Mural en el barrio la Pun­ta de la figu­ra gigan­te de una mujer defen­dien­do la huer­ta con toma­tes.

El museo dedica una retrospectiva a las heroínas invisibles de la muralista, fallecida en 2020 a los 47 años

Una inmen­sa cola de gen­te, la mayo­ría jóve­nes, espe­ra­ba a la entra­da de la Sala Par­pa­lló este vier­nes por la noche para acce­der a ver la obra de Tama­ra Dju­ro­vic, cono­ci­da como HYURO, una de las pocas artis­tas que ha con­se­gui­do crear un lugar pro­pio en mura­lis­mo inter­na­cio­nal en el que pocas muje­res han con­se­gui­do entrar. «Hyu­ro no pin­tó la calle; habló con la calle. Dia­lo­gó con todo aque­llo que nos rodea y que nor­mal­men­te ni com­pren­de­mos. Nos pro­pu­so una con­ver­sa­ción con noso­tros mis­mos a tra­vés de sus dibu­jos», seña­la su ami­go Juan Luis Tobo­so, por­ta­voz del «comi­sa­ria­do afec­ti­vo» de la mues­tra. «Que­re­mos cele­brar con esta expo­si­ción nues­tra amis­tad con Tama­ra y poner en valor el tra­ba­jo de una per­so­na muy impor­tan­te para el mura­lis­mo y el arte urbano», resal­ta.

Tama­ra Dju­ro­vic (Bue­nos Aires 1974-Vale­n­­cia, 2020) desa­rro­lló muchos de sus pro­yec­tos en Argen­ti­na, Bra­sil, Méxi­co, Esta­dos Uni­dos, Marrue­cos, Túnez, y en Euro­pa. Sin embar­go, fue en Valen­cia, don­de eli­gió vivir con sus hijos, pre­sen­tes en la inau­gu­ra­ción, don­de ha desa­rro­lla­do la par­te más impor­tan­te de su tra­yec­to­ria. Muchas de sus obras han des­apa­re­ci­do con el tiem­po, pero toda­vía se pue­den encon­trar algu­nas de sus pin­tu­ras en la ciu­dad, en sus pare­des, sola­res y en las tapias de edi­fi­cios aban­do­na­dos. Los mar­cos pre­fe­ri­dos de la artis­ta. El home­na­je a Jane Jacobs que pin­tó en 2019 en el barrio del Car­men; su par­ti­ci­pa­ción en el pro­yec­to Sen­se Murs, en el barrio de la Pun­ta, con la figu­ra gigan­te de una mujer defen­dien­do la huer­ta con toma­tes; su inter­ven­ción en la facha­da del edi­fi­cio de La Base, en la Mari­na, don­de reali­zó una de sus cono­ci­das esce­nas de mul­ti­tu­des.

Son muje­res invi­si­bles, tra­ba­ja­do­ras, amas de casa, madres que luchan cada día. «Su tra­ba­jo es públi­co y polí­ti­co, con un dis­cur­so y un len­gua­je com­pro­me­ti­do», expli­ca Ama­dor Gri­ñó, jefe de expo­si­cio­nes del MuVIM. La retros­pec­ti­va Ejer­ci­cios para des­ar­mar el mun­do es un home­na­je a Hyu­ro y a la memo­ria del arte urbano valen­ciano que pue­de visi­tar­se has­ta 4 de diciem­bre. Her­mo­sos dibu­jos, car­te­les, seri­gra­fías, cua­der­nos y libre­tas, regis­tros foto­grá­fi­cos y audio­vi­sua­les de sus inter­ven­cio­nes en el espa­cio públi­co con­for­man la impor­tan­te expo­si­ción de esta artis­ta, narra­do­ra de his­to­rias y acti­vis­ta que, a tra­vés de sus mura­les, habla del patriar­ca­do, de la liber­tad, de la lucha por la super­vi­ven­cia, de la inmi­gra­ción y de los con­flic­tos que aque­jan a la socie­dad.

Mural en el barrio la Pun­ta de la figu­ra gigan­te de una mujer defen­dien­do la huer­ta con toma­tes.

«Su tra­ba­jo es ínti­mo y muy per­so­nal; su uni­ver­so, inquie­tan­te y seduc­tor. Su len­gua­je sin­ce­ro y cer­cano. Su cabe­za son sus manos y su pin­tu­ra es un rega­lo para las calles de la ciu­dad», indi­ca su ami­go, el artis­ta urbano Escif.

Para la expo­si­ción solo se ha con­ta­do con la obra que había en la Comu­ni­dad Valen­cia­na. «Hemos teni­do que cen­trar­nos en la obra local por­que hubié­ra­mos nece­si­ta­do tres o cua­tro salas como la Par­pa­lló con las pie­zas inter­na­cio­na­les», expli­ca Tobo­so, que des­ta­ca la «inmen­sa obra grá­fi­ca que hemos con­se­gui­do reco­no­cer, cata­lo­gar y archi­var, que ser­vía a la artis­ta como pre­pa­ra­ti­vo para los gran­des mura­les».

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