Las ini­cia­ti­vas soli­da­rias siguen aumen­tan­do ante la cri­sis del coro­na­vi­rus. Una de ellas es la de la empre­sa valen­cia­na de impre­sión Grá­fi­cas Beni­fa­yó, que ha comen­za­do a fabri­car pan­ta­llas de pro­tec­ción facial para el sec­tor sani­ta­rio.

Dona­cio­nes, cola­bo­ra­cio­nes, recon­ver­sio­nes… son muchas las empre­sas que, de una mane­ra u otra, se están vol­can­do en la lucha con­tra una pan­de­mia que gol­pea a medio mun­do. Con esta apti­tud de ayu­da, la empre­sa valen­cia­na Grá­fi­cas Beni­fa­yó ha deci­di­do rein­ven­tar­se y uti­li­zar sus pro­pios mate­ria­les para fabri­car pan­ta­llas pro­tec­to­ras trans­pa­ren­tes que pro­te­jan a los pro­fe­sio­na­les de sec­to­res prio­ri­ta­rios que deben seguir en con­tac­to con la pobla­ción.

Fue la sema­na pasa­da, ante el inmi­nen­te ascen­so de per­so­nas con­ta­gia­das por el Covid-19 en nues­tro país y debi­do la fal­ta de mate­rial de pro­tec­ción sani­ta­rio, cuan­do el equi­po de Grá­fi­cas Beni­fa­yó deci­dió poner en mar­cha unas pan­ta­llas de pro­tec­ción trans­pa­ren­tes que tie­ne como fun­ción prin­ci­pal crear una barre­ra físi­ca que impi­de el con­ta­gio entre per­so­nas. Estas pan­ta­llas, ela­bo­ra­das a par­tir de unas gorras de car­tón y unos plás­ti­cos pro­tec­to­res, evi­tan que la pro­pa­ga­ción de gér­me­nes o virus lle­guen a los ojos, boca o nariz.

El equi­po de Grá­fi­cas Beni­fa­yó ha ela­bo­ra­do ya más de 1.500 uni­da­des de pan­ta­llas pro­tec­to­ras que se han dona­do gra­tui­ta­men­te en el Hos­pi­tal de Xàti­va, en el Arnau de Vila­no­va y en la Cruz Roja. Debi­do al éxi­to que están tenien­do, el equi­po ya está pen­san­do hacer una segun­da reme­sa de pan­ta­llas pro­tec­to­ras.

Con sede en la ciu­dad de Valen­cia, Grá­fi­cas Beni­fa­yó cuen­ta con más de cin­cuen­ta años de expe­rien­cia en el sec­tor de la impre­sión. Nun­ca antes se había enfren­ta­do al reto de pro­du­cir este tipo de pan­ta­llas, aun­que cono­cen per­fec­ta­men­te el mate­rial por­que es par­te del día a día de la empre­sa. Pero ante la nece­si­dad, deci­die­ron apor­tar su gra­ni­to de are­na e idea­ron una solu­ción que per­mi­te evi­tar posi­bles con­ta­gios.

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