212.000 per­so­nas mayo­res de 65 años viven solas en la Comu­ni­tat Valen­cia­na, según los últi­mos datos del Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Esta­dis­ti­ca. El con­fi­na­mien­to por coro­na­vi­rus pue­de pro­vo­car ansie­dad y depre­sión a la pobla­ción en gene­ral, pero de mane­ra más sig­ni­fi­ca­ti­va a per­so­nas mayo­res en hoga­res uni­per­so­na­les. «La dis­mi­nu­ción sig­ni­fi­ca­ti­va de las acti­vi­da­des y ruti­nas coti­dia­nas, una baja esti­mu­la­ción sen­so­rial y una dis­mi­nu­ción del con­tac­to social pue­den alte­rar su esta­do aní­mi­co», expli­ca la pro­fe­so­ra de psi­co­lo­gía de la UOC Alba Pérez.

Los exper­tos aler­tan de que la situa­ción excep­cio­nal por COVID-19 acen­túa el ais­la­mien­to social de este colec­ti­vo. La sole­dad pre­sen­ta sus pro­pios ries­gos para la salud. «Si la per­so­na que vive sola solía salir y tener con­tac­to social, el ais­la­mien­to pue­de influir nega­ti­va­men­te en su esta­do de áni­mo, favo­re­cien­do cier­tos esta­dos depre­si­vos», seña­la la exper­ta en psi­co­lo­gía y enve­je­ci­mien­to de la UOC Mon­tse­rrat Laca­lle. «No hay que olvi­dar –aña­de– que ser pobla­ción de ries­go les pue­de lle­var a tener una per­cep­ción más nega­ti­va de la situa­ción, con un aumen­to de la sen­sa­ción de vul­ne­ra­bi­li­dad y mie­do».

Para ges­tio­nar el ais­la­mien­to y redu­cir la angus­tia, Laca­lle reco­mien­da a la gen­te mayor pen­sar que es una situa­ción pun­tual que, a pesar de su impor­tan­cia, pasa­rá. Se tra­ta de pro­cu­rar man­te­ner la pacien­cia y ver que es un hecho tem­po­ral. «Hay que poner el pen­sa­mien­to en el maña­na. A menu­do, cuan­do la reali­dad del momen­to no es agra­da­ble, pen­sar en lo que encon­tra­re­mos cuan­do ter­mi­ne nos pue­de ayu­dar», seña­la.

Mantener la comunicación con familiares y amigos es clave

«Deben evi­tar ence­rrar­se en sí mis­mos y pro­cu­rar un con­tac­to regu­lar con ami­gos y fami­lia­res ya sea por telé­fono o video­con­fe­ren­cia», remar­ca Pérez. Hay una par­te impor­tan­te de la pobla­ción mayor, casi el 50 % de los mayo­res de 65 años, que ya se conec­ta a inter­net des­de su casa y en la mayo­ría de los casos lo hacen a tra­vés de su móvil. En un colec­ti­vo para el que WhatsApp es la apli­ca­ción pre­fe­ri­da, es impor­tan­te que en situa­cio­nes excep­cio­na­les como esta se acen­túe el uso de esa herra­mien­ta como canal de socia­bi­li­za­ción.

Para aque­llos que nave­gan por inter­net, es un buen momen­to para entrar en con­tac­to con comu­ni­da­des vir­tua­les para com­par­tir intere­ses: libros, cine, coci­na, foto­gra­fía, etc. Y tam­bién es una opor­tu­ni­dad para apren­der a hacer cosas nue­vas a tra­vés de la red, por ejem­plo, apun­tar­se a algún cur­so de pin­tu­ra o de escri­tu­ra.

«Un enemi­go del ais­la­mien­to es la inac­ti­vi­dad», advier­te Laca­lle. Por lo tan­to tam­bién es cla­ve pla­ni­fi­car las tareas a rea­li­zar cada día, aun­que muchas de ellas pue­dan ser a nivel domés­ti­co. «Aun­que sean acti­vi­da­des meno­res, el obje­ti­vo es evi­tar la inac­ti­vi­dad que pue­de desem­bo­car en un bajo esta­do de áni­mo», aña­de. Como tam­bién apun­ta Pérez, se pro­cu­ra­rá seguir unas ruti­nas cada día: res­pe­tar el hora­rio de levan­tar­se, de irse a dor­mir, de las comi­das, entre otras cues­tio­nes.

Las tareas domés­ti­cas, más allá de ayu­dar a man­te­ner la men­te ocu­pa­da, tam­bién son una for­ma de ejer­ci­cio físi­co: hacen que las per­so­nas se mue­van por casa y que cir­cu­le la san­gre. Para con­tri­buir a man­te­ner una salud gene­ral, Laca­lle reco­mien­da, ade­más, pasear dia­ria­men­te, en la medi­da de lo posi­ble, por los dife­ren­tes espa­cios de la casa.

Y sobre todo, evi­tar la expo­si­ción exce­si­va a infor­ma­ción sobre el coro­na­vi­rus. «Está bien man­te­ner­se infor­ma­do, pero hay que ele­gir medios de comu­ni­ca­ción con­tras­ta­dos y reser­var unos momen­tos con­cre­tos para hacer­lo. Tam­bién es nece­sa­rio saber des­co­nec­tar de las noti­cias», con­clu­ye Pérez.

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