La expo­si­ción «En una casa» podrá visi­tar­se des­de el jue­ves 10 de noviem­bre al 23 de abril

Alba Herre­ro y Ana Pen­yas (Foto: Miguel Loren­zo / IVAM).

La direc­to­ra del Ins­ti­tut Valen­cià d’Art Modern (IVAM), Nuria Engui­ta; la antro­pó­lo­ga e inves­ti­ga­do­ra social Alba Herre­ro, y la ilus­tra­do­ra y dibu­jan­te Ana Pen­yas (Pre­mio Nacio­nal del Cómic 2021 por Todas esta­mos bien) han pre­sen­ta­do este miér­co­les la expo­si­ción En una casa. Genea­lo­gía del tra­ba­jo del hogar y los cui­da­dos.

La mues­tra, que se inau­gu­ra el jue­ves 10 de noviem­bre y se pro­lon­ga­rá has­ta el 23 de abril, es un pro­yec­to híbri­do entre la narra­ción grá­fi­ca y la inves­ti­ga­ción social. El tra­ba­jo de inves­ti­ga­ción ha dado como resul­ta­do una publi­ca­ción, un fan­zi­ne y esta expo­si­ción en el IVAM que reúne el rela­to coral de estas muje­res, abun­dan­te mate­rial docu­men­tal y los dibu­jos de la ilus­tra­do­ra.

La pro­pues­ta expo­si­ti­va se orga­ni­za siguien­do una línea tem­po­ral en la que las his­to­rias de vida y las dife­ren­tes situa­cio­nes se entre­mez­clan con los dibu­jos y el mate­rial docu­men­tal. Las pri­me­ras eta­pas abor­dan los ini­cios del siglo XX, el ham­bre de la pos­gue­rra y las migra­cio­nes del cam­po a la ciu­dad duran­te el fran­quis­mo. «En los años 40 el ima­gi­na­rio mos­tra­ba una cria­da víc­ti­ma, pobre y abne­ga­da, sumi­da», comen­tó Pen­yas.

A par­tir de los años sesen­ta las «cria­das» empie­zan a deno­mi­nar­se «emplea­das del hogar» y se incre­men­ta el núme­ro de tra­ba­ja­do­ras por horas. «Es la épo­ca en la que apa­re­cen pelí­cu­las como las de Gra­ci­ta Mora­les», recuer­da en alu­sión a títu­los como Chi­ca para todo (Mariano Ozo­res, 1963).

Una de las ilus­tra­cio­nes de Pen­yas para la expo­si­ción.

Historia circular

Lue­go, has­ta lle­gar a la eta­pa actual, son las inmi­gran­tes extra­co­mu­ni­ta­rias tie­nen que hacer fren­te a una socie­dad de aco­gi­da que sigue negan­do su pasa­do y una igual­dad labo­ral y asis­ten­cial que como tra­ba­ja­do­ras les corres­pon­de. «Segui­mos per­ci­bien­do invi­si­bi­li­dad. Hay algu­na pelí­cu­la, como Liber­tad, de Cla­ra Roquet, pero en gene­ral ha des­apa­re­ci­do la figu­ra de la tra­ba­ja­do­ra del hogar de las series y pelí­cu­las», sen­ten­cia.

Sir­vien­tas, cria­das, emplea­das de hogar, tra­ba­ja­do­ras de hogar… Las dife­ren­tes mane­ras de defi­nir este tra­ba­jo per­mi­ten ana­li­zar cómo en cada momen­to his­tó­ri­co se inter­pre­tan las rela­cio­nes de poder y las rela­cio­nes socia­les, hacien­do un reco­rri­do des­de lo par­ti­cu­lar, lo pri­va­do, hacia lo públi­co y lo polí­ti­co.

El resul­ta­do, agre­gó Pen­yas, es que han demos­tra­do que la his­to­ria de los tra­ba­jo de los cui­da­dos no es lineal sino cir­cu­lar y aho­ra se repro­du­cen vul­ne­ra­cio­nes de dere­chos que no se veían des­de los años 40 o 50 como resul­ta­do de una Ley de Extran­je­ría que per­mi­te estos abu­sos por­que «si se pagan unos suel­dos dig­nos muchas fami­lias no se podrían per­mi­tir este ser­vi­cio».

Sobre la mane­ra de enfren­tar­se a los dibu­jos, la auto­ra explcó que ha aten­di­do a las par­ti­cu­la­ri­da­des. «El pri­mer pre­jui­cio es el de la vic­ti­mi­za­ción, cuan­do muchas muje­res son autén­ti­cas lucha­do­ras y eso te cam­bia la ima­gen», expli­có auto­ra de Todo bajo el sol (Sala­man­dra Graphic, 2021).

Una ima­gen de la expo­si­ción (Foto: Rober Sol­so­na / Euro­pa Press).

Genealogía de las condiciones de trabajo

«Alba Herre­ro ha tra­ba­ja­do des­de la etno­gra­fía y Ana Pen­yas ha trans­for­ma­do en imá­ge­nes aque­llo que aflo­ra­ba de los tes­ti­mo­nios, el rela­to coral y la expe­rien­cia de vida de tra­ba­ja­do­ras del hogar y tam­bién de emplea­do­ras», apun­tó Nuria Engui­ta. La direc­to­ra del IVAM expli­có  que «la expo­si­ción tra­za una genea­lo­gía sobre las con­di­cio­nes del tra­ba­jo del hogar en el últi­mo siglo, des­de el ser­vi­cio domés­ti­co vin­cu­la­do al éxo­do rural duran­te el fran­quis­mo has­ta el tras­va­se actual a las muje­res migran­tes».

Un tra­ba­jo, como des­ta­ca Engui­ta, «femi­ni­za­do, pre­ca­ri­za­do e invi­si­bi­li­za­do al que, has­ta ayer mis­mo, se le nega­ban dere­chos que se con­ce­den a cual­quier otro tra­ba­ja­dor».

Nuria fina­li­zó sub­ra­yan­do cómo el tra­ba­jo domés­ti­co pone sobre el table­ro las gra­ví­si­mas con­tra­dic­cio­nes e injus­ti­cias socia­les sobre las que se cons­tru­ye nues­tra socie­dad: rela­cio­nes de poder, cues­tio­nes mora­les, dife­ren­cias de géne­ro, de raza, de cla­se.

«El tra­ba­jo remu­ne­ra­do en el hogar debe ser dig­ni­fi­ca­do y reco­no­ci­do afec­ti­va, social y labo­ral­men­te. Hay que demo­cra­ti­zar los cui­da­dos por medio de una reor­ga­ni­za­ción social. Y estas cues­tio­nes no son aje­nas a los museos, que pue­den con­tri­buir a trans­for­mar los ima­gi­na­rios para trans­for­mar posi­ti­va­men­te el pre­sen­te», sen­ten­ció.

Alba Herre­ro, por su par­te, des­ta­có que el rela­to coral reco­ge exclu­si­va­men­te voces de muje­res por­que es un tra­ba­jo femi­ni­za­do y pre­ca­ri­za­do. «Las dife­ren­tes pers­pec­ti­vas eran nece­sa­rias para tener un pris­ma glo­bal. No hay una his­to­ria úni­ca que sir­va para enten­der una reali­dad tan polié­dri­ca. En el sur de Euro­pa nos cues­ta enten­der cómo se orga­ni­za el tra­ba­jo del hogar y los cui­da­dos por­que no está visi­bi­li­za­do».

Alba Herre­ro, Ana Pen­yas y la direc­to­ra del IVAM Nuria Engui­ta (Foto: Miguel Loren­zo / IVAM).

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