Un mes ha pasa­do ya des­de que el 14 de mar­zo de 2020, fecha que for­ma par­te ya de la his­to­ria de nues­tro país, el pre­si­den­te del Gobierno, Pedro Sán­chez, decre­ta­ra el esta­do de alar­ma y su con­se­cuen­te con­fi­na­mien­to domi­ci­lia­rio de gran par­te de la pobla­ción. Pero ya des­de antes la Comu­ni­dad Valen­cia­na había sido pro­ta­go­nis­ta, muy a su pesar, de esta cri­sis. El ya tris­te­men­te famo­so y funes­to par­ti­do en Milán de Cham­pions entre el Ata­lan­ta y el Valen­cia CF, don­de ade­más se per­dió por 4 goles a 1 (tal vez un resul­ta­do así nun­ca fue tan intras­cen­den­te en un par­ti­do ofi­cial) con­tri­bu­yó a expan­dir el coro­na­vi­rus. El equi­po blan­qui­ne­gro, jun­to a unos 2.500 afi­cio­na­dos, via­ja­ban, el 19 de febre­ro, al cen­tro del foco del con­ta­gio en Ita­lia. Allí, ade­más, este era un par­ti­do his­tó­ri­co, pues el Ata­lan­ta, un modes­to equi­po de Bér­ga­mo, dispu­taba, por pri­me­ra vez en su his­to­ria, unos octa­vos de final de la Liga de Cam­peo­nes. Has­ta 45.000 segui­do­res del Ata­lan­ta fue­ron has­ta Milán para ani­mar a su equi­po y, con ellos pene­tró en San Siro, de for­ma silen­cio­sa y sigi­lo­sa, como sue­le actuar, el Covid-19.

Un momen­to del par­ti­do de vuel­ta de los octa­vos de final de la Cham­pions Lea­gue entre el Valen­cia y el Ata­lan­ta dispu­tado el 10 de mar­zo en Mes­ta­lla, a puer­ta cerra­da.
Foto: Láza­ro de la Peña / www.valenciacf.com

Los pri­me­ros con­ta­gios

Pero, para enton­ces, el coro­na­vi­rus se veía en la Comu­ni­dad Valen­cia­na como algo lejano y cuyas con­se­cuen­cias nadie alcan­za­ba a ima­gi­nar. De hecho, no fue has­ta el 26 de febre­ro cuan­do se con­fir­mó el pri­mer caso en la región, el de un hom­bre que dio posi­ti­vo en el Hos­pi­tal La Pla­na de Cas­te­llón. Y no sería has­ta el 3 de mar­zo cuan­do se anun­cia­ría que, real­men­te, el pri­mer caso, y la pri­me­ra muer­te, con­fir­ma­da en la Comu­ni­tat Valen­cia­na, y tam­bién en Espa­ña, por este virus se había pro­du­ci­do el 19 de febre­ro cuan­do murió un hom­bre, de 69 años, en el hos­pi­tal Arnau de Vila­no­va de Valèn­cia, por una neu­mo­nía gra­ve de ori­gen des­co­no­ci­do. El falle­ci­mien­to de este hom­bre, que había regre­sa­do recien­te­men­te de Nepal, pasó inad­ver­ti­do enton­ces y solo sal­tó a los titu­la­res cuan­do se cono­ció el resul­ta­do de un nue­vo aná­li­sis retros­pec­ti­vo que había orde­na­do Sani­dad para todos los falle­ci­dos por neu­mo­nía de ori­gen des­co­no­ci­do.

Se acer­can las mas­cle­tàs

La vida con­ti­nua­ba sin gran­des cam­bios, las fallas se acer­ca­ban y la pri­me­ra mas­cle­tà esta­ba pre­vis­ta para el 1 de mar­zo. ¿Can­ce­lar­la? A nadie se le ocu­rría que pudie­ra suce­der algo así. El 27 de febre­ro, el par­ti­do de Milán vol­vía a los titu­la­res y lo hacía al con­fir­mar­se que uno de los perio­dis­tas que había via­ja­do para cubrir este even­to era el pri­mer infec­ta­do por Covid-19 en la ciu­dad de Valen­cia. Ahí sí, el ner­vio­sis­mo empe­zó a exten­der­se, al menos, entre una par­te de la pobla­ción. Se pedían expli­ca­cio­nes y algu­nas eran tan sor­pren­den­tes como la que ofre­cía la sub­di­rec­to­ra gene­ral de Epi­de­mio­lo­gía, Her­me­lin­da Vanaclocha:“Nos ente­ra­mos ayer del par­ti­do de fút­bol; lo sien­to, no me gus­ta el fút­bol. Somos sani­ta­rios, no tene­mos por qué saber que el Valen­cia juga­ba en ‘el Milán’ ”. “Es alu­ci­nan­te”, le repli­ca­ba un perio­dis­ta. Por aquel enton­ces, resul­ta­ba bas­tan­te evi­den­te que los efec­tos del Covid-19 eran amplia­men­te sub­es­ti­ma­dos por par­te de todos los esta­men­tos públi­cos. De hecho, nadie sabía aún qué pasa­ría con el par­ti­do de vuel­ta, y con el des­pla­za­mien­to pre­vis­to de unas 2.000 per­so­nas pro­ce­den­tes de Ita­lia.

Unos días antes del esta­do de aler­ta, Valen­cia con­ti­nua­ba con sus masi­vas mas­cle­tàs falle­ras.
Foto: Ayun­ta­mien­to de Valen­cia

Ribó lla­ma a la tran­qui­li­dad

Mien­tras las auto­ri­da­des sani­ta­rias iban deci­dien­do sobre este encuen­tro, los días iban pasan­do, los casos aumen­ta­ban en Espa­ña, sobre todo en Madrid y el País Vas­co, don­de se iban incre­men­tan­do las res­tric­cio­nes de movi­li­dad. Pero en Valen­cia lle­ga­ba el 1 de mar­zo y la pri­me­ra mas­cle­tà de las Fallas de 2020 con­cen­tra­ba a miles de per­so­nas en la pla­za del Ayun­ta­mien­to, a pesar de las reco­men­da­cio­nes de la OMS y de otros orga­nis­mos, de evi­tar, ya enton­ces, masi­fi­ca­cio­nes. Tras aquel pri­mer dis­pa­ro, el alcal­de de la ciu­dad, Joan Ribó, habla­ba de “tran­qui­li­dad” y pedía que “no se gene­re una sen­sa­ción de páni­co ni hipo­con­dría, que no ayu­da”. Tras lo que ase­gu­ra­ba que cum­pli­rían las deci­sio­nes que toma­ra la con­se­lle­ria de Sani­dad y el Minis­te­rio, los cua­les toda­vía no se habían pro­nun­cia­do. “Creo que las Fallas pue­den dis­cu­rrir con mucha tran­qui­li­dad sin nin­gún tipo de pro­ble­ma”, sen­ten­cia­ba. Nada más lejos de la reali­dad, a medi­da que pasa­ban los días pare­cía más cla­ro que estas no se iban a cele­brar, al menos no en las fechas pre­vis­tas. No obs­tan­te, las mas­cle­tàs, con sus aglo­me­ra­cio­nes, con­ti­nua­ron has­ta el 10 de mar­zo. Jus­to el mis­mo día en que, con­tra todo pro­nós­ti­co, se dispu­taba el par­ti­do de vuel­ta entre el Valen­cia y el Ata­lan­ta. Eso sí, a puer­ta cerra­da, aun­que en los alre­de­do­res de Mes­ta­lla sí hubo afi­cio­na­dos que se con­cen­tra­ron para ver el encuen­tro des­de los bares. De nue­vo, el resul­ta­do 3 a 4, con un glo­bal de ocho goles a cua­tro para los ita­lia­nos, resul­ta­ría intras­cen­den­te y lo sería más con el paso de los días.

Apla­za­mien­to de las Fallas y la Mag­da­le­na

Al mis­mo tiem­po que se dispu­taba aquel par­ti­do, Ximo Puig, arro­pa­do por varios con­se­llers, com­pa­re­cía ante los medios de comu­ni­ca­ción para anun­ciar el apla­za­mien­to tan­to de las Fallas como de las fies­tas de la Mag­da­le­na de Cas­te­llón. Eran las diez de la noche y esta deci­sión lle­ga­ba des­pués de varias inten­sas y ten­sas reunio­nes en las que hubo dis­pa­ri­dad de opi­nio­nes inclu­so den­tro del seno de los par­ti­dos. Para aquel enton­ces en Espa­ña había 1.600 con­ta­gia­dos y 35 muer­tos por el Covid-19, mien­tras que en la Comu­ni­tat Valen­cia­na había 50 casos con­fir­ma­dos. La situa­ción era tan volu­ble e ines­ta­ble que solo dos días antes el minis­tro de Sani­dad, Sal­va­dor Illa, había indi­ca­do que no veía nece­sa­rio sus­pen­der las Fallas e ins­ta­ba a la ciu­da­da­nía a aumen­tar la higie­ne per­so­nal y a que­dar­se en casa y lla­mar a las auto­ri­da­des sani­ta­rias si pre­sen­ta­ba sín­to­mas. “Esta­mos ana­li­zan­do las situa­cio­nes más preo­cu­pan­tes y toman­do las accio­nes nece­sa­rias, pero por aho­ra cree­mos que no hay que sus­pen­der nada”, afir­ma­ba Illa. En la mis­ma com­pa­re­cen­cia, des­car­ta­ba el con­fi­na­mien­to de la pobla­ción y tam­bién la sus­pen­sión de las cla­ses. Dos plan­tea­mien­tos que sal­ta­rían por los aires el 14 de mar­zo cuan­do Pedro Sán­chez, en otra jor­na­da para la his­to­ria, decre­ta­ba el esta­do de alar­ma con todas las con­se­cuen­cias que ya cono­ce­mos.

Eran días de incre­du­li­dad, mez­cla­da con nega­ción, enfa­do y has­ta de bro­tes de páni­co. Aun­que en la Comu­ni­tat Valen­cia­na el anun­cio de la sus­pen­sión de las cla­ses ya se había pro­du­ci­do el 12 de mar­zo.

Esta­do de alar­ma. De la incre­du­li­dad al páni­co

En las jor­na­das pre­vias al esta­do de alar­ma, la gen­te asal­ta­ba los super­mer­ca­dos, que se con­ver­tían en otro foco de con­ta­gio, y lle­na­ba los carros de la com­pra con todo tipo de pro­duc­tos. Las foto­gra­fías de linea­les, prác­ti­ca­men­te, vacíos, se hacían vira­les y eso no hacía más que agra­var la situa­ción. Pro­duc­tos como el papel del baño, pero tam­bién ser­vi­lle­tas o pañue­los, se ago­ta­ban. Al menos, si lle­ga­ba el caos que nos pillar lim­pios. De poco pare­cían ser­vir, en aque­llos momen­tos de mie­do pre­vio a la heca­tom­be, los men­sa­jes de tran­qui­li­dad y de abas­te­ci­mien­to garan­ti­za­do emi­ti­dos des­de las auto­ri­da­des. No era algo extra­ño, pues las mis­mas voces habían ase­gu­ra­do, solo unos días antes, que no había moti­vos para preo­cu­par­se por la exten­sión del Covid-19.

Una falla con­ver­ti­da en sím­bo­lo

En Valen­cia, aquel fin de sema­na del 14 y 15 de mar­zo se recor­da­rá como uno de los más extra­ños en mucho tiem­po. El retum­bar de los cohe­tes en calles y pla­zas, el fre­ne­sí pre­vio a la plan­tà, los pues­tos de chu­rros en las calles, el ir y venir de turis­tas con male­tas, dejó paso, como por arte de magia, al silen­cio casi total, solo inte­rrum­pi­do por algu­na sire­na de tan­to en tan­to y, cómo no, por los aplau­sos, a las ocho de la tar­de, des­de los bal­co­nes para home­na­jear a todo el per­so­nal sani­ta­rio y tam­bién al res­to de per­so­nas que seguían tra­ba­jan­do y expo­nién­do­se así al virus. Fal­ta­ba deci­dir qué se hacía con los monu­men­tos falle­ros, o con par­te de ellos, que ya esta­ban plan­ta­dos. Y ahí sur­gió un sím­bo­lo, el del bus­to de la prac­ti­can­te de Yoga de la falla de la pla­za del Ayun­ta­mien­to, que el con­sis­to­rio no solo deci­dió sal­var de las lla­mas, sino sobre el que colo­ca­ron una mas­ca­ri­lla. Curio­sa­men­te, el lema de la falla muni­ci­pal de este año era “Açó tam­bé pas­sa­rà”, en refe­ren­cia a la ley de imper­ma­nen­cia de la natu­ra­le­za según la cual nada es para siem­pre y todo, tan­to lo bueno como lo malo, pasa más tar­de o más tem­prano. Un men­sa­je que pasa­ría a con­ver­tir­se en una espe­cie de gri­to de gue­rra ante el coro­na­vi­rus jun­to a otros como la can­ción “resis­ti­ré”, escri­ta, por cier­to, por el hijo de un con­de­na­do a muer­te duran­te el fran­quis­mo o el “#qué­da­teen­ca­sa” que ya tie­ne su can­ción pro­pia.

Bus­to prin­ci­pal de la falla muni­ci­pal de Valen­cia de 2020, con el lema “acó tam­bé pas­sa­rà”.
Foto: Fes­tes­de­Va­len­cia

Adap­ta­ción pro­gre­si­va al con­fi­na­mien­to

Mien­tras tan­to, los valen­cia­nos y valen­cia­nas nos íba­mos adap­tan­do a la nue­va reali­dad y la íba­mos acep­tan­do, con mayor o menor resig­na­ción, en nues­tras men­tes. Los 15 días ini­cia­les de con­fi­na­mien­to se con­vir­tie­ron en otros 15 y lue­go en el anun­cio de otros 15 más. En los hoga­res, muchos re conec­ta­ban con sus fami­lia­res, coci­na­ban en fami­lia, juga­ban con los niños como nun­ca lo habían hecho, hacían yoga como la pro­ta­go­nis­ta de la falla muni­ci­pal y has­ta des­em­pol­va­ban vie­jos jue­gos de mesa que se abrían paso ante la com­pe­ten­cia de las series de Net­flix y otras pla­ta­for­mas y de las pelí­cu­las sobre el fin del mun­do. Los pro­pie­ta­rios de perros se con­ver­tían en una nue­va “éli­te social” aque­lla que podía salir de casa para pasear­los mien­tras que “los madri­le­ños” como un ente gene­ral, se con­ver­tían en foco de crí­ti­cas y odio al cono­cer­se casos de per­so­nas que se sal­ta­ban el con­fi­na­mien­to para visi­tar segun­das resi­den­cias en la Comu­ni­dad Valen­cia­na, sobre todo, a medi­da que se acer­ca­ba otra fies­ta que tam­bién sería sus­pen­di­da, la Sema­na San­ta.

Un sis­te­ma eco­nó­mi­co en ries­go

Con la sus­pen­sión de todo tipo de even­tos, con los bares, res­tau­ran­tes, hote­les, cines… cerra­dos una ciu­dad tan turís­ti­ca como Valen­cia y una región que vive, en gran par­te, de la lle­ga­da de per­so­nas de otros luga­res, ven pasar los días con una preo­cu­pa­ción que va en aumen­to. El verano se acer­ca y el anun­cio de que las Fallas podrían cele­brar­se del 16 al 19 de julio pare­ce, cada vez más, una qui­me­ra. Nue­vas pala­bras se han ins­ta­la­do en nues­tro voca­bu­la­rio habi­tual, entre ellas, el “con­fi­na­mien­to”, pero tam­bién otra, si cabe, más dura y preo­cu­pan­te, los “ERTE” que no dejan de aumen­tar y que supo­nen una gran preo­cu­pa­ción para muchas fami­lias, sobre todo si la situa­ción se alar­ga. Esta cri­sis está mos­tran­do nues­tro lado más humano y soli­da­rio, es cier­to, pero no lo es menos que tam­bién va dejan­do mella y que se nece­si­ta­rán medi­das muy serias y com­pro­me­ti­das y toma­das tan­to des­de las ins­ti­tu­cio­nes públi­cas como des­de las empre­sas y la pro­pia ciu­da­da­nía, para  que la situa­ción no se des­con­tro­le por com­ple­to.

Valen­cia ha cam­bia­do mucho des­de que, hace 89 años, se pro­cla­ma­ra la II Repú­bli­ca des­de la pla­za del Ayun­ta­mien­to, pero toda­vía ha cam­bia­do más en solo un mes, des­de aquel 14 de mar­zo de 2020 que aho­ra pare­ce tan lejano en el hori­zon­te. “Açó tam­bé pas­sa­rà” es cier­to, pero de cómo sea el des­pués depen­de de cada uno de noso­tros y de cómo actue­mos como socie­dad en su con­jun­to.

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