El “bai” de Bio­parc Valen­cia que recrea un cla­ro de las fron­do­sas sel­vas de Áfri­ca ecua­to­rial, es una de las zonas que más lla­man la aten­ción de los visi­tan­tes, pues per­mi­te con­tem­plar en un mis­mo cam­po visual a las espe­cies que, en su hábi­tat natu­ral, allí se reúnen: gori­las, chim­pan­cés, búfa­los rojos o los lla­ma­ti­vos pota­mo­que­ros. Todo ello pre­si­di­do por un gigan­tes­co tron­co caí­do que sir­ve, a su vez, de puen­te natu­ral y extra­or­di­na­rio mira­dor sobre los bellos pai­sa­jes.

En esta espec­ta­cu­lar zona des­ta­ca el colo­ri­do tono ana­ran­ja­do de dos espe­cies poco cono­ci­das pero muy impor­tan­tes para la con­ser­va­ción de la frá­gil bio­di­ver­si­dad de los bos­ques tro­pi­ca­les, los búfa­los rojos y los pota­mo­que­ros rojos, que estos días han reci­bi­do a nue­vos inte­gran­tes para sus gru­pos. Res­pec­to a esta últi­ma espe­cie, des­de Bio­parc Fuen­gi­ro­la via­jó un macho que ya se ha uni­do per­fec­ta­men­te a las dos hem­bras. Y tam­bién han lle­ga­do dos jóve­nes hem­bras de búfa­lo rojo pro­ce­den­tes del zoo de Madrid para sumar­se a la mana­da de tres hem­bras y un macho, aun­que en este caso toda­vía se encuen­tran en perio­do de acli­ma­ta­ción. Ambas espe­cies están inclui­das como “Preo­cu­pa­ción menor”, en par­te por los pocos estu­dios que se tie­ne de ellas, en la Lis­ta Roja de la Unión Inter­na­cio­nal para la Con­ser­va­ción de la Natu­ra­le­za (UICN), por lo que el obje­ti­vo de estos tras­la­dos es poten­ciar los pro­gra­mas inter­na­cio­na­les de con­ser­va­ción de los que for­man par­te.

Por su com­por­ta­mien­to hui­di­zo y a su hábi­tat, hay muy poca infor­ma­ción sobre el Búfa­lo rojo (Syn­ce­rus caf­fer nanus), que se encuen­tra prin­ci­pal­men­te a lo lar­go de las sel­vas llu­vio­sas ecua­to­ria­les de Áfri­ca ya que pre­fie­re pra­dos abier­tos, zonas pan­ta­no­sas y cur­sos de agua. El pota­mo­que­ro rojo (Pota­mo­choe­rus por­cus pic­tus) pre­sen­ta un aspec­to real­men­te pecu­liar de “exó­ti­co cer­do”, con pela­je de cer­das lar­gas y una cres­ta de pelo blan­co que le reco­rre el dor­so y que lle­ga has­ta las ore­jas; que ter­mi­nan en un mechón de pelos lar­gos.

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