La lle­ga­da del verano invi­ta a reme­mo­rar aque­llos días de jue­gos en el par­que, manua­li­da­des y excur­sio­nes con la fami­lia; ins­tan­tes que, más allá del entre­te­ni­mien­to, impul­san la crea­ti­vi­dad infan­til y refuer­zan los lazos afec­ti­vos.

 

 

No obs­tan­te, en nues­tra épo­ca, la pre­sen­cia cons­tan­te de móvi­les y table­tas ha des­pla­za­do en muchos hoga­res estos momen­tos esen­cia­les de desa­rro­llo y dis­fru­te.

Las con­se­cuen­cias de la sobre­ex­po­si­ción a las pan­ta­llas en la infan­cia preo­cu­pan a los exper­tos de RUBIO, edi­to­rial refe­ren­te en edu­ca­ción. Aler­tan sobre posi­bles ries­gos como difi­cul­ta­des en la aten­ción, la memo­ria, el auto­con­trol y la capa­ci­dad para pla­ni­fi­car y orga­ni­zar tareas. El cere­bro, espe­cial­men­te en eda­des tem­pra­nas, deman­da expe­rien­cias tan­gi­bles y reales para afian­zar habi­li­da­des tan bási­cas como la empa­tía, la crea­ti­vi­dad o la ges­tión de las emo­cio­nes.

Principales riesgos de la sobreutilización de dispositivos

  • Pro­ble­mas de con­cen­tra­ción y memo­ria.

  • Dis­mi­nu­ción del auto­con­trol y apa­ri­ción de mayor irri­ta­bi­li­dad.

  • Obs­tácu­los para pla­ni­fi­car y desa­rro­llar hábi­tos autó­no­mos.

  • Menor crea­ti­vi­dad y fle­xi­bi­li­dad cog­ni­ti­va.

  • Défi­cits en habi­li­da­des socia­les y emo­cio­na­les.

  • Tras­tor­nos del sue­ño y seden­ta­ris­mo.

Para con­tra­rres­tar estos efec­tos, RUBIO acon­se­ja a las fami­lias adop­tar alter­na­ti­vas prác­ti­cas que per­mi­tan a niños y niñas ale­jar­se del bri­llo de las pan­ta­llas y dis­fru­tar de un verano mucho más salu­da­ble y enri­que­ce­dor.

Las cinco claves para un verano sin pantallas

  1. Esta­ble­cer ruti­nas y espa­cios libres de tec­no­lo­gía
    Acuer­da en fami­lia lími­tes dia­rios para el uso de dis­po­si­ti­vos y reser­va algu­nos espa­cios y hora­rios en el hogar don­de las pan­ta­llas sim­ple­men­te no tie­nen cabi­da, como duran­te las comi­das, antes de dor­mir o en acti­vi­da­des comu­nes.

  2. Pro­mo­ver el jue­go libre y la inter­ac­ción social real
    Las acti­vi­da­des sim­bó­li­cas, el depor­te y el tiem­po con ami­gos esti­mu­lan com­pe­ten­cias como la ges­tión emo­cio­nal y la fle­xi­bi­li­dad, impo­si­bles de igua­lar ante una pan­ta­lla.

  3. Optar por tec­no­lo­gía de cali­dad y acom­pa­ña­da
    Si se usan pan­ta­llas, eli­ge pro­pues­tas for­ma­ti­vas y lúdi­cas adap­ta­das a cada edad, y com­par­te el visio­na­do o el jue­go con los peques, conec­tan­do lo apren­di­do con expe­rien­cias fue­ra del ámbi­to digi­tal.

  4. Ser ejem­plo y com­par­tir acti­vi­da­des
    Los niños obser­van y apren­den de lo que ven. Cuan­do los adul­tos tam­bién leen, dibu­jan o jue­gan, resul­ta más sen­ci­llo que adop­ten estos hábi­tos salu­da­bles y, al mis­mo tiem­po, se refuer­zan los lazos fami­lia­res.

  5. Dise­ñar entor­nos que invi­ten a des­cu­brir
    Deja al alcan­ce mate­ria­les varia­dos: libros, cua­der­nos de acti­vi­da­des, lápi­ces o jue­gos de mesa. Un ambien­te rico en estí­mu­los no digi­ta­les invi­ta, de for­ma natu­ral, a for­ta­le­cer la aten­ción, el pen­sa­mien­to lógi­co y la crea­ti­vi­dad.

Comparte esta publicación

amadomio.jpg

Suscríbete a nuestro boletín

Reci­be toda la actua­li­dad en cul­tu­ra y ocio, de la ciu­dad de Valen­cia