Las altas tem­pe­ra­tu­ras se han ins­ta­la­do en Valen­cia como una de las prin­ci­pa­les ame­na­zas para el des­can­so noc­turno.

 

 

Tras un junio récord en calor, según la Agen­cia Esta­tal de Meteo­ro­lo­gía (AEMET), las noches tro­pi­ca­les se han con­ver­ti­do en la nor­ma, difi­cul­tan­do la con­ci­lia­ción del sue­ño y afec­tan­do la cali­dad de vida de los valen­cia­nos. De hecho, estu­dios recien­tes seña­lan que el calor noc­turno pue­de res­tar­nos has­ta 44 horas de sue­ño al año.

Ante esta situa­ción, los espe­cia­lis­tas de PcCom­po­nen­tes, refe­ren­te en tec­no­lo­gía y cli­ma­ti­za­ción, ofre­cen una guía prác­ti­ca para opti­mi­zar el uso de ven­ti­la­do­res, aires acon­di­cio­na­dos y dis­po­si­ti­vos inte­li­gen­tes en el hogar. El obje­ti­vo: lograr un ambien­te fres­co y con­for­ta­ble duran­te la noche, mejo­rar el des­can­so y man­te­ner a raya el con­su­mo ener­gé­ti­co.

Dor­mir bien en verano se con­vier­te en un reto cuan­do el ter­mó­me­tro no baja de los 24 gra­dos. Sin embar­go, peque­ños ges­tos y un uso inte­li­gen­te de la tec­no­lo­gía pue­den mar­car la dife­ren­cia entre una noche de insom­nio y un sue­ño repa­ra­dor.

Ven­ti­la­ción estra­té­gi­ca:
Apro­ve­char las horas más fres­cas del día —al ama­ne­cer o al ano­che­cer— para ven­ti­lar la casa es mucho más efec­ti­vo que dejar las ven­ta­nas abier­tas duran­te todo el día. Crear corrien­tes cru­za­das abrien­do ven­ta­nas en pun­tos opues­tos ayu­da a reno­var el aire y expul­sar el calor acu­mu­la­do.

Ropa de cama fres­ca:
Las sába­nas de lino o algo­dón favo­re­cen la trans­pi­ra­ción y redu­cen la sen­sa­ción de calor. Un tru­co sen­ci­llo: enfriar la fun­da de la almoha­da en el con­ge­la­dor unos minu­tos antes de acos­tar­se. Ade­más, es reco­men­da­ble reti­rar alfom­bras, coji­nes y man­tas pesa­das de la habi­ta­ción duran­te el verano, ya que retie­nen el calor.

Ven­ti­la­do­res con efec­to extra de fres­cor:
Colo­car un cuen­co con agua fría o una bote­lla con­ge­la­da delan­te del ven­ti­la­dor poten­cia su efec­to refres­can­te. Ubi­car el apa­ra­to cer­ca de una ven­ta­na o apun­tan­do hacia el techo mejo­ra la cir­cu­la­ción del aire. Para mini­mi­zar moles­tias, es pre­fe­ri­ble ele­gir mode­los silen­cio­sos o con modo noc­turno.

Aire acon­di­cio­na­do res­pon­sa­ble:
Encen­der el aire acon­di­cio­na­do entre 30 y 60 minu­tos antes de ir a dor­mir, a una tem­pe­ra­tu­ra de 20–23 gra­dos, sue­le ser sufi­cien­te para acli­ma­tar la habi­ta­ción. Man­te­ner­lo toda la noche pue­de rese­car el ambien­te y pro­vo­car moles­tias. Algu­nos equi­pos cuen­tan con un «modo sue­ño» que ajus­ta la tem­pe­ra­tu­ra de for­ma pro­gre­si­va, evi­tan­do el sobre­en­fria­mien­to.

Auto­ma­ti­za­ción inte­li­gen­te:
Los ter­mos­ta­tos y sen­so­res inte­li­gen­tes per­mi­ten moni­to­ri­zar la tem­pe­ra­tu­ra del dor­mi­to­rio y pro­gra­mar ruti­nas de cli­ma­ti­za­ción. Com­bi­na­dos con asis­ten­tes de voz o apps móvi­les, faci­li­tan el con­trol remo­to de los dis­po­si­ti­vos y ayu­dan a opti­mi­zar el con­fort sin incre­men­tar el gas­to ener­gé­ti­co.

Pro­gra­ma­ción de dis­po­si­ti­vos:
Uti­li­zar tem­po­ri­za­do­res o enchu­fes inte­li­gen­tes para ges­tio­nar el fun­cio­na­mien­to de ven­ti­la­do­res y aires acon­di­cio­na­dos garan­ti­za un ambien­te agra­da­ble duran­te toda la noche, evi­ta cam­bios brus­cos de tem­pe­ra­tu­ra y con­tri­bu­ye a un con­su­mo más efi­cien­te.

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