Una cade­na de WhatsApp atri­bui­da al “cen­tro de viro­lo­gía de Mos­cú, Rusia” ase­gu­ra que “el COVID-19 es inmu­ne a los orga­nis­mos con un pH mayor de 5.5” y que por tan­to hay que con­su­mir ali­men­tos alca­li­nos que nos ayu­den a com­ba­tir el pH para con­tra­rres­tar el virus. En la cade­na se dan algu­nos ejem­plos como el limón, el agua­ca­te, la piña o el man­go. Es un bulo. Os lo expli­ca la web espe­cia­li­za­da en fakes news Mal­di­to Bulo:

Aun­que es ver­dad que los nive­les de aci­dez o alca­li­ni­dad del entorno pue­den afec­tar al virus, no lo es que poda­mos cam­biar el pH de nues­tro cuer­po con lo que come­mos y así com­ba­tir la infec­ción por coro­na­vi­rus. De hecho, ya des­men­ti­mos aquí otra cade­na que ase­gu­ra­ba que una die­ta alca­li­na podía com­ba­tir el coro­na­vi­rus. Te lo expli­ca­mos:

El pH de nuestro cuerpo es neutro y no varía por lo que comemos

El pH es la esca­la con la que medi­mos cómo de áci­do o alca­lino es un medio. Se mide con valo­res que van del o al 14 en los que el 0 es lo más áci­do y el 14 lo más alca­lino.

Cuan­do esta­mos sanos, el pH de nues­tra san­gre y de nues­tras célu­las se man­tie­ne bas­tan­te esta­ble y en nive­les neu­tros, expli­ca a Mal­di­ta Cien­cia Pepe Alca­mí, viró­lo­go del Ins­ti­tu­to de Salud Car­los III, en torno al 7,35 y el 7,45. Los pul­mo­nes y los riño­nes a tra­vés de dis­tin­tos pro­ce­sos son los encar­ga­dos de regu­lar estos nive­les. Cuan­do los nive­les se des­equi­li­bran en un sen­ti­do o en otro pue­de ser sín­to­ma de algu­nas enfer­me­da­des, como la dia­be­tes o deter­mi­na­das into­xi­ca­cio­nes, y a la vez pro­vo­car otros pro­ble­mas como arrit­mias, tras­tor­nos neu­ro­ló­gi­cos o, en casos gra­ves y pro­lon­ga­dos, la muer­te.

Matar virus cambiando el pH: no es lo mismo en una superficie que en nuestro cuerpo

“Todos los virus mue­ren en pH extre­mos, tan­to áci­dos como bási­cos”, expli­ca Alca­mí, y por eso usa­mos para des­ac­ti­var­los pro­duc­tos como la lejía. “Pero una cosa es inac­ti­var el virus en super­fi­cies y otra inac­ti­var­lo a base de subir o bajar el pH del orga­nis­mo. Nos sen­ta­ría mal beber lejía para inac­ti­var al virus en la gar­gan­ta por ejem­plo. Es cier­to que si nos mata­mos a base de subir o bajar el pH el virus no sobre­vi­ve por­que no pue­de infec­tar nues­tras célu­las, pero me pare­ce una solu­ción muy radi­cal”, bro­mea.

De dónde viene el bulo: una lección de biología mal entendida

Alca­mí expli­ca que hay una base cien­tí­fi­ca real detrás de esta cade­na, pero aquí está mal enten­di­da y por eso no tie­ne sen­ti­do.

El SARS-CoV‑2, cau­san­te de la pan­de­mia de COVID-19, igual que muchos otros virus entra en las célu­las de nues­tro orga­nis­mo uti­li­zan­do un pro­ce­so lla­ma­do endo­ci­to­sis, que con­sis­te en la unión con un recep­tor de la célu­la a infec­tar (lla­ma­do ACE2) para así intro­du­cir en ella los lla­ma­dos endo­so­mas, vesí­cu­las o bol­si­tas que, estas sí, tie­nen un pH áci­do en torno al 5,5. “Muchos virus se han adap­ta­do a sobre­vi­vir en ese pH”, expli­ca Alca­mí, y uti­li­zan esas vesí­cu­las lle­var a cabo la para­si­ta­ción de la maqui­na­ria celu­lar y así repli­car su códi­go gené­ti­co.

“Si el pH del endo­so­ma aumen­ta y se hace alca­lino, enton­ces no se pro­du­ce la fusión del virus con la mem­bra­na del endo­so­ma, el virus no pue­de com­ple­tar su ciclo infec­cio­so y mue­re”, con­ti­núa el viró­lo­go. Sin embar­go, “el pH de los endo­so­mas va por otra vía y no es influi­do por los ali­men­tos. Inclu­so si os into­xi­cáis cró­ni­ca­men­te con anti­áci­dos toma­dos a kilos, el pH de vues­tros endo­so­mas no va a cam­biar”.

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