A medi­da que pro­gre­sa la cri­sis glo­bal por el coro­na­vi­rus pro­li­fe­ran las his­to­rias en redes socia­les. Pacien­tes, per­so­nal sani­ta­rio y per­so­nas con­fi­na­das en casa com­par­ten sus tes­ti­mo­nios de una situa­ción excep­cio­nal. Y, entre todos estos rela­tos, emer­ge uno sin­gu­lar: el del usua­rio @CoronaVid19 en Twit­ter, una per­so­ni­fi­ca­ción fic­ti­cia del virus que narra la epi­de­mia en tiem­po real por medio del humor. Aho­ra, inves­ti­ga­do­res de la UOC ana­li­zan el fenó­meno, que se ha hecho viral, para deter­mi­nar su impac­to en el deba­te colec­ti­vo sobre la cri­sis. 

La cuen­ta @CoronaVid19 se estre­nó en Twit­ter el 24 de febre­ro, momen­to que coin­ci­día con la detec­ción de los pri­me­ros casos de per­so­nas infec­ta­das por coro­na­vi­rus en terri­to­rio penin­su­lar espa­ñol. En sus dos pri­me­ros días de exis­ten­cia se espar­ció como la pól­vo­ra en redes socia­les y alcan­zó más de 400.000 segui­do­res. Un mes más tar­de, cuen­ta con más de 735.000 segui­do­res y ha publi­ca­do más de 500 tuits. Des­de el pri­mer momen­to, rela­ta la actua­li­dad de la cri­sis en Espa­ña median­te comen­ta­rios de tono sar­cás­ti­co que escri­be como si fue­se el pro­pio virus. En Twit­ter, se auto­des­cri­be así: «COVID-19 OFICIAL (de aque­lla mane­ra). Soy pan­de­mia. La RAE me ha hecho mujer». 

Esta narra­ción de una cri­sis sin pre­ce­den­tes median­te un per­so­na­je fic­ti­cio cap­tó el inte­rés los inves­ti­ga­do­res de la UOC Anto­ni Roig, del gru­po Mediac­cions, y San­dra Mar­to­rell, del gru­po GAME. Des­de febre­ro, ambos se encuen­tran reco­pi­lan­do datos de Twit­ter a dia­rio para ana­li­zar cómo evo­lu­cio­na el rela­to del per­so­na­je, cómo se rela­cio­na con la actua­li­dad, cómo inter­ac­cio­na con otros usua­rios y qué efec­tos gene­ra en su públi­co para deter­mi­nar si, por ejem­plo, su humor ayu­da a con­tra­rres­tar el mie­do colec­ti­vo por la pan­de­mia. La inves­ti­ga­ción se enmar­ca den­tro del pro­yec­to D‑STORIES, que bus­ca com­pren­der el papel que tie­nen las his­to­rias, espe­cial­men­te las digi­ta­les, en la socie­dad con­tem­po­rá­nea. 

Humor ante la crisis

«El humor fácil­men­te se pue­de menos­pre­ciar como algo tri­vial», expli­ca Anto­ni Roig, pro­fe­sor de los Estu­dios de Cien­cias de la Infor­ma­ción y de la Comu­ni­ca­ción de la UOC.  «Pero es una for­ma de poner­le cara a algo que nos preo­cu­pa, de cana­li­zar los sen­ti­mien­tos de impo­ten­cia o incer­ti­dum­bre por medio de una herra­mien­ta de refle­xión». Ade­más, el impac­to de este fenó­meno pue­de ir más allá del humor: «La cri­sis nos afec­ta a todos, y alre­de­dor de esta cuen­ta la gen­te se soli­da­ri­za, com­par­te y se libe­ra», aña­de Roig. 

Los inves­ti­ga­do­res pla­nean ana­li­zar la evo­lu­ción del rela­to a lo lar­go de toda la cri­sis en Espa­ña, por lo que espe­ran tener el grue­so de resul­ta­dos en los pró­xi­mos meses. Sin embar­go, algu­nos aspec­tos sobre la cuen­ta @CoronaVid19 y la estra­te­gia narra­ti­va empie­zan a per­fi­lar­se. «Aún no se sabe quién hay detrás, pero pien­so que es una per­so­na que domi­na muy bien el regis­tro. Des­de el prin­ci­pio, no lle­va al extre­mo el humor negro, y tie­ne una cla­ve muy cos­tum­bris­ta. Expli­ca lo que hacen la gen­te y los polí­ti­cos, y en el fon­do lo que bus­ca es arran­car­nos una son­ri­sa», decla­ra Anto­ni Roig. 

Un relato de la actualidad desde la ficción

Otra de sus prin­ci­pa­les carac­te­rís­ti­cas es que siem­pre vin­cu­la sus men­sa­jes a la actua­li­dad, ya sea citan­do noti­cias de medios de comu­ni­ca­ción o comen­tan­do direc­ta­men­te lo que ocu­rre día a día. «Por ejem­plo, cuan­do comen­zó el con­fi­na­mien­to en Espa­ña, tui­teó “¿Dón­de estáis?”», recuer­da el inves­ti­ga­dor de la UOC. Este ejem­plo tam­bién ilus­tra un recur­so típi­co de la fic­ción: «aquí refuer­za esa idea de que el con­fi­na­mien­to podría ayu­dar­nos a ganar­le. Refuer­za a la gen­te que lo hace bien». A la vez, en otros tuits ha adop­ta­do el papel de crí­ti­co social al denun­ciar con iro­nía com­por­ta­mien­tos peli­gro­sos de per­so­nas que no se toma­ban en serio la ame­na­za, o las decla­ra­cio­nes de algu­nos polí­ti­cos que han apro­ve­cha­do la situa­ción para lan­zar men­sa­jes racis­tas o dema­gó­gi­cos.

Por otra par­te, los inves­ti­ga­do­res han obser­va­do que la cuen­ta inter­ac­cio­na poco con otros usua­rios, y que lo hace fun­da­men­tal­men­te si le sir­ve para refor­zar su narra­ti­va humo­rís­ti­ca o bien con usua­rios que osten­tan un núme­ro ele­va­do de segui­do­res. «Aquí hay un pun­to de estra­te­gia, de auto­pro­mo­ción: se basa en la rele­van­cia», expli­ca Roig. En cam­bio, hay poca inter­ac­ción con cana­les ofi­cia­les, como la OMS o el Gobierno. «Hay inte­rés por man­te­ner cier­ta dis­tan­cia entre cuen­tas serias y cuen­tas humo­rís­ti­cas, como for­ma de auto­pro­tec­ción», valo­ra el inves­ti­ga­dor. Ade­más, en las últi­mas sema­nas, a medi­da que la gra­ve­dad de la situa­ción se ha ido hacien­do más paten­te, ha vira­do hacia la cau­te­la. «Hace menos tuits al día y son muy pru­den­tes, para no gene­rar una reac­ción nega­ti­va por el humor negro. Antes, el usua­rio era mucho más des­preo­cu­pa­do al hablar de las infec­cio­nes; aho­ra no habla mucho sobre ello». 

El fenó­meno ha teni­do tal rele­van­cia que des­de que nació ha ins­pi­ra­do la crea­ción de mul­ti­tud de per­so­na­jes fic­ti­cios rela­cio­na­dos con la pan­de­mia y otras enfer­me­da­des. Así, se han uni­do a Twit­ter cuen­tas que encar­nan a la gri­pe común, a posi­bles fár­ma­cos con­tra el coro­na­vi­rus o inclu­so al papel higié­ni­co, y que con­ver­san entre ellas y con el usua­rio @CoronaVid19. Anto­ni Roig y San­dra Mar­to­rell han con­ta­bi­li­za­do ya más de 200 cuen­tas simi­la­res y pla­nean estu­diar tam­bién su evo­lu­ción y las rela­cio­nes que esta­ble­cen entre sí. 

«Las his­to­rias siem­pre han teni­do un papel muy impor­tan­te en cómo enten­de­mos el mun­do, cómo nos comu­ni­ca­mos y cómo empa­ti­za­mos los unos con los otros. Con la tec­no­lo­gía y las redes socia­les, eso se ha con­ver­ti­do en omni­pre­sen­te», afir­ma Roig. «En el futu­ro, una de las fuen­tes a las que recu­rri­re­mos para expli­car y com­pren­der la his­to­ria del coro­na­vi­rus de 2020 será esta». 

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