe­rían ser res­pec­ta­das por los paí­ses que asu­mie­ran ese endeu­da­mien­to.

Estas diver­gen­cias mar­ca­rán la otra incóg­ni­ta toda­vía no resuel­ta de estos fon­dos: el cuán­do. Por el momen­to, la Comi­sión Euro­pea tie­ne aho­ra de pla­zo has­ta el pró­xi­mo 6 de mayo para que pre­sen­ten las pro­pues­tas y alter­na­ti­vas. A par­tir de ahí los paí­ses miem­bros debe­rán de lle­gar nue­va­men­te a un míni­mo con­sen­so que des­blo­quee defi­ni­ti­va­men­te los fon­dos. Una nego­cia­ción que no será fácil. Por el momen­to, la úni­ca señal de opti­mis­mo es que los inter­lo­cu­to­res están dis­pues­to a supe­rar las cara de perro en las con­ver­sa­cio­nes. Tal y como está la situa­ción ya es un gran paso.

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