Nemo Mettler duran­te su actua­ción.

¿El desconcierto político? No, en ese tema no entro. Me refiero al desconcierto musical. El lunes 13‑A, día en el que escribo este texto, me sentí un náufrago en el terreno de las afinidades electivas. 

Nemo Mettler duran­te su actua­ción.

Escri­bí en mi muro de Face­book al día siguien­te del fes­ti­val de Euro­vi­sión, cele­bra­do el sába­do pasa­do en Mal­mö (Sue­cia): “Tras la actua­ción de Nemo Mettler como repre­sen­tan­te de Sui­za, pen­sé: ‘¡Qué can­ción más horro­ro­sa e his­té­ri­ca!’. Pues bien, The Code, ese es el nom­bre de la can­ción, fue la gana­do­ra. Y por muy amplio mar­gen. No ser­vi­ría yo como cro­nis­ta musi­cal. Me he que­da­do con las can­cio­nes de Mina. Todo lo que ha veni­do des­pués me ha intere­sa­do menos.”

Aña­dí lue­go en el apar­ta­do de comen­ta­rios una pro­pues­ta: “Podría­mos crear un club de dam­ni­fi­ca­dos ante el peno­so espec­tácu­lo musi­cal de la horren­da The Code. Se me ocu­rre para dicho club las siglas ACM (Adver­sa­rios de Can­cio­nes Mar­cia­nas).” Nume­ro­sos con­ter­tu­lios apo­ya­ron la moción. Podía con­tar con ellos. Me res­pal­da­ban. Hubo tam­bién quién me rega­ñó. Por ejem­plo, Sal­va­dor Domín­guez, ami­go mío de toda la vida: “¿Y te extra­ña que gana­ra la can­ción más horro­ro­sa? Pero si eso es Euro­vi­sión: un horror que pre­mia los horro­res. Apa­ga la tele­vi­sión, que­ri­do Rafa, que te vas a enve­ne­nar y te ten­dre­mos que lle­var al hos­pi­tal a que te hagan un lava­do de estó­ma­go y una hemo­diá­li­sis. No quie­ro eso para ti, que te apre­cio mucho.”

Y en esas esta­ba, (bas­tan­te) segu­ro de mi buen gus­to musi­cal. Has­ta que hoy lunes 13‑M he leí­do en el dia­rio digi­tal The Objec­ti­ve el siguien­te comen­ta­rio de la escri­to­ra Lucía Etxe­ba­rria (bue­na cono­ce­do­ra de la his­to­ria de Euro­vi­sión y sus ten­den­cias): “Dice Nemo que no es hom­bre ni mujer, pero, seño­ría, mis ojos ven un hom­bre. A mí, la cho­rra­di­ta del no bina­ris­mo me la trae al pai­ro, pero hay que reco­no­cer que, con su ros­tro ange­li­cal y su exce­len­te entre­ga en vivo, ha sido la mejor actua­ción de momen­to y por mucho. Nemo, que uti­li­za ‘elle’ como pro­nom­bre, explo­ra temas de iden­ti­dad de géne­ro con su muy ela­bo­ra­do himno El Códi­go, que par­te (muy hábil­men­te) del aria de la Haba­ne­ra de Car­men de Geor­ges Bizet (ya ha llo­vi­do des­de 1875) y pro­ba­ble­men­te tam­bién gene­ra­rá com­pa­ra­cio­nes con muchos de los temas clá­si­cos de James Bond. Es dra­má­ti­co, los tri­nos voca­les son insu­pe­ra­bles cin­tu­ro­nes y ¿qué decir de las notas de fal­se­te hacia el clí­max? Ah, y para col­mo, rapea. Mere­ci­dí­si­mo gana­dor, por mucho que lo del no bina­ris­mo… bueno, me la pele.”

La tajan­te valo­ra­ción de Lucía Etxe­ba­rria sobre Nemo (“mere­ci­dí­si­mo gana­dor”, afir­ma) ha pro­vo­ca­do en mí un estu­por al que no paro de dar­le vuel­tas: ¿Cómo es posi­ble que dos per­so­nas que comen­tan pare­ci­dos temas cul­tu­ra­les, socia­les y polí­ti­cos des­de hace años, con dis­cre­pan­cias siem­pre asu­mi­bles, y que no tie­nen ni intere­ses comer­cia­les ni per­so­na­les sobre este asun­to…, cómo es posi­ble, decía, que man­ten­ga­mos opi­nio­nes tan radi­cal­men­te dis­tin­tas sobre Nemo y The Code?

Para Etxe­ba­rria, la de Nemo ha sido, la mejor actua­ción de momen­to y por mucho”. Para mí, esa actua­ción ha sido peno­sa, ridí­cu­la e incons­cien­te­men­te paró­di­ca.

No pre­ten­do tener razón. Solo inten­to supe­rar mi des­con­cier­to cul­tu­ral, musi­cal y esce­no­grá­fi­co. Inten­ta­ré sere­nar­me. ¿Esta­mos ante la trans­mu­ta­ción de todos los valo­res y ante la cri­sis de Occi­den­te? Nietz­sche, a fina­les del siglo XIX, pro­pu­so supe­rar la moral tra­di­cio­nal occi­den­tal (“moral de renun­cia”, así la defi­nía) e inver­tir la tabla de valo­res para lograr “un sí a la vida”. Me pre­gun­to: de vivir Nietz­sche (Ale­ma­nia, 1844–1900), ¿qué pen­sa­ría de Euro­vi­sión, de Nemo y de The Code? Mi tesis: Nietz­sche diría que esa can­ción es “un no a la músi­ca”. 

Qué ton­te­rías a‑históricas estoy plan­tean­do. ¡Ya está bien de pala­bre­ría! Dejo ya de escri­bir. Voy a escu­char a Mina, Simo­ne y Cha­ve­la Var­gas. Tal vez ellas me envíen extra-sen­­so­­ria­l­­me­n­­te algún men­sa­je cla­ri­fi­ca­dor, algún “sí a la músi­ca”.  

Comparte esta publicación

amadomio.jpg

Suscríbete a nuestro boletín

Reci­be toda la actua­li­dad en cul­tu­ra y ocio, de la ciu­dad de Valen­cia