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Del 16 al 19 de noviembre, el XIII Ciclo de Compañías Nacionales de Sala Russafa estrena en València una versión escénica de la novela de Ramón J. Sender Réquiem por un campesino español, considerada una de las 100 mejores de la literatura española.

Esce­na de Réquiem por un cam­pe­sino espa­ñol.

Publi­ca­da des­de el exi­lio en Méji­co (1953), esta his­to­ria tam­bién tuvo su ver­sión cine­ma­to­grá­fi­ca, nomi­na­da al León de Oro en el Fes­ti­val de Vene­cia (1985). Aho­ra lle­ga a los esce­na­rios de la mano de la for­ma­ción ara­go­ne­sa Tea­tro Che y Moche, ava­la­da por el Pre­mio Isa­bel de Por­tu­gal a Mejor Espec­tácu­lo Con­tem­po­rá­neo 2022, otor­ga­do por la Dipu­tación Pro­vin­cial de Zara­go­za. Y por la dis­tin­ción al tra­ba­jo de Marian Pueo como Mejor Direc­ción den­tro de la recien­te edi­ción del Fes­ti­val Nacio­nal de Tea­tro ‘Vegas Bajas’ 2023.

“Cuan­do tenía 13 años, me die­ron a leer este libro en el cole­gio y me pare­ció fas­ci­nan­te por su agi­li­dad, pero tam­bién por su men­sa­je. Aun­que es cier­to que a esa edad no cap­tas todos los mati­ces, tenía un recuer­do pre­cio­so. Así que cuan­do en la com­pa­ñía sur­gió el pro­yec­to de lle­var­lo a esce­na, vol­ví a leer­lo en un sus­pi­ro y pude apre­ciar toda­vía más la narra­ti­va de Sen­der, cómo iba al grano, con una acción cons­tan­te y un rit­mo súper ágil”, comen­ta la direc­to­ra de la pie­za, para quien uno de los retos era crear un espec­tácu­lo que entra­ra tan bien al públi­co como lo hace la nove­la bre­ve de Sen­der, un autor con menor reco­no­ci­mien­to en Espa­ña del que mere­ce su cali­dad lite­ra­ria.

En esta segun­da lec­tu­ra, ya sien­do una adul­ta, Pueo supo apre­ciar la sere­ni­dad con la que el autor ambien­ta la his­to­ria de Réquiem por un cam­pe­sino espa­ñol en el inte­rior de Ara­gón, en los ini­cios de la Gue­rra Civil. “Sen­der sufrió muchas pér­di­das a cau­sa del con­flic­to, tuvo que exi­liar­se. Pero en el libro des­cu­bres una amis­tad inter­ge­ne­ra­cio­nal, entre dos per­so­nas de eda­des e ideo­lo­gías muy dis­tin­tas, uni­das por un pro­fun­do cari­ño”, expli­ca Pueo, alu­dien­do al men­sa­je sub­ya­cen­te de que la con­vi­ven­cia en paz tam­bién es posi­ble.

Otro de los atrac­ti­vos para la com­pa­ñía a la hora de abor­dar el pro­yec­to era la opor­tu­ni­dad de lle­var al esce­na­rio el carác­ter ara­go­nés que se refle­ja en los diá­lo­gos, en las accio­nes de los per­so­na­jes del libro. “Que­ría­mos trans­mi­tir un cier­to orgu­llo de nues­tra tie­rra, de la aus­te­ri­dad que nos carac­te­ri­za, inclu­so cuan­do habla­mos de emo­cio­nes. Lle­var al esce­na­rio esta nove­la nos per­mi­tía hacer un retra­to del mun­do rural ara­go­nés fue­ra de los tópi­cos, des­de el res­pe­to”, seña­lan des­de Tea­tro Che y Moche.

Esce­na de Réquiem por un cam­pe­sino espa­ñol.

Dos actores para dar vida a una decena de personajes y recrear dos mundos que se verán enfrentados

Alfon­so Plou fue el encar­ga­do de rea­li­zar la adap­ta­ción tea­tral que podrá ver­se, des­de el jue­ves al domin­go, en Sala Rus­sa­fa. Una ver­sión escé­ni­ca que reco­ge el espí­ri­tu del famo­so libro de Sen­der, don­de se sim­bo­li­za la frac­tu­ra social que supu­so la gue­rra civil espa­ño­la a tra­vés de la rela­ción de Mosén Millán con Paco ‘el del molino’, a quien bau­ti­zó, fue su mona­gui­llo y des­pués casó.

La acción se sitúa en el verano de 1937, en una peque­ña igle­sia rural. A una hora de cele­brar una misa en recuer­do del cam­pe­sino, el reli­gio­so habla con el sacris­tán Pepe, recor­dan­do los años com­par­ti­dos y las aca­lo­ra­das dispu­tas ideo­ló­gi­cas de una amis­tad trun­ca­da. Siguien­do la máxi­ma que sigue la com­pa­ñía — “todo lo que pue­das hacer, no lo cuen­tes, que lo vea el espec­ta­dor”- se fue­ron eli­mi­nan­do des­crip­cio­nes para cen­trar­se en las accio­nes. Y los sal­tos tem­po­ra­les carac­te­rís­ti­cos de la nove­la se man­tu­vie­ron, uti­li­zan­do ele­men­tos como la ilu­mi­na­ción o el movi­mien­to cor­po­ral de los acto­res para situar en otra épo­ca a los espec­ta­do­res.

Siguien­do la sen­ci­llez que carac­te­ri­za a la obra lite­ra­ria, se creó a un nue­vo per­so­na­je para la ver­sión tea­tral, el sacris­tán con el que con­ver­sa el Mosén, recor­dan­do a su ami­go per­di­do. Un recur­so que per­mi­te traer a esce­na una dece­na de figu­ras inclui­das en la nove­la: bas­ta con una peque­ña carac­te­ri­za­ción a vis­tas del públi­co para que el sacris­tán se trans­for­me en otros carac­te­res; o que uti­li­ce algu­nos títe­res pla­nos, ins­pi­ra­dos en cari­ca­tu­ras de dibu­jan­tes de la épo­ca, para ir com­po­nien­do el con­jun­to de caci­ques, fami­lia­res y habi­tan­tes del pue­blo que apa­re­cen en el libro.

Joa­quín Muri­llo y Saúl Blas­co inter­pre­tan este espec­tácu­lo en el que se ha teni­do un espe­cial cui­da­do a la hora de recrear el ambien­te, la ves­ti­men­ta, los uten­si­lios de la vida y los ritos reli­gio­sos que van apa­re­cien­do en la tra­ma. Tam­bién se ha uti­li­za­do un espa­cio sono­ro que alu­de a entor­nos rura­les, aña­dien­do músi­cas tra­di­cio­na­les ara­go­ne­sas y el acen­to de la zona para trans­por­tar al públi­co a un lugar y tiem­po muy con­cre­tos: los pue­blos de inte­rior en los años pre­vios y pos­te­rio­res a la gue­rra civil espa­ño­la.

“La recep­ción del públi­co y de la crí­ti­ca por aho­ra es estu­pen­da, nos está dan­do muchas ale­grías este espec­tácu­lo”, con­fie­sa Pueo, quien reco­gió el Pre­mio del Públi­co de Sala Rus­sa­fa al Mejor Espec­tácu­lo Fami­lar la pasa­da tem­po­ra­da por la pie­za De aquí y de allá. “Es la pri­me­ra vez que en Tea­tro Che y Moche vamos a mos­trar uno de nues­tros espec­tácu­los para adul­tos en Valèn­cia. Noso­tros tra­ta­mos con el mis­mo cui­da­do las pie­zas fami­lia­res que las que se diri­gen a públi­cos de mayor edad. Pero hay veces en que las líneas son difu­sas por­que yo mis­ma leí Réquiem por un cam­pe­sino espa­ñol cuan­do era una ado­les­cen­te y me encan­tó. Pien­so que muchos jóve­nes pue­den dis­fru­tar de esta obra, que van a extraer cosas muy bue­nas”, con­clu­ye la direc­to­ra del espec­tácu­lo.

Una pro­pues­ta que, a pesar de tener su tono pro­pio, ale­ja­do del tex­to poé­ti­co y des­crip­ti­vo del céle­bre autor ara­go­nés, man­tie­ne la esen­cia y el men­sa­je de este clá­si­co de la lite­ra­tu­ra espa­ño­la del siglo XX. Un retra­to de dos mun­dos que se verán enfren­ta­dos, a los que solo pue­de redi­mir la pala­bra y el amor por la vida.

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