La revis­ta de los años 30, «Gutié­rrez», humo­rís­ti­ca y de gran retran­ca con­tó entre sus cola­bo­ra­do­res a lo más genial e ima­gi­na­ti­vo de aque­llos tiem­pos ante­rio­res a la gue­rra civil.

 

Dibu­jan­tes valen­cia­nos ya legen­da­rios como el fusi­la­do Bluff y dra­ma­tur­gos y artis­tas espa­ño­les de gran renom­bre como Jar­diel Pon­ce­la, Gómez de la Ser­na, Miguel Mihu­ra o Edgar Navi­lle for­ma­ron par­te del diver­ti­do pro­yec­to de poner humor en la cul­tu­ra.

Tres pro­fe­so­res y edi­to­res, con un gran sen­ti­do del humor y exper­tos del docu­men­ta­lis­mo más sofis­ti­ca­do, han mon­ta­do más que una expo­si­ción, un espec­tácu­lo de gran ori­gi­na­li­dad, una iro­nía des­ca­cha­rran­te y muy edu­ca­ti­va. «¡Viva el arroz! Gutié­rrez visi­ta Valèn­cia» mues­tra con una cui­da­da docu­men­ta­ción lo que pudo ser este país de no ser por la mal­ha­da­da gue­rra que lo fas­ti­dió todo.

El sema­na­rio espa­ñol de humo­ris­mo lla­ma­do «Gutié­rrez» fue algo más que un tebeo, supu­so la lucha sin cuar­tel entre el humor y el amor a la bue­na vida y a tomar­se las cosas con sor­na fren­te a la agre­sión arma­da y el san­grien­to mili­ta­ris­mo que se pre­pa­ra­ba en el sufri­do mapa euro­peo. Diri­gi­do por el escri­tor K. Hito y con la sede en Madrid, «Gutié­rrez» (1927–1934) fue una de las revis­tas de humor más impor­tan­tes del siglo XX, a decir de sus comi­sa­rios. El nom­bre deri­va del per­so­na­je que ani­ma­ba la publi­ca­ción, obra de K. Hito, seu­dó­ni­mo de Ricar­do Gar­cía, artis­ta que, como Tono, comen­zó su carre­ra de dibu­jan­te en Valen­cia, liga­do a las Fallas y otros even­tos cómi­cos.

La ima­gen del pobre fun­cio­na­rio Juan Gutié­rrez y Gutié­rrez jefe de nego­cia­do de inco­bra­bles una sáti­ra del típi­co ofi­ci­nis­ta muy ocu­pa­do en no tra­ba­jar mucho. Así lo defi­nen los comi­sa­rios de esta exce­len­te mues­tra Vicen­te Ferrer ‚(edi­tor de la pre­mia­da edi­to­rial Media Vaca) René Parra y el pro­fe­sor y docu­men­ta­lis­ta Sal­va­dor Albi­ña­na, que se exhi­be en la Sala de la Mura­lla de Col.legi Major Rec­tor Peset de la Uni­ver­si­dad.

La expo­si­ción mues­tra con una deli­ca­dez exqui­si­ta las por­ta­das ori­gi­na­les y res­tau­ra­das de una revis­ta que debe pasar a la his­to­ria  del humo­ris­mo valen­ciano, mas allá de lo mera­men­te falle­ro, y no morir ente­rra­da en lo que vino des­pués de su cie­rre. Es decir, la masa­cre del buen humor  que implan­tó a gol­pe de san­gre sudor y lágri­mas, la rebe­lión fran­quis­ta, que arra­só con todo y aca­bó con la vida de los mejo­res talen­tos de su tiem­po, entre ellos, algu­nos de sus artis­tas como el famo­so dibu­jan­te Bluff, fusi­la­do en Pater­na en 1940, jun­to al edi­tor y empre­sa­rio Vicent Car­ce­ller, impul­sor de otra revis­ta irre­pe­ti­ble, La Tra­ca.

Lla­ma la aten­ción el cui­da­do de edi­ción de esta cla­se de pro­duc­tos que reúne a los miem­bros de la otra gene­ra­ción del 27, humo­ris­tas más impor­tan­tes que poe­tas en algu­nos casos. Com­po­nen este gru­po escri­to­res como Jar­diel Pon­ce­la, José López Rubio y Edgar Nevi­lle. Y dibu­jan­tes y escri­to­res como Anto­nio Lara, Tono y Miguel Mihu­ra. Todo con la pati­na del mejor humor valen­ciano de los años 1930.

“Esta expo­si­ción que se arti­cu­la en torno a dibu­jos y docu­men­tos con­ser­va­dos por Emi­lia Gar­cía Roble­do, pri­ma de K‑Hito, pre­ten­de recu­pe­rar para los lec­to­res una cabe­ce­ra impres­cin­di­ble. La revis­ta «Gutie­rrez», que no tebeo, su men­tor el polié­dri­co K‑Hito y la memo­ria de via­jes falle­ros que al gri­to de “¡Viva el arroz!” supo­nen una expe­rien­cia pio­ne­ra en el turis­mo valen­ciano.

Fue una opción del humor nue­vo, apo­ya­do por el gran escri­tor Ramón Gómez de la Ser­na, la revis­ta des­ta­có por la apa­ri­ción del humor blan­co, absur­do, basa­do en la des­per­so­na­li­za­ción y apro­pia­ción iró­ni­ca. Expli­can Albi­ña­na, Ferrer y Parra en su diver­ti­da pro­pues­ta.

Las acti­tu­des pro­pias de la van­guar­dia, viñe­tas osci­lan­tes entre en argot naif, el dibu­jo de línea cla­ra y la sofis­ti­ca­ción del art deco. De esta mane­ra, la Sala de la Mura­lla de Peset se ha con­ver­ti­do estos días en una espe­cie de feria del tebeo de cali­dad, des­apa­re­ci­do en la actua­li­dad si excep­tua­mos la labor de recu­pe­ra­ción de la línea cla­ra pro­ta­go­ni­za­da por jóve­nes esti­lis­tas como Daniel Torres o Paco Roca, que están dig­ni­fi­can­do de nue­vo el comic com­pro­me­ti­do con la polí­ti­ca y la cali­dad de dise­ño.

A par­tir de 1932 la línea edi­to­rial de la revis­ta optó por un plan­tea­mien­to más polí­ti­co y repu­bli­cano lo que le cos­tó su exis­ten­cia y la vida de algu­nos de sus tra­ba­ja­do­res, como men­cio­na­do y míti­co Bluff cuyos dibu­jos sica­líp­ti­cos y de exce­len­te fac­tu­ra se pue­den con­tem­plar en la mues­tra y sus res­tos visi­tar en el lla­ma­do “pare­dón de Espa­ña” Los comi­sa­rios han juga­do con el buen humor y hay en el cen­tro de la sala un ninot en tama­ño natu­ral que es el mis­mo Gutié­rrez. Los visi­tan­tes pue­den foto­gra­fiar­se con el ninot con el fon­do del Mica­let como com­ple­men­to.

Lla­ma la aten­ción en esta mues­tra el exqui­si­to cui­da­do con el que ha sido mon­ta­da y la per­fec­ta repro­duc­ción de las por­ta­das de la revis­ta. Con cari­ca­tu­ras impa­ga­bles de Don Miguel de Una­muno, Lluís Com­panys y otros egre­gios per­so­na­jes de su tiem­po. Los comi­sa­rios mere­cen un qui­tar­se el cano­tier por su enco­mia­ble tra­ba­jo de recu­pe­ra­ción de la memo­ria his­tó­ri­ca que no siem­pre es trá­gi­ca sino diver­ti­da.

 

 

 

 

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